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De Járkov a Vigo : “Aquí nos sentimos como dos más en la ciudad”

Yulia Kravchenko y Oleksandra Volobuieva llegaron a la ciudad hace pocas semanas huyendo de la barbarie rusa: “Nuestra vida era maravillosa”

Yulia Kravchenko, Oleksandra Volovuieva, Rafa Cernadas y Paulo Tunnell. ALBA VILLAR

Cuando la tragedia de Ucrania asolaba al mundo, los vigueses Rafa Cernadas –educador social en un centro educativo– y Paulo Tunnell –psicólogo en Aldeas Infantiles– no quisieron mirar para otro lado. “Lo maduramos, sopesamos los pro y contras de traernos a refugiados a casa y finalmente decidimos dar el paso”, explica la pareja. Oleksandra Volobuieva (31) y Yulia Kravchenko (26) –inspectora de Hacienda y farmacéutica, respectivamente– tenían una vida tranquila en su Járkov natal. De un día para otro, como a miles de refugiados, la vida les cambió. “Antes teníamos una vida maravillosa, con nuestros trabajos y amistades, como la que tenéis cualquiera aquí, y de repente, tienes que huir con los disparos y explosiones pisándote los talones”, explica Oleksandra.

Llegaron hace unas semanas a la vida de Rafa y Paulo, y ya se sienten como dos gallegas más dentro de la familia, que también integran dos perros. Sin embargo, las diferencias culturales son el primer escollo a solventar en cuanto ambas partes entran en contacto. Para empezar, el idioma. “Todo con Google Translate, así nos comunicamos con ellas por el momento”, explican. Una barrera a la que ya le están poniendo solución. Tanto Rafa como Paulo han comenzado a aprender ucraniano y en pocos días Yulia y Oleksandra comienzan las clases de español. Además, ya cuentan con tarjeta sanitaria, bancaria y de transporte público, y ya están empadronadas.

Esta pareja viguesa no lo tuvo nada fácil para hacerse cargo de Yulia y Oleksandra. No contaron con más recursos que los proporcionados por la Asociación Gallega de Ayuda a Ucrania, AGA-Ucraína, con ropa y algunos enseres. Todo lo demás ha corrido a su cuenta. “Nos ayudó mucho el entorno. Mis padres tienen un bar y los clientes se volcaron con una colecta, esta casa donde estamos ahora en el centro de Vigo no es nuestra, sino de los padres de Paulo, que dieron su consentimiento para que ellas pudieran vivir aquí, y porque nosotros tenemos un sueldo estable y podemos permitírnoslo”, señala Rafa.

A flechazo de perro

La huida de Járkov de estas dos ucranianas ha sido similar a la narrada por muchos refugiados que han llegado a Galicia en el último mes. De Járkov salieron andando, después en búnkeres fríos y húmedos que provocaron una tos aguda a Yulia. Llegaron a Leópolis, donde estuvieron alojadas en casa de unos amigos. “Pero comenzaron las explosiones y decidimos huir al extranjero. Teníamos claro que queríamos venir a España. Y el destino nos trajo a Vigo, porque en un principio, nos íbamos a Valencia, pero no quedaban plazas vacantes”, recuerda Oleksandra. Toda una odisea para llegar a Polonia, donde se subieron a uno de los cientos de autobuses llegados de todos los puntos de Europa. “Los voluntarios nos enseñaron fotos de Rafa y Paulo con sus perros. No lo dudamos, nos enamoramos de los perros”, bromean.

Sobre la convivencia, uno de los aspectos que más preocupaba a las dos partes, ellas solo tienen palabras de agradecimiento, y ellos de satisfacción. “Son nuestra familia aquí, no podemos estar más contentas”. Hace tan solo unos días que los padres de Oleksandra aterrizaron también en Vigo huyendo de la barbarie rusa con el objetivo de reencontrarse con su hija. El matrimonio ucraniano ya ha encontrado trabajo en Mos. El padre como operario de párking de autocaravanas y su madre en una empresa de limpieza. Pero ellas tampoco se han quedado atrás en lo de buscarse su propio porvenir. “Oleksandra ha hecho una entrevista para una empresa, pero necesita inglés. Lo va a aprender y la quieren contratar. Yulia es farmacéutica y todavía tendrá que esperar”, concluye Rafa.

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