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Mira Vigo

El museo de Lois Ripalda

Fernando Franco

El último día de este mes, mi admirado amigo Xosé Lois Ripalda, maestro por la Galicia irredenta y luego urbana en el CEIP Celso Emilio Ferreiro hasta su jubilación, escritor insaciable con más de 20 libros con sabor a Galicia en su haber... cumplirá 82 años. No son muchos y aún tiene una larga travesía por delante si llega a los de la viguesa Amalia Franco, que con 97 años se vino a pasar las Navidades a Vigo desde el New York en que reside, y acaba de volver allá hace unos días. A Ripalda los años no le disminuyen su vocación literaria y tiene ya en su mente la publicación de un librillo sobre Pepa Loba, la mítica bandolera, la 3ª entrega del inspector Chumbo y, no sé cómo, un homenaje a todos los abuelos que cuentan historias a sus nietos. Claro, él nació en un tiempo en que la gente aún se sentaba junto a la lareira para contar y oír cuentos, relatos. ¡Ah, y la noticia que le alegra! La casa donde nació en Erbedeiro, aldea del municipio de Carballedo, en la provincia de Lugo, un rústico pazo del siglo XVI,, en plena Ribeira Sacra, fue comprada y será un museo que llevará su nombre.

Nada permanece, nada es

Recuerdo yo con qué admiración recorríamos los niños en 1964, cuando se inauguraron, las Galerías Durán de Príncipe, todo un signo de renovación urbana de aquel Vigo entonces en crecimiento disparado. Aquel 1964 era el año en que desapareció el antiguo cine Royalty , el mismo en que el alcalde Fontán dejó el cetro a Portanet. Me entero de calzados Ebal, otro comercio de esas galerías Durán donde estaba aquel entonces moderno café Romanson, echa el cierre y apenas quedan media docena de comercios abiertos en las galerías. Al menos estas galerías llevan 47 años en pie de guerra, porque en la calle Carral estaba previsto que cerrara estos días, y quizás lo esté ya, el Brutal Bazar, un original local abierto con mucha ilusión por Raúl y Ze sobre la antigua librería San José, que solo duró tres años por enfermedad del primero. La ciudad vive una transformación permanente, del Edificio Ferrer al de La Villa de París; del Odeón a la Fábrica de Harinas La Molinera; del Rubira al Hotel Continental... en tiempos de nuestros padres y abuelos. Los cines en que nos iniciamos muchos vigueses en ese mundo mágico en que vimos llegar el technicolor admirados, ya no existen. En los noventa cayeron los cines Tamberlick y el Odeón; en 1999 echó el cierre el Ronsel, en la calle Ecuador; el Fraga, en 2001; un año después , el Plata y el Vigo... Cada generación pierde el paisaje de su infancia. Menos mal que nos queda, desde 1940, las bragas y corsés de la lencería Sánchez. ¡Gracias, Rosa y Aida!

Un mar de cruces. Hoy nos ponemos escatológicos y, si se quiere, transcendentes, con esta bella foto que hizo nuestra fotógrafa Marta G. Brea. En un juego de cruces con fondo oceánico, de luces y sombras, ahí veis el cementerio de Santa María de Oia. Cuando nuestro arquitecto, César Portela, construyó el cementerio de Fisterra, quiso ofrecer a los muertos el descanso que se merecen en un lugar sublime en el que la arquitectura fuera capaz de fundirse positivamente con la naturaleza, la tierra, el mar y el cielo. En Santa María de Oia, junto al monasterio que fue cárcel de guerra, no hizo falta el diseño de un arquitecto. Ya tenía esa paz marina para los suyos.

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