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Se fue, plácidamente, mientras dormía, Atilano Aláiz

Fernando Franco

Me dice Ana Canoa, que me dio la mala nueva anteayer de noche, que se fue mansamente, que se quedó como un pajarito, plácidamente, mientras dormía la siesta. Atilano Aláiz, religioso claretiano, misión cumplida. Hace casi 40 años que yo hablo de sus libros, que son unos 58. Del último, El libro abierto de mi vida, escribí hace solo unos días, cuando ya le habían trasladado por su delicado estado de salud a la Residencia de los Claretianos en León, y decía en sus primeras líneas: “Me encuentro en esa sala de espera que, dada mi edad, no puede ser muy larga”. Acertó de pleno. Leonés de Villavente de la Sobarriba. Estudiante en la Universidad de Salamanca. Veinte años en América Latina. Treinta en la parroquia del Corazón de María en Vigo. Experto en el estudio de las sectas. Fundador del comedor benéfico Maciel... Siempre positivo y muy querido. El año pasado recibí un largo texto el día de mi cumpleaños que empezaba así: “¡Una cascada torrencial de felicidades, Fernando! ¡Feliz arribada al club de la segunda juventud!”. Me decía que estaba procurando que su tercera edad se convirtiera en su tercera juventud, que cada vez le quedaba menos tiempo de prórroga y que ya tendría en breve oportunidad de gozar del descanso eterno. Murió feliz porque tenía un Dios en el que creía ciegamente. En FARO le hice sus memorias hace años.

El cazador de Zamanes

El padre Atilano Aláiz murió dejando 58 libros con su firma pero el policía local vigués Germán Pardo Lázara está muy vivo, requetevivo a sus 50 tacos, y hoy le presenta el concejal Abel Losada El cazador de Zamanes, su primera obra, en La casa del Libro (19 h.). Hace una semana el guardia civil Ramón Otero presentó Magna, su segunda novela con el Vigo de ayer y el de hoy como protagonista. Hoy el agente de la Policía Local Germán Pardo presenta su “opera prima”, y Vigo –solo el de hoy– también es el escenario de su novela de intriga. Buenos discípulos del excomisario García Mañá, que fue el primero que nos sorprendió con su larga pluma. Nuestras fuerzas del orden prefieren sacar la pluma antes del arma. Pues ya sabéis, hoy en La Casa del Libro.

Pero si preferís burbujas...

Pero si en vez de libros preferís saber de vinos, ya os aviso de que en Muta (Joaquín Loriga, 9,) a las 20 h., tenéis una sesión de catas de Entreviños. La titulan A música das burbullas, unha viaxe diferente y será dirigida por Joaquín Pacheco, que es un sumiller experto en champagne. Con él recorreréis una comparativa de las burbujas entre Galicia y otras zonas del mundo Tenéis que reservar plaza, claro, en muta@muta.gal.

Elogio de la lentitud. El título me lo sugirió nuestra fotógrafa, Marta G. Brea, que al pasar por Monte Boi en Baiona quedó prendada de esta estampa: mayores disfrutando de la belleza de las cosas que la vida da gratis. Ahí, frente al mar de Baiona, una sentada atlántica gozando del “tempo lento” que permite la jubilación tras una vida que de seguro antes tuvieron que transcurrir corriendo. El agua que se bate contra las rocas, como las rompientes de la vida humana. “Entra la noche como un trueno por las rompientes de la vida”, se dice en el Génesis.

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