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Ribera entierra el enganche a la alta tensión que Stellantis ve crucial para su continuidad

El Consejo de Ministros aprueba la planificación de redes eléctricas hasta 2026 sin la nueva subestación de Vigo que evitaría pérdidas de producción por microcortes de tensión | “Ni nos han recibido”, claman desde la multinacional

Trabajadores de Stellantis, en la línea de producción. Marta G. Brea

Carpetazo definitivo al proyecto que pondría fin a más de una década de pérdidas de producción en la planta de Vigo de Stellantis por los microcortes de tensión y que le permitiría competir en igualdad de condiciones con otras fábricas en la factura eléctrica. El Ministerio de Transición Ecológica y el Reto Demográfico ha excluido definitivamente la conexión del polígono vigués –de la ciudad, en definitiva– con la red de Muy Alta Tensión (MAT) de Porriño y la construcción de una nueva subestación en Balaídos del plan de desarrollo de redes eléctricas para el periodo 2021-2026, una actuación sí prevista en la planificación anterior (2015-2020), bautizada como Novo Vigo 2020 pero que no se llegó a ejecutar por falta de voluntad política. Esta decisión, refrendada ayer por el Consejo de Ministros, deja a Balaídos como la única factoría de automóviles del país sin este servicio, y a Vigo también como la única gran ciudad española de más de 250.000 habitantes conectada a la red básica de 132 kilovoltios (kV).

Ni la unidad de toda la industria del automóvil, con más de 23.000 empleos directos y responsable de un tercio de las exportaciones gallegas, ni el apoyo al proyecto de Xunta, Concello y Zona Franca han hecho cambiar de opinión a la ministra Teresa Ribera, que ya el pasado enero, en una visita a Galicia, advertía que Stellantis estaba “muy lejos” de cumplir los requisitos de potencia exigidos para desbloquear esta inversión, pese a que los informes remitidos al Ministerio por la propia multinacional recogen que este mínimo se alcanzará en los próximos años, con la electrificación de la gama de vehículos del centro. Ribera dejó entonces una puerta abierta a la esperanza al afirmar que “tenía una reunión pendiente con Stellantis” antes de tomar una decisión definitiva, reunión que, según ha podido saber este periódico, no se ha llegado a celebrar. “Ni nos han contestado”, reconocían ayer desde Balaídos, donde la incredulidad por el carpetazo a un proyecto crucial para fijar esta industria en Galicia crecía por momentos. Ni Stellantis ni la Xunta, que presentaron alegaciones para volver a incluir Novo Vigo 2020 en el calendario de Red Eléctrica de España, fueron informados de que sus peticiones han sido rechazadas.

El proyecto ahora eliminado tiene el apoyo de la industria, la Xunta, el Concello y la Zona Franca

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El enganche de Vigo a la línea Atios-Pazos se solicitó por primera vez al Gobierno en 2013. La entonces planta del Grupo PSA, la primera industria del sur de Galicia, esgrimía razones de peso operativas y económicas. Operativas por la falta de fiabilidad en el servicio que ofrece la red de 132 kV que abastece a Vigo, que en épocas de tormenta no resiste la caída de rayos en el tendido, generando huecos de tensión que pese a durar microsegundos provocan averías de software y hardware, obligando a parar la producción durante horas y a reprogramar autómatas en unos talleres cada vez más digitalizados. Y económicas, porque el resto de factorías de automóviles del país, incluidas las otras dos de Stellantis en España (Zaragoza y Madrid), pagan menos por la electricidad que Vigo (el grupo estima que podría ahorrar un millón de euros al año enganchada a una red de 220 o 400 kV).

