La Reconquista de Vigo por fin ha estrenado la catalogación como Fiesta de Interés Turístico Nacional y lo ha hecho demostrando que es incluso mucho más que eso. Durante los tres días en los que el Casco Vello retrocede en el tiempo a 1809 hay tiempo para (casi) todo. Más allá de la importancia de reivindicar el mayor acontecimiento de la historia de la ciudad, la celebración que alcanza el cuarto de siglo de vida en esta edición se ha convertido en la mayor romería urbana de Galicia. Un recinto en el que comer, beber, bailar, saludarse y charlar con todo el que esté dispuesto a seguir las ganas de pasarlo bien.

Los puestos de comida se llenaron toda la mañana. | M.G. BREA

Todas las conversaciones que se iniciaban en todos estos reencuentros acababan derivando en dos axiomas sobre esta edición. El primero, que el ambiente superaba con creces todo lo visto en los últimos dos años; confirmando que la pandemia ha entrado en una fase totalmente distinta a nivel sanitario y social. El segundo, las ganas de fiesta de una ciudad que quiere dejar atrás cualquier mala noticia económica, industrial o internacional. La reivindicación del derecho a la alegría aunque se esté conmemorando una situación similar a la que se vive en Ucrania actualmente y que siempre está presente.

María tuvo una emboscada para su despedida de soltera.

En lo que a baile y música se refiere, los grupos folclóricos que no actuaban en los escenarios principales hicieron de Teófilo Llorente su “sambódromo” particular. Canciones y pasos de baile que el resto del año parecen marginados en la ciudad hacen imposible cruzar la calle sin contagiarse de su ritmo.

La Orquesta Infantil e Xuvenil pone la banda sonora. A salvo del bullicio de los puestos gastronómicos y artesanales, La Colegiata también tuvo ocasión de vivir la fiesta a través de la música. La Orquestra Infantil e Xuvenil de Vigo Kv2211 formada por 60 jóvenes intérpretes actuó en el templo bajo el título “Música para unha Reconquista”. El próximo será “A Forza dunha lingua” el sábado 14 de mayo en Bembrive y estará dedicado a Florencio Delgado Gurriarán por las Letras Galegas.

Entre los trajes elegidos no faltan ni los detalles ni los anacronismos. El mismo vestido o armadura de soldado de la Arribada es reutilizado sin pudor en la Feira Franca, la Festa da Historia de Ribadavia y la Reconquista. ¿Qué importan 400 años de diferencia cuando se pueden ver incluso piratas en la ribera del Berbés?

También los hay que, incluso viviendo fuera de la ciudad por motivos laborales o académicos, han priorizado estos días por encima de la Semana Santa para volver a casa y rodearse de nuevo de los suyos en un ambiente más cercano a la Navidad –donde las escaleras de La Colegiata se llenan por completo– que a cualquier recuerdo que nos quede previo al del coronavirus.

También es un lugar válido para las despedidas de soltera que, como las buenas estrategias bélicas, deben ser mediante emboscadas. Así le ocurrió a María, a la que sus amigas no dudaron en vestir de general. Junto a ella, también Elena con una cinta de honor que la distingue como novia. Ante la pregunta de si había más ganas de la despedida de soltera o de la Reconquista, la respuesta es obvia: de la primera aún habrá más capítulos, esta hay que exprimirla.

También los hay que llegados desde fuera se entregan como si estuvieran censados en la “fiel, leal, valerosa y siempre benéfica”. Es el caso de Lucía Sicre, natural de Ferrol y que escuchó hablar por primera vez de ella esta semana gracias a unas compañeras de carrera en Pontevedra. “Me esperaba gente pero no tanta, es genial” reconoce tras convencer a dos amigas con ella.