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Susana Piñeiro, tercera generación de viguesas: “No se vive mejor en Madrid que aquí”

La bisabuela de la saga sigue en la ciudad a su cien años | Esta familia contribuye a que el área urbana de Vigo sea la de mayor porcentaje de población autóctona en Galicia, con casi el 60%

En la foto de la izquierda, Susana con sus tres hijos; A la derecha, las mujeres de las cuatro generaciones de esta familia viguesa: la centenaria bisabuela Concha, la madre, Susana, además de la abuela y la nieta. FDV

Seis de cada diez residentes en el área de Vigo nacieron en ella. Se trata de 20 puntos más que los datos registrados en A Coruña, de acuerdo con el Atlas de Áreas Urbanas elaborado por el Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana. Esta herramienta estadística no se limita a las siete grandes ciudades de la Comunidad, sino que incluye los concellos limítrofes que configuran un punto social único. Y en el caso del área de Vigo-Pontevedra se trata de una suma de 13 concellos que rozan los 590.000 ciudadanos, es decir, una cuarta parte de la población gallega. Se trata de Vigo, Pontevedra, Poio, Soutomaior, Vilaboa, Moaña, Cangas, Redondela, Mos, Porriño, Gondomar, Nigrán y Baiona.

Susana Piñeiro representa a la tercera de las cuatro generaciones de su familia asentadas en Vigo y su área. La saga la iniciaron sus abuelos. Él llegó de Redondela y ella de Nigrán a finales de los años 60. Se dedicaron al sector servicios, como camarero en un trasatlántico, primero, y dependiente en una de las confiterías más emblemáticas de la ciudad en la zona de Príncipe, después, en el caso de él, y a la costura, en el de ella.

Susana Piñeiro, con su abuela a su derecha, y su madre e hija a su izquierda. Daniel Domínguez

Los padres de Susana se mantuvieron en Vigo, él como policía, ella como profesora, senda esta última que también siguió ella, actualmente profesora en el colegio Salesianos. “Siempre tuve la tentación de irme para explorar la traducción, pero al final me quedé porque conseguí trabajo pronto, estaba muy arraigada aquí, con mis abuelos, mis padres, mi hermano... Mi marido también es de Vigo”, se ríe sobre esa coincidencia de vigueses de toda la vida.

“Siempre tuve la tentación de irme para explorar la traducción, pero al final me quedé porque conseguí trabajo pronto, estaba muy arraigada aquí, con mis abuelos, mis padres, mi hermano... Mi marido también es de Vigo”

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A la cercanía de sus parientes añade un elemento definitorio con el que trata de convencer a sus hijos de que mantengan las raíces y construyan un proyecto vital en la urbe. “Está bien abandonar el nido, pero trato de inculcarles que existe un compromiso de quedarse y de que levanten su país”, expone.

A favor y en contra

“Es una ciudad donde tenemos todo a mano y sus alrededores son preciosos. A nivel cultural, la oferta me parece pobre en comparación, por ejemplo, con la de A Coruña, que me parece envidiable. Pero también tenemos alternativas cerca, como Ourense o Porto. Tener Portugal tan cerca es extraordinario”, comenta, tras destacar la “pujanza económica e industrial” de Vigo como elemento que ayuda a fijar población autóctona, aunque en el terreno de las humanidades, como es el suyo, no presente el mismo tirón.

Una bisabuela centenaria

La cuarta generación de viguesismo de esta familia puede comenzar a romperse ahora. La bisabuela, Concha Núñez, sigue aferrada a la ciudad a sus 100 años, como su hija y sus nietos, pero el hijo mayor de Susana (tiene 3), su bisnieto, se marchará el próximo curso a estudiar un doble grado de ADE y Traducción e Interpretación en Salamanca.

Susana Piñeiro con sus tres hijos. FDV

“Veremos”, dice Susana sobre dónde acabará asentando su vida profesional Martín, a punto de cumplir 18 años.

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