La música se apagará definitivamente este sábado en el Galo do Vento. El local del Casco Vello, refugio de la escena cultural de la ciudad y conocido por sus jam sessions, no ha podido resistir los sucesivos golpes de la pandemia del COVID. Ya a final del verano estuvo en la cuerda floja; de aquella salvó la bola de partido, pero solo sirvió para alargar unos meses la vida de un escenario por el que a lo largo de más de 20 años han pasado cientos de músicos, poetas y artistas de otras disciplinas. Sigue el camino de otras víctimas de la emergencia sanitaria, como El Contrabajo o el Tony's Guitar.

"Despedida y cierre. Hasta aquí hemos