El proyecto, que ahora se cae en la nueva planificación hasta 2026, había pasado una primera criba y REE lo incluyó en su programa de inversiones para el periodo 2015-2020 con el nombre de Novo Vigo 2020, incluyendo la conexión –que debería ir soterrada en la entrada al municipio al ser una zona urbana– y la construcción de una nueva subestación en Balaídos, obra para la que incluso Zona Franca había comprometido su apoyo financiero como dueña del parque. La inversión superaba los 70 millones de euros y recibió, al menos públicamente, el respaldo de todos los ejecutivos que han gobernado en Moncloa desde 2015 hasta el actual, aunque ninguno de los anteriores dio el paso definitivo para desbloquearla: la declaración de “excepcionalidad” del proyecto. La puesta en marcha de una conexión de estas características exige un consumo intensivo de electricidad que el polígono vigués no alcanza, como bien advirtió Ribera, por lo que sin el OK del Gobierno, y pese a estar recogido en el plan de REE, el proyecto no llegó a ver la luz.

La infraestructura, como han reconocido expertos en redes eléctricas de la Universidad de Vigo, beneficiaría no solo a la planta de Balaídos, sino a toda la ciudad, ya que una red de 220 o 400 kV es mucho más fiable y sufre menos apagones y caídas de tensión. De hecho, Vigo es la única ciudad española de más de 250.000 habitantes que sigue conectada a la red de 132 kV. El resto opera a 220 o 400 kilovoltios.

¿Qué está en juego con este proyecto? Según Stellantis, la competitividad del sector de automoción y, por extensión, “su permanencia en Galicia”. “No acometer esta infraestructura penaliza nuestra actividad en Vigo, ya que nos posiciona en clara desventaja respecto a otras implantaciones industriales en un momento de transformación de la automoción a nivel global en el que la eficiencia y la competitividad condicionan todas las decisiones de inversión”, advirtió el grupo hace un año, en plena tramitación del plan de redes eléctricas.

Reclamación histórica

  • La obsoleta red de 132 kilovoltios

    El polígono de Balaídos –todo Vigo, en general– está conectado a la red de 132 kV, muy vulnerable en caso de tormentas eléctricas que generan huecos de tensión, y más cara para la industria. De hecho, Vigo es la única gran ciudad española sin acceso a la red de 220 o 400 kV.

    El ansiado enganche a Porriño

    Desde 2013, la planta de Vigo del grupo Stellantis lleva suplicando a Industria acceso a la red de 220 kV que atraviesa Porriño, logrando estabilidad en el servicio (sin paradas ni averías por huecos de tensión) y un mejor precio en la factura.

    Una obra aprobada ya por Red Eléctrica

    El proyecto, que tendría un coste estimado de 70 millones, ya se incluyó en el anterior programa plurianual inversor de Red Eléctrica. Incluía una nueva subestación en Balaídos bautizada como Nuevo Vigo 2020. No se llegó a realizar porque exigía una aprobación de excepcionalidad por parte de los sucesivos Gobiernos desde 2013 que nunca llegó pese al compromiso político.

Para Galicia no, pero sí para Cataluña

Las alegaciones de Stellantis para no dejar caer el proyecto se basaban en tres argumentos: uno, que la infraestructura ya fue aprobada por el propio Ministerio en 2015; dos, que va en línea con el esfuerzo que está acometiendo la Administración central para impulsar el coche eléctrico y la descarbonización de la economía; y tres, que Moncloa ya autorizó un proyecto similar para un laboratorio catalán en 2009.

El Gobierno, por aquel entonces capitaneado por José Luis Rodríguez Zapatero, aprobó una conexión de 220 kilovoltios (la misma potencia que reclama Stellantis desde 2013) al laboratorio de luz Sincrotrón Alba en Barcelona, una decisión que se justificó entonces por la necesidad de un suministro eléctrico de alta calidad y fiabilidad, pese a que la potencia de suministro a demanda era en este caso muy inferior a la que exigía el Ministerio para autorizar este tipo de infraestructuras.

El caso es similar al de Vigo. Stellantis necesita una mayor fiabilidad en el suministro porque la red actual de distribución que llega a Vigo, de 132 kV, no es capaz de evitar unos huecos de tensión en épocas de tormenta que provocan graves daños en la planta, un problema que se resolvería con el enganche a la red MAT de Atios-Pazos. A la postre, esos huecos de tensión, que duran microsegundos, se traducen en averías y pérdida de producción en una planta cada vez más automatizada.

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