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“Nunca hubo un conflicto, siempre fue una guerra”

Marta Skyba es una de los 148 ucranianos afincados en la ciudad | Teme por su familia si, finalmente, Rusia acaba invadiendo su país

Marta Skyba, ayer, en A Laxe. Ricardo Grobas

Es una de los 148 compatriotas –según los datos del censo municipal– que forman la comunidad ucraniana en Vigo. Marta Skyba (43) conoce de primera mano la tensión que en estos momentos está viviendo su país aunque ella se encuentre a miles de kilómetros. Se sorprende de la repercusión que ha alcanzado la amenaza bélica que Rusia ha lanzado sobre Ucrania y que ha provocado los primeros movimientos de la OTAN. El Ministerio de Defensa español ya ha anunciado su aportación con el envío de dos embarcaciones y también la disponibilidad de los cazas Eurofighter para desplegarse en Bulgaria. “Hasta ahora se hablaba siempre de conflicto entre Rusia y Ucrania. No. Nunca hubo conflicto, siempre ha sido una guerra, porque de forma continuada Rusia ha matado a miles de soldados ucranianos”, destaca.

Dice sentirse asustada, con el miedo lógico ante una situación de angustia, pero también de apoyo a los que se quedan defendiendo su país. El sentimiento de arraigo es mucho más fuerte que la amenaza de un presidente que considera “infame” que tiene como objetivo hacerse con el país vecino. “Puttin no va a parar, pero no lo va a conseguir. Lleva 8 años amenazando, asustando, pero confiamos en que no pase de ahí y no ponga en jaque a la población civil”, añade.

Marta Skyba, ayer, en A Laxe. Ricardo Grobas

Parte de su familia vive curiosamente en la zona más próxima a Polonia, en la pequeña ciudad de Galitzia, donde, por el momento, están tranquilos. “Tanto mis padres como mis hermanos están bien y sienten que la cosa no va a ir a mayores”, prosigue. Pero Marta teme por su prima, que vive a 1.000 kilómetros de la frontera con Rusia, donde la situación puede cambiar de un momento a otro. De hecho, ha comenzado a hacerlo. “Hablé con mi prima ayer y me contaba que, tras recoger a su hija en actividades extraescolares, vio que una marea de soldados rusos caminaba en sentido opuesto a ella. Se asustó. Ya están aquí, me decía”. Pese a que mantienen la calma, los ucranianos en Vigo se muestran preocupados ante el devenir de los acontecimientos, en manos ahora de las negociaciones diplomáticas. No obstante, están preparados. Llevan 8 haciéndolo. Cuando en 2014, se produjo la primera invasión de soldados rusos en Ucrania, empezó la verdadera guerra para los ucranianos. El desconcierto y la desinformación hicieron mella en una población que, ya en aquel entonces, empezó a hacer acopio de alimentos y documentación por si “tenían que huir a marchas forzadas”. Una lección aprendida que, de llevarse a cabo la invasión bélica, cogerá a los ciudadanos con los deberes hechos. “Es normal que la gente empiece a guardar lo necesario por si tienen que irse de un día para otro, sobre todo la población más cercana a la frontera con Rusia. Son los más vulnerables”, subraya.

“Es nuestra tierra”

“Y la defenderemos, es nuestra tierra, nuestra sangre”, destaca. En 2014, el ejército ucraniano estaba debilitado, sin recursos y con un número reducido de efectivos. “Pero gracias a las donaciones de los ciudadanos y empresas, ahora el ejército está preparado y más endurecido”, continúa. Ahora cuentan con los países vecinos que se han adherido a la causa ucraniana como Polonia o Lituania, además de Inglaterra. “Tenemos miedo, pero si el fatal momento llega, estoy convencida que muchos se quedarán. Es su casa”, concluye.

Marta Skyba, ayer, en A Laxe. RICARDO GROBAS

“Dormiremos donde sea pero acogeré a toda mi familia”

Se casó con un vigués en Ucrania y hace ocho años que tomaron los tres aviones que la separan de Ucrania para afincarse en la ciudad olívica. Trabaja como traductora y gestora ayudando a otros ucranianos en Vigo con la burocracia para normalizar su situación en el país. Marta está preocupada, y la voz se le quiebra cuando se imagina a su familia huyendo de su patria. “Acogeré a mi familia y a todos los que pueda. Dormiremos donde sea: en la bañera o en el suelo”, confiesa entre sollozos. Tiene un sobrino de tan solo un año de vida, y el temor a una posible estampida del país le parece “de locos”, aunque ya conoce el estado de guerra de cerca, puesto que para ella y sus compañeros “esta situación empezó hace años, pero es ahora cuando el mundo nos mira”, lamenta. 

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