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La vuelta al cole... después de la guerra

El alumnado decoró con banderas del país y frases en ucraniano los pasillos y aulas del centro para sus nuevos compañeros. | // FOTOS: E.V.

Este pasado martes arrancaba como un día más en las instalaciones del CEIP García Barbón. El ritmo de las clases se entremezclaba con el gentío de alumnos corriendo por los pasillos o disfrutando de sus horas de recreo hasta que una llamada cambió el devenir del colegio en los próximos días, e igual semanas: el lunes 25 de abril recibirán a cuatro niños que lograron escapar con sus familias de la guerra de Ucrania para su incorporación al centro mientras dure la situación de inestabilidad en su país.

En la entrada ya reza el cartel de “Bienvenidos” en ucraniano. |

“En cuanto nos lo confirmaron organizamos un claustro esa misma tarde para organizar todo el trabajo y plantear la adaptación de los niños. Era un cometido que escapaba a la capacidad de la dirección del centro, sin el apoyo y colaboración de todo el profesorado hubiese sido imposible sacarlo a delante”, explica Benito Gil, su director.

Las aulas y servicios, también en varios idiomas. |

Estos chicos entrarán en los cursos de 3º, 4º, 5º y 6º de Primaria y lo harán de forma progresiva. “Este primer día, el lunes, estarán de 9.30 a 11.00 y tendrán una reunión con orientación para familiarizarse con el centro. Conforme pasen los días iremos ampliando horas y materias; empezarán con Plástica y Educación Física”, explica Gil. Reconoce el director que lo imprescindible en este caso fue la puesta en marcha de un Programa de Adquisición de la Lengua. “Que puedan comunicarse con nosotros y con el resto de alumnos nos parece fundamental. Para ello contarán con dos profesores de referencia que serán los que siempre estén con ellos, para que se vayan familiarizando con su nueva realidad, porque emocionalmente no sabemos cómo están”, precisa.

Fichas en castellano, inglés y ucraniano creadas por los alumnos.

Y es que pesa más esta función emocional que la académica. “Esto, sin duda, está en un segundo plano. Queremos que el tiempo que pasen en el colegio sea de evasión, de olvidarse de lo que han vivido, que rían, que jueguen. El primer día que vinieron a ver el colegio les enseñamos el huerto y la zona de patio; pues los ojos como platos. Estaban emocionados”, cuenta la jefa de estudios del centro, Miriam Soares.

Letreros en tres idiomas

Para esta integración, el centro también ha puesto a disposición de los menores y sus familias un kit básico con todo el material que puedan necesitar, así como el servicio de comedor y extraescolares. Pero sin duda, los que más se han volcado con la llegada de sus nuevos compañeros son lo alumnos. “Ellos conocen la realidad de lo que pasa en Ucrania y de ellos salió hacer fichas con el abecedario o los números en español, inglés y ucraniano. También expresiones que puedan necesitar o incluso en las puertas de las aulas hemos puesto los nombres en los tres idiomas. Los niños querían que fuesen para sus clases y el acogimiento sé que va a ser total”, responde contento Benito Gil.

Los letreros, en varios idiomas

Como reconocen tanto la jefa de estudios como el director, este proceso de integración se va a centrar preferentemente en el aspecto emocional. “Y es que un niño triste no es capaz de aprender, contento puede llegar a cualquier sitio. Los cuatro niños que van a llegar han vivido situaciones que desconocemos, no están en sus casas, no están con sus amigos… Tenemos que hacer del colegio el sitio más estable posible”, añade Gil.

Una "especial sensibilidad"

“No hacemos nada diferente de lo que podemos hacer cuando viene un niño nuevo, pero sí es verdad que en este caso hay una especial sensibilidad por las circunstancias que les han tocado vivir”, precisa el director. “Lo importante es que cuando estos chicos lleguen sepan que los estamos esperando, que no es llegar y esta es tu clase y este tu pupitre, no. Cuentan con una profesora de Inglés para el tema de los idiomas, contará con un compañero que ejercerá de amigo-tutor para que se sienta a gusto, uno más del cole”, concluye.

Un mural por la paz con las palomas de Picasso preside uno de los pasillos del centro

Su caso no es único, ya que en Vigo son cerca de una docena de alumnos refugiados por la guerra de Ucrania que ya estudian en sus colegios gracias a la Consellería de Educación, que cuentan con protocolo para la escolarización de estos menores en los centros públicos.

“Es un reto intentar que estén lo mejor posible”

Tan importante es la adaptación de los niños al centro como lograr la tranquilidad de los padres. Por ello, el servicio de orientación del centro ha mantenido ya varias reuniones en grupo con las familias y organizará otras personales e individuales a lo largo de esta semana que entra. “Para nosotros es un reto para intentar que estén lo mejor posible”, cuenta Soares. Para ello, no solo la decoración del centro ha sido fundamental, sino también disponer de un material adecuado a la barrera idiomática que , inevitablemente, presentan los nuevos alumnos ucranianos. “Contactamos con la biblioteca para solicitar libros en ucraniano o sobre la historia de su país así como la herramienta de las ‘maletas viaxeiras’ que ofrecen los Centros de Formación y Recursos del Profesorado”, amplía.

Las aulas decoradas para los nuevos compañeros

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