Las campañas de inspección, el control sobre los puntos de vertidos autorizados y las alertas o aviso al 112 permitieron a la Consellería de Infraestructuras e Mobilidade incrementar hasta los 217 el número de focos de vertido identificados a lo largo de 2021, de los cuales 18 –casi uno de cada diez–, y aquí viene lo preocupante, son considerados contaminantes al no cumplir con los límites de carga microbiológica o química fijados por ley.
La cifra, si bien alta, se ha ido reduciendo en el último lustro casi a la mitad. El mayor descenso se produjo sin duda a partir de 2018, coincidiendo con la puesta en marcha de la nueva EDAR (estación depuradora de aguas residuales) del Lagares, que hizo reducir estos focos contaminantes de los 35 detectados entonces a los 18 actuales, según los registros de Augas de Galicia.
Precisamente este ente dependiente de la Xunta, realiza un seguimiento continuo y exhaustivo de los puntos de vertido, pasando a estar inventariados y controlados. Del total de los 217 detectados en la Ría de Vigo, 126 no revisten cierto peligro al no ser contaminantes mientras otros 72 ya fueron subsanados por los técnicos. Según los datos que maneja la Consellería, en una ocasión pese a cumplir con los valores marcados, el organismo autonómico tuvo que abrir una investigación por el impacto de un vertido en el entorno.
Atendiendo a cada una de las rías vigiladas por Augas de Galicia, Vigo es la segunda que registra un mayor número de vertidos solo por detrás de la Ría de Arousa, que los duplica con 465 puntos detectados. En cambio, en cuanto a los vertidos contaminantes, las rías de Muros-Noia, Pontevedra y Ferrol superan los 18 focos localizados en las costas de Vigo y su área.
Así, en total, vertidos de carácter doméstico urbano, de industrias o causados por deficiencias en las redes de saneamiento, conexiones erróneas en las canalizaciones o carencias en los sistemas de depuración están detrás de los casi 1.700 puntos inventariados el año pasado.
Existen diversos tipos de productos que contaminan los mares, unos más peligrosos que otros pero todos suponen una amenaza para la fauna marina. Empezando por los productos químicos procedentes de las industrias –expertos consultados inciden en su predominancia desde los años 70 y 80 aunque apuntan que su influencia fue contrarrestada por los avances en las depuradoras– o uso doméstico, incremento de productos farmacéuticos, aguas residuales, pesticidas, sin olvidar la basura, especialmente la de plásticos, que tardan cientos de años en biodegradarse.
Afectación a la fauna
La Xunta estima que estas labores permitieron que entre 2010 y 2021 recuperar más de 14,3 millones de metros cuadrados de superficie para el marisqueo, mejorando las condiciones en 33 zonas de producción de moluscos bivalvos. Recuerda también que se movilizaron 1.100 millones desde 2009 para dotar a los municipios de las infraestructuras hidráulicas que permitan mejorar la calidad de las aguas.
