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El escultor Pedro Dobao resurge tras un letargo forzoso

El escultor Pedro Dobao, con una de sus creaciones.

Pedro Dobao es uno de los escultores gallegos más importantes. Y pese a haber nacido en Arnado (Ourense), lleva desde 1975 afincado en Vigo, y desde entonces ha establecido una auténtica historia de amor con la ciudad olívica. Solo hay que darse un paseo por las calles del centro y los barrios para darse cuenta.

Porque algunas de las esculturas más conocidas de Vigo son obra suya, como la Peneireira, una estatua en honor a la mujer trabajadora ubicada desde 1996 en el barrio de Coia, concretamente en A Bouza, una creación con sencillez de formas, de manera que las curvas suaves y la elementalidad de los volúmenes den a la figura femenina airosidad. Proa, la escultura que homenajea a los náufragos y localizada en el propio Puerto, o la Forza do Vento, en Navia. Y Dobao también fue el encargado de la reconstrucción de la torreta de Porta do Sol.

Sin embargo, problemas cardíacos lo tuvieron fuera de escena los últimos tres años. Y si es duro para cualquier persona estar parado, mucho más lo es para un artista. Pero ahora, a sus 76 años, vuelve a resurgir y busca continuar su legado escultórico tanto en la ciudad olívica como en el conjunto de Galicia (tiene estatuas por diferentes municipios de la comunidad).

“He resurgido con muchas ansias y tengo ya arios proyectos en marcha”, asegura Pedro Dobao. Y entre otros, asegura que le encantaría ser el autor de la estatua que el Concello de Vigo encargará del escritor Domingo Villar, fallecido la semana pasada. “Me gustaría poder hacerla porque sé lo que Domingo Villar significaba para esta ciudad”, asegura Dobao.

También desearía hacer un monumento al emigrante gallego, al tradicional emigrante a la América hispana de un pasado casi remoto, que tanto aporto a Galicia y a España, y situarlo en la estación marítima de Vigo, ante el mar, punto de partida y retorno de aquellas gentes. Sus ganas de trabajar, pese a que la enfermedad ha afectado a su capacidad pulmonar, son enormes. Prueba de ello es que se pasa horas y horas cada día en su taller, ubicado junto a su casa en la parroquia viguesa de Valladares.

Porque boceto tras boceto, va conformando la obra que ha concebido, antes de plasmarla en su apariencia definitiva. Se apasiona por su trabajo y cuando la idea va cobrando realidad, se entrega a la tarea en horas sin fin, inclusive de noche. Exigente consigo mismo, ha abandonado, y hasta destruido, buen número de obras comenzadas que no alcanzaban cuanto había sentido para ellas y ha pasado por casi todos los géneros de esta disciplina artística.

“Pedro Dobao es imaginación, fantasía, dominio del oficio, para una escultura honda y cabal. La crítica lo ha elogiado, y no poco de su tiempo lo ha entregado difundir su amor insobornable por el arte”. Así define a este artista Francisco Pablos, académico de Bellas Artes.

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