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José Manuel Otero Novas Exministro, abogado y escritor

“Volvemos a los tiempos de Franco: hay que opinar con mucho cuidado”

El exministro vigués abre este jueves las III Jornadas Católicos y Vida Pública, en las que se analizará la corrección política

José Manuel Otero Novas, en una charla ofrecida en Vigo. MARTA G. BREA

“Volvemos a los tiempos de Franco: hay que opinar con mucho cuidado, vigilando mucho el lenguaje”. Son palabras del exministro de exministro de Educación con el gobierno de Adolfo Suárez, José Manuel Otero Novas (Vigo, 23 de marzo de 1940), abogado y escritor. Participará esta semana en las III Jornadas Católicos y Vida Pública, que se celebran el jueves y viernes en la Sede Afundación bajo el abrigo del título “La corrección política: análisis y actitudes”. Organiza el evento la Asociación Católica de Propagandistas. Días antes de poner rumbo a Vigo, ciudad que “echa de menos” y le “ensancha el corazón”, habla de temas que abordará en su conferencia, que expondrá el jueves desde las 19.30 horas.

–Para usted, ¿qué es la corrección política?

–Se refiere a esas convenciones que determinan que hay ciertas cosas que son verdad y quien no lo crea queda fuera de un consenso civilizado. Eso que se está estableciendo me parece mal. Yo hablaré de algo conectado con eso: me preocupa más la libertad. La corrección política impide la libertad. Hasta hace unos 40 años, el compromiso, fueras cristiano o no, era reclamar la democracia, era lo que debías hacer. En este momento, el compromiso, a pesar de que vivimos bajo un sistema democrático, es la libertad. Ese es mi tema. Reclamar la libertad me parece importantísimo. Pienso hablar de que no es ninguna contradicción estar en un sistema democrático y tener que reclamar la libertad.

–¿Está en riesgo la libertad en España?

–Sí. Hay restricciones. En los sistemas no democráticos, es decir, las dictaduras, como le pasó a España, así como a gran parte de Europa, el problema de la libertad es que te meten en la cárcel. Cuando llega la democracia, no te meten en la cárcel, pero sin hacerlo, pueden restringirte mucho la libertad, y es algo que no valoramos. Puede haber un sistema que oprima tanto como la cárcel.

–¿Podría ponerme algún ejemplo?

–No poder hablar de asuntos de los que no puedes discutir. Echo de menos presenciar debates sobre el llamado cambio climático. En España, se celebra la Convención del Clima en diciembre de 2019 y sale el presidente del Gobierno [Pedro Sánchez] y dice que quienes no compartan la idea oficial son estúpidos y fanáticos, no dio ni una razón. Quiero oír a los que están a favor y en contra y poder hacerme una opinión. Sé que hay ciudadanos que piensan que no es correcta la ley de violencia de género y se les llama machistas y punto, y ya no pueden hablar, y es necesario hablar y valorar si todo está bien.

–Estamos hablando de la corrección política.

–Sí. El problema es que estamos en la fase final de la línea de la cultura que comenzó al acabar la Segunda Guerra Mundial, y ya hemos empezado a retornar a la fase anterior de la primera mitad del siglo XX. No solo por la irrupción de los partidos populistas, sino también porque se han vuelto a establecer delitos de opinión en toda Europa.

–¿Se considera víctima de la corrección política?

–No. Sí la observo, y me podría dar miedo hablar de ciertos temas: por ejemplo, del cambio climático o de la violencia de género. De vez en cuando, los trato. Viví en el régimen de Franco. Discrepé de ese régimen, quería la democracia, me acostumbré a hablar de tal manera que pudiera decir lo que quería sin que me procesaran. Tengo un hábito de cuidar el lenguaje para tratar de no salir de la legalidad. Me he manifestado discrepando de las leyes LGTBI, creo que pretenden establecer algo que no se puede aceptar de acuerdo con la Constitución y la Declaración Universal de los Derechos del Hombre. Volvemos a los tiempos de Franco: hay que opinar con mucho cuidado, vigilando mucho el lenguaje.

–¿Desde cuándo le sucede?

–Desde finales del siglo XX, ya se va produciendo esto. Las leyes que condenan el negacionismo son de finales del XX y principios del XXI. Y a raíz del populismo. En España, son populistas Podemos, Vox o los partidos separatistas. Hablaré también de rasgos de populismo que se ven en partidos de centro, históricos, que no son inmunes. Apelan a los sentimientos y sus medidas son poco serenas, cultivan lo plebiscitario.

–¿Como cuáles?

–Prefiero dejarlo para la conferencia.

–¿Defiende la incorrección política?

–Defiendo que seamos libres. La libertad consiste en que, si coincides con el poder, lo apoyes, y si no, que lo puedas decir sin miedo, no solo miedo a la cárcel, sino al ostracismo, que te insulten.

–¿Por qué cree que existe la corrección política?  

–Todos consideramos que tenemos la razón, entonces, si tienes la posibilidad de ponerte de acuerdo con personas influyentes, y tienes autoridad para imponer criterio, estableces un sistema de corrección política. Los poderosos del mundo, por ejemplo, los políticos, y no solo los políticos, que quizá no son los más poderosos, tienen unas facultades sobre la población enormes. La televisión les da posibilidades como nunca antes, y tenemos también las redes sociales: la gente puede estar mucho más dominada que en otros tiempos.

–¿Qué consecuencias tiene en la sociedad la corrección política?   

–Reduce el ámbito de la libertad, y, por consiguiente, nuestro deber y compromiso es reclamar esa libertad. Tratar de buscar la manera de que los poderosos no puedan imponer su modo de hacer o pensar porque les tengas miedo a las represalias, y no hablo de la cárcel. Es curioso que, después de que nuestro Tribunal Constitucional dijo que el pensamiento ni la expresión delinquen, en 2020, el Congreso de los Diputados, casi por unanimidad, aprobó una proposición no de ley instando al Gobierno a combatir el negacionismo. ¿Los políticos no saben que va contra los derechos humanos? Eso hay que corregirlo. Por ese camino, vamos mal. Están pisando derechos.

–¿Hay exceso de corrección política en la sociedad?   

–En el sentido peyorativo, sí, suficiente para que debamos pensar que hay que corregirla. Marca un camino que no conduce a nada nuevo.

–¿De qué más hablará en la conferencia?  

–La esencia será eso: si hemos trabajado por la democracia, toda trabajar ahora por la libertad si no queremos volver por caminos que no conducen a nada nuevo.

–¿Cómo se puede lograr?

–Pienso que tanto la derecha como la izquierda hicimos una transición a la democracia y a un sistema constitucional con defectos, pero suficientemente bueno. Hay que defender el pacto constitucional, mantenerlo, arropar al Tribunal Constitucional para que sea independiente, más de lo que es ahora, porque no es perfecto. 

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