El caso Déborah acaba de sumar un nuevo informe pericial. Se trata del análisis que la experta en língüística forense Sheila Queralt realizó sobre la declaración prestada por el exnovio de la víctima el pasado 11 de marzo en el Juzgado de Instrucción número 2 de Tui. Y lo que concluyó fue que, en las respuestas aportadas por el investigado al ser preguntado sobre cuestiones clave relacionadas por ejemplo con la relación sentimental que mantuvo con la joven viguesa o con el día de 2002 en que se produjo su desaparición, aparecen “marcadores típicos” de discursos “fraudulentos” o “faltos de veracidad”.
Esta experta, fundadora y directora del Laboratorio SQ-Lingüistas Forenses y autora de los libros Atrapados por la lengua y Estafas amorosas, editados por Larousse, prestó sus servicios de forma altruista a la familia de Déborah tras contactar con ella los abogados. En una entrevista con FARO relata que visualizó el vídeo de la declaración del exnovio y analizó todas sus respuestas para emitir un informe “riguroso” y “objetivo”. “Lo que se observó es que [el investigado] mostró dos comportamientos lingüísticos distintos dependiendo de los temas por los que se le preguntaba: ante las preguntas intrascendentes no vimos ningún indicio llamativo, pero cuando se abordaban temas clave, el comportamiento lingüístico era el esperable en discursos engañosos según describe la literatura y los estudios científicos”, explica.
“En mi informe del caso Déborah insto a la jueza a que investigue sobre esos temas en que aparecen rasgos que podrían indicar engaño”, ahonda Silvia Queralt. ¿Y cuáles son esas pistas lingüísticas que deben ponerla en alerta en análisis de estas características? El uso de términos absolutos como “jamás” o “nunca” pueden indicar, analizado el contexto, “falta de veracidad” en un discurso. Y en estos análisis, expone, también son importantes las “variaciones” del tono de voz, las “vacilaciones” o los “silencios”.
Una disciplina aún desconocida
Esta experta es una de las pocas especialistas en España en el campo de la lingüística forense, una disciplina todavía “muy desconocida” en España –en otros países como EE UU, Inglaterra o Alemania está más desarrollada–, pero que, advierte, puede ser de gran ayuda en investigaciones criminales y de otra índole. Y cita un caso que estremeció a toda España, el del crimen de Anabel Segura ocurrido en 1993. “Se analizaron las voces de los secuestradores y la voz de un niño que aparecía de fondo y por ciertas expresiones que decía, como ‘bolo’ o ‘ratones colorados’, se pudo determinar que estaban haciendo las llamadas desde la zona de Toledo”, manifiesta.
Ella, como perito, colaboró en la causa de la joven asesinada en Málaga Dana Leonte. En su informe sobre unos mensajes de WhatsApp posteriores a su desaparición determinó que no los habría escrito la víctima y que “había una probabilidad muy alta” de que lo hubiese hecho su pareja, el sospechoso. Llegó a esta conclusión por ciertos “errores gramaticales, expresiones y forma de abreviar las palabras”. También intervino en el caso de Rodrigo Nogueira, el “donjuán de Marín”, para vincularlo a determinados perfiles de estafa de internet.
El disco duro: la acusación pide que se investigue la cadena de custodia entre 2006 y 2021
A la espera de lo que depare la investigación principal por la desaparición y muerte de Déborah, otra de las cuestiones que está ahora sobre la mesa en el juzgado de Tui es la relativa al disco duro del ordenador de la joven. El informe emitido por los peritos contratados por la familia de la víctima, los del laboratorio Lazarus Technology, determinó que este dispositivo clave sufrió un borrado intencionado de datos e información y que dicha manipulación se produjo tras su entrega a la Policía Nacional. A la espera que estos expertos comparezcan en sede judicial para explicar y ratificar sus conclusiones –lo harán por videoconferencia el próximo 26 de mayo–, los abogados de la acusación particular acaban de presentar un escrito a la jueza en el que le piden que se investigue toda la cadena de custodia de dicho disco duro desde 2006 hasta 2021. Los letrados de la familia de Déborah quieren saber en qué dependencias estuvo el disco duro y qué personas tuvieron acceso al mismo durante este largo período de casi 15 años. Todo ello para tratar de “llegar hasta el fondo” de la manipulación detectada por los expertos.
El dispositivo fue recogido por la Policía Nacional en septiembre de 2006 en la casa de Déborah, transcurridos ya cuatro años desde su muerte. Los datos que manejan los abogados indican que desde esa fecha hasta octubre de 2019 el disco duro habría estado en dependencias de la Policía Nacional de Madrid. A continuación, y coincidiendo con la reapertura judicial del procedimiento, fue trasladado al juzgado tudense. Hasta octubre de 2020, que es cuando se hizo cargo del mismo para su análisis un servicio especializado de la Guardia Civil de Madrid, que posteriormente informaría de la imposibilidad de volcar el contenido y extraer información. En febrero de 2021 volvió al juzgado, que lo puso a disposición de los peritos de Lazarus.
El disco duro no solo interesa a la acusación. El abogado defensor del exnovio de la víctima ha encargado a otra empresa de informática forense de Madrid otra pericial más cuyas conclusiones, en lo relativo a la manipulación y las fechas en que se produjo, podrían ir en la misma línea que la de Lazarus. Dicho informe, en todo caso, también aborda cuestiones de interés en la causa principal relativas a unas fotografías.