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Xaime Fandiño | Periodista, realizador y exprofesor universitario

“La acera volada es la crónica de un Vigo que poco tiene que ver con el de ahora”

Fandiño presenta el próximo sábado 2 de abril su nuevo libro “La acera volada”, una recopilación de los artículos de su columna homónima en FARO

El columnista de FARO, Xaime Fandiño. | // XOAN ÁLVAREZ

Xaime Fandiño (Vigo, 1952) es un profesional polifacético y como él mismo dice: jubilado outsider. Periodista, profesor universitario, realizador, músico y, entre otras cosas, también columnista de FARO. El próximo sábado 2 de abril presenta su libro La acera volada en la cafetería El Castro a las 13.00 horas. El libro cuenta con las colaboraciones de sus paisanos Antón Reixa y Carlos Mouriño y es una recopilación de todos sus artículos publicados en este periódico.

Esta publicación marca un cambio de rumbo de su columna, ahora se llama Más allá del gueto cronológico. En ella, Fandiño reflexiona sobre el que desde 2016 es su campo de estudio: la dignificación del envejecimiento. La implicación es tal que se plantea hacer una nueva tesis sobre el tema y la CRTVG ya le ha aprobado la difusión de un programa de televisión sobre el envejecimiento.

–Cuénteme cómo ha sido la reflexión que le ha llevado a cambiar el nombre y el enfoque de su columna en FARO.

–Pues llevo desde 2016 metido de lleno en el tema del envejecimiento como campo de estudio. Reflexionando sobre cómo aprender a envejecer, sobre valorar la idea de hacer un plan vital de contingencias, un plan de vida... Poner en la agenda mediática el envejecimiento como tema importante. La pandemia lo ha traído un poco al foco, pero de una manera traumática, con las muertes de las personas mayores en las residencias. Investigando sobre esto me daba cuenta de que los sistemas que había no eran aptos para las necesidades de este siglo. Ahora parece que se está replanteando todo y me parece muy bien, sobre todo con el edadismo [la discriminación por edad]. Por eso este cambio.

–Sobre todo este año de columnas. ¿De qué le sirvió haber hecho ese ejercicio de introspección y memoria con “La acera volada”?

-–Pues un poco eso que mencionas, ese ejercicio. La verdad es que tengo una buena memoria y eso me ha servido para escribir durante todo este año esos recuerdos de infancia con mi visión subjetiva.

–¿Qué relación le une a Antón Reixa y Carlos Mouriño para que les haya invitado a hacer el prólogo y el epílogo de su libro?

–Los tres somos del mismo barrio [ríe], de cerca del Barrio do Cura. Me dije, lo mejor es que me los haga alguien de la generación anterior y otro de la generación siguiente. Y los dos hablan del barrio. De esa acera volada que es el Paseo de Alfonso XII. Por eso también la presentación será en la cafetería El Castro, que era donde íbamos a ver la televisión con nuestros padres cuando no la había en casa. Allí, al lado del olivo. Es una historia circular, volvemos a aquellos momentos. Me pareció que era una idea muy bonita. Mouriño se quedó alucinado cuando lo llamé y empezamos a recordar cosas juntos.

–Para quien haya leído poco su columna, ¿qué se encontrará el lector en su libro? ¿Una especie de crónica no oficial?

–Me gusta eso de crónica no oficial. Es una crónica muy subjetiva, claro, desde mi óptica. Lo que sí que es verdad es que plasma aquella ciudad que poco tiene que ver con la de ahora. Nos conocíamos todos en aquel momento. Y yo cuento cosas de entonces que ahora son inconcebibles y con las que te quedas alucinado. Era otra época, te buscabas la vida como podías y te hacías mayor a los doce años. Yo a los ocho ya iba solo a los Salesianos. Al bajar nos enganchábamos en el camión de la panificadora y bajábamos. Llegábamos a casa llenos de harina (ríe).

–En la presentación actuará con su banda, Deteriorados. Hábleme de esta propuesta.

–Cuando me jubilé en la Universidade de Santiago de Compostela me di cuenta de que no podía hacer nada. Nada más allá de los viajes del Imserso, clases de mantenimiento y los bailes de salón... Todo lo demás está prohibido para una persona mayor, sobre todo si generas actividad económica. Te quedas en una especie de limbo. La gente que le gusta viajar mucho igual lo pasa bien, pero hay otra que sentado en una silla puede tener un universo en la cabeza. Entonces, se nos ocurrió formar una banda a mi amigo Chimay y a mí, los dos alrededor de los setenta años. Pero quisimos que fuese intergeneracional y nos juntamos con otros músicos jóvenes. Estamos cubiertos desde los veintitantos hasta los setenta. El estilo musical que hacemos es country bluseroico do delta do Morrazo. Tenemos muchas canciones sobre Vigo: Vigo vai, El jodechinchos, El olivo, tenemos una al Sireno...

–Es por esa voluntad que se ha definido en varias ocasiones como militante intergeneracional. Cuéntele a un joven de qué va esto.

–Pues hablamos mucho de esos problemas de edadismo, de los estigmas etarios... Para que la gente joven vaya tomando conciencia de que es importante que vivamos todos juntos. Todos tenemos mucho que aportar. Nosotros tenemos mucho conocimiento y los jóvenes osadía y vitalidad para darnos. Ese intercambio es bestial. Cuando oigo eso de “adopta un abuelo” estoy en contra total. Yo diría “pilla un colega mayor”. Un amigo mayor con el que hablar de lo divino y lo humano.

–Con la banda entiendo que les es más fácil comunicar estas ideas.

–Claro, es mucho más fácil. El problema que hay es la falta de escenarios intergeneracionales. No existen. Esos escenarios se dan cuando tienes intereses comunes. Por ejemplo, cuando trabajas tienes compañeros de todas las edades. Pero cuando se acaba la relación laboral, pasas a ese gueto cronológico. Entonces esa relación pasa a ser con la gente de la misma edad, con lo cual solo hablas de achaques, del Sintrom, del colesterol... Tú le hablas de la próstata a un joven y pasa de ti, como es natural. Por eso, si amplías esos contactos se enriquece la relación social.

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