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Vigueses Distinguidos
Antón Costas Presidente del Consejo Económico y Social de España

“El dinamismo industrial de Vigo ha dado oportunidades a las familias trabajadoras”

El presidente del Consejo Económico y Social de España será galardonado hoy como Vigués Distinguido

El catedrático de economía, Antón Costas. Marta G. Brea

Antón Costas (Vigo, 1949) es uno de los economistas más respetados del país. Catedrático de Política Económica en la Universidad de Barcelona, desde el pasado año dirige el Consejo Económico y Social de España, el órgano consultivo del Gobierno en materia socioeconómica y laboral. En la gala de esta noche recibirá de la ciudad a la que sigue estrechamente vinculado el galardón como Vigués Distinguido.

–¿Qué sintió cuando le dieron la noticia?

–Alegría. Es de estas cosas que la modestia te llevaría a decir “no me lo merezco”, pero lo cierto es que me siento muy alegre. De alguna forma, esta distinción la atribuyo y la comparto con mis padres y el conjunto de gentes de mi parroquia, que es Matamá.

–¿A lo largo de su vida cuál ha sido su vinculación con la ciudad?

–Cuenta un amigo empresario conocido, Amancio López [presidente de Grupo Hotusa], que, al parecer, en una ocasión me preguntaron “oye, Antón, ¿tú cuándo te fuiste de Vigo?”. Yo no lo recuerdo, pero parece que mi respuesta fue “ir, lo que se dice irme, nunca me he ido”. Siempre he permanecido aquí, mi vinculación es constante. Paso un cuarto del año en mi casa de Matamá. Nunca he dejado de considerarme vigués.

–Si lo dice es porque alguien lo ha puesto en duda.

–Hace poco en Sevilla, el cartel de la mesa en la que yo hablaba ponía ‘Antón Costa’ porque es muy frecuente que me tomen como catalán y borren la ese de mi apellido. De estas anécdotas tengo muchas. No hace mucho, en una oposición de cátedra en Málaga, que había sido muy rápida, bromeé con que no firmaría el acta hasta que no se me pagase el taxi desde el aeropuerto. Y un compañero me volvió a identificar como catalán. Yo le respondí que de eso nada, que el poco patrimonio que tengo está en Galicia. Él después utilizó una expresión muy bonita. Me dijo “qué definición más catalana de ser gallego”. Yo nunca me he ido de aquí. Mi relación es muy fuerte con la ciudad.

–¿Qué recuerda de aquella infancia y juventud?

–Tengo algún buen recuerdo de la escuela de joven. Luego a los catorce años comencé a bajar a Vigo porque había empezado a trabajar como aprendiz en Construcciones Navales Paulino Freire. A veces lo digo de broma. Cotizo a la seguridad desde los catorce años (ríe). Y sigo haciéndolo. Recuerdo levantarme por las mañanas y a las siete de la mañana bajar por San Andrés, por Alcabre, por Bouzas... Poco antes de las ocho tenía que estar en la empresa.

–¿Fueron años agradables?

–Los recuerdo así, desde luego. A veces digo que a las cuatro virtudes cardinales [templanza, prudencia, fortaleza y justicia] hay que añadirle la puntualidad. Eso me viene de esos años, precisamente. En aquella época bajábamos desde Matamá y no teníamos relojes, claro. En aquella época era impensable. Pero lo que sí había eran las sirenas de las fábricas. Ibas andando durante casi una hora y según la sirena que escuchabas, sabías si ibas con retraso y tenías que apurar, o si ibas con tiempo y podías ir más relajado.

–Qué descripción tan evocadora del ambiente de la época.

-Lo cierto es que veo a Vigo como una ciudad de gran dinamismo industrial y económico, pero también social. Ese dinamismo industrial nos ha permitido a personas que veníamos de familias de trabajadores, combinarlo con la escuela, con el estudio. Siempre digo que soy el producto de una madre que se empeñó en que además de trabajar, su hijo estudiase el bachillerato.

–Le hago una pregunta de actualidad. En su participación en el club FARO mencionaba las oportunidades que podrían surgir de la pandemia y su diferencia con la crisis financiera. ¿Cómo ve el futuro de Europa en el escenario geopolítico actual?

–Hace unas semanas lo decía así en una entrevista: “El futuro del mundo es Europa. No es China, no es EE UU”. Es decir, yo veo a Europa como un territorio que marca algunas direcciones del futuro. La pandemia es un momento hamiltoniano [Alexander Hamilton fue el primer secretario del Tesoro de los Estados Unidos]. Lo digo porque él logró mutualizar la deuda de los estados de los EE.UU. Tras la guerra, algunos estaban muy endeudados y otros con superávit, pero nadie quería compartir. Hamilton consiguió generalizar la deuda y crear unas nuevas políticas industriales y tecnológicas federales que dieron lugar a ese gran país. Pues bien, la pandemia, especialmente a través de los fondos Next Generation, ha conseguido, por un lado, la mutualización y la creación de un nuevo instrumento financiero que es la deuda europea. Esto es importantísimo. Por otro lado, estos fondos son también el indicativo de una política industrial estratégica para la Unión Europea. Por eso creo que la pandemia tuvo este efecto beneficioso. Creo que va a ocurrir lo mismo con la guerra de Ucrania. Va a ser un segundo momento hamiltoniano para Europa.

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