Un control de la Policía Local con un radar estático instalado en un vehículo sorprendía de madrugada a un motorista a 113 km/h por plena Gran Vía de Vigo. El dueño del vehículo, una Kawasaki Z900, se sentaba esta mañana en el banquillo del Juzgado de lo Penal 1 acusado de un delito contra la seguridad vial. Pero se declaró inocente.

El joven aseguró, a preguntas de la fiscal, que él no guiaba la moto aquella noche: “No la conducía; la usa también un familiar directo”. No quiso identificar a esa persona. “No voy a dar datos”, insistió. Su abogada, que pide la absolución, ahondó en que su cliente no está obligado a declarar contra un allegado tan cercano como el que él alega que guiaría la moto porque así se recoge en la Ley de Enjuiciamiento Criminal.

La Fiscalía no se cree esta versión exculpatoria y pide que el joven sea condenado a 2.700 euros de multa –o a 90 días de trabajos comunitarios– y a la privación del derecho a conducir vehículos a motor y ciclomotores durante dos años y un día. La defensa, mientras, además de insistir en que su representado no era el piloto, rebatió las pruebas policiales: solo se aportó una foto “de la matrícula”, y no dos imágenes, y habría un “segundo vehículo” circulando en paralelo cuando saltó el radar.