Era el momento más esperado en el día de ayer. El arzobispo de Santiago de Compostela, Mons. Julián Barrio se encargó de abrir oficialmente la Semana Santa viguesa con la lectura del Pregón que decenas de olívicos pudieron escuchar en las inmediaciones de la Colegiata de Santa María. “Vigo, una villa noble, leal que fue y villa valerosa y benéfica que es”, comenzaba el discurso del arzobispo, que agradeció la invitación para ser el pregonero de una Semana Santa tan especial en la que “dejándonos sorprender por el silencio, vivamos el misterio y la certeza, generadora de esperanza, manifestando las creencias que anidan en el alma”. “Es importante apreciar los ritmos lentos en la vida: Vivir muy de prisa es no vivir, es sobrevivir”, afirmó.

Barrio hizo una especial y extensa mención al uso que hoy en día los ciudadanos hacen del tiempo. “Estamos sufriendo la enfermedad del tiempo: de que el tiempo se aleja y debemos pedalear cada vez más rápido. Es una forma de rehuir preguntas importantes... Viajamos siempre por el carril rápido, cargados de emociones, de estímulos, y eso hace que no tengamos nunca el tiempo y la tranquilidad que necesitamos para reflexionar y preguntarnos qué es lo realmente importante”, continuó. Sus palabras profundizaron en los orígenes de la religiosidad solidaria de la Semana Santa de “esta ciudad que hunde sus raíces en los confines de tiempos antiguos, ciudad acogedora, que se ha hecho a sí misma sin ser poseedora de donaciones arbitrarias ni de favores desmedidos”.

Renovación de la Iglesia

El arzobispo aludió al Año Santo Compostelano con un mensaje de advertencia donde apela a lucha del hombre contra lo material. “Me alegra dar voz aquí a este Pregón en este Año Santo Compostelano donde el hombre, en su condición de peregrino, sigue buscando la novedad de un camino para el espíritu que no se resigna a ser asfixiado por el materialismo”, matizó. Además, las palabras de Barrio se detuvieron en la renovación necesaria de la Iglesia Católica. Invitó a la reflexión para pensar “en la Iglesia en salida que queremos ser, necesitamos unas sandalias nuevas, las de la esperanza. ¡Caminen con ellas, ojalá que tanto dolor no sea inútil, que demos un salto hacia una nueva forma de vida y descubramos definitivamente que nos necesitamos los unos a los otros”.

Después de hacer todo un recorrido por la representatividad de cada uno de los días santos que se celebrarán en la próxima semana, el arzobispo quiso despedir el Pregón con un sentido agradecimiento a los vigueses presentes. “Me alegro de haber sido este año el pregonero de la Semana Santa en Vigo y agradezco a todos los que en esta tarde han querido estar presentes. Vivid vuestras tradiciones para que el niño de hoy y hombre del mañana, se refleje en ellas”, concluyó.