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Solo el 20% de las viguesas que congelan sus óvulos para ser madres acaban utilizándolos

Un profesional de la clínica viguesa de fertilidad IVI, procesando muestras. Marta G. Brea

Hasta hace aproximadamente trece años, la congelación de óvulos era una técnica muy poco desarrollada y eficiente. A las mujeres no les compensaba apostar por ello porque solo uno de cada diez ovocitos sobrevivían y por tanto no podían utilizarlos en un futuro para ser madres. Afortunadamente, la técnica se ha ido desarrollando en la última década hasta llegar a lo que se conoce como vitrificación, un procedimiento realizado en el laboratorio que permite conservar en el tiempo los ovocitos de la paciente. Para ello se someten a bajas temperaturas, que mantienen sus propiedades intactas hasta el momento de su descongelación.

Este procedimiento es muy superior a los antiguos procesos de congelación, ya que evita la formación de cristales de hielo, que podrían dañar las células. La clínica de fertilidad y reproducción asistida IVI, presente en la ciudad olívica, fue pionera en utilizar esta técnica en Europa, que permite la congelación ultrarrápida de los óvulos y aumenta su supervivencia hasta el 90%.

Según las estimaciones de esta clínica privada viguesa, únicamente en torno al 20% de las mujeres que apuestan por congelar sus óvulos acaban volviendo a la clínica para utilizarlos y ser madres. En este sentido, las razones son diferentes: hay mujeres que acaban teniendo el hijo de forma biológica, que es siempre la primera opción, otras que por motivos de salud no pueden ser sometidas a un tratamiento de reproducción asistida y, en último caso, también mujeres que por circunstancias de la vida deciden finalmente no ser madres.

“Nos ponemos en contacto con las pacientes cada dos años desde que congelan sus óvulos para interesarnos por su situación”, explica Elkin Muñoz, director de la clínica y especialista en medicina reproductiva. Es decir, llaman a las mujeres para saber si han tomado ya alguna decisión respecto a sus óvulos congelados. En los casos en los que los ovocitos no se utilicen, se donan a otras parejas que no puedan tener hijos de forma biológica y siempre que se cumplan una serie de requisitos sanitarios, se destinan a la investigación o, siempre como última solución, se destruyen.

Cuando la técnica de la vitrificación de ovocitos empezó a consolidarse, estaba destinada fundamentalmente a mujeres con cáncer que van a recibir tratamientos agresivos (especialmente radioterapia) que afectará a sus ovarios. Antes de someterse a ese tratamiento, deciden congelar sus óvulos para, cuando la enfermedad se lo permita, poder garantizarse ser madres.

Pero cada vez son más las pacientes que apuestan por esta técnica y que lo hacen no por motivos sanitarios, sino sociales. Por ejemplo, porque no tienen pareja y no pueden tener hijos de forma natural, porque no tienen la estabilidad económica necesaria o porque simplemente prefieren esperar a ser madres a una edad más avanzada. Es decir, “paran” su reloj biológico y difieren el proceso para más adelante, cuando estén más seguras de tener a un hijo y decidan por tanto proceder a la inseminación.

El proceso comienza con la estimulación del ovario con hormonas, la aspiración de los ovocitos, y en lugar de inseminarlos y fecundarlos, se realiza la vitrificación, quedando almacenados después en nitrógeno líquido. Las indicaciones son múltiples y muy variadas, con el denominador común de posponer la inseminación de los ovocitos y/o el embarazo. Los ovocitos se podrán mantener crioconservados durante el periodo que la paciente desee o necesite, no existiendo una limitación en el tiempo.

Diversos estudios apuntan que las tasas de embarazo obtenidas tras la desvitrificación de los óvulos son similares a las que las pacientes podrían haber conseguido en el rango de edad en el que decidieron congelarlos.

“Hay algunos ginecólogos que dicen que hay algún inconveniente en este método. Pero las investigaciones y la experiencia nos demuestran que es totalmente seguro y que no supone ningún riesgo para la salud”, apunta el doctor Elkin Muñoz.

La reproducción asistida se dispara en mujeres sin pareja

Solo en el último lustro, la clínica de reproducción asistida y fertilidad IVI, con sede en varias ciudades españolas, ha experimentado un incremento del 66% en el número de tratamientos a mujeres sin pareja. En el caso concreto de Vigo, en los dos últimos años el incremento vivido en las clínicas de reproducción asistida en cuanto al incremento en el número de tratamientos a mujeres que deciden ser madres solteras ha sido del 23%. Una cifra que en la propia ciudad ha ido aumentando progresivamente y que demuestra que esta nueva tendencia social es ya más que una realidad.

Dependiendo del perfil e historial médico de cada paciente, una mujer que decide afrontar la maternidad en solitario puede conseguirlo mediante diferentes técnicas de reproducción asistida: desde la inseminación artificial y fecundación in vitro con semen de donante, hasta la donación de ambos gametos (semen y óvulos) o la transferencia de preembriones donados por otras parejas. Respecto al perfil de paciente que inicia este proceso, suele ser una mujer de entre 35 y 40 años, que ha alcanzado una estabilidad en el plano laboral y financiero, y con una madurez emocional que le lleva a tomar con firmeza la decisión.

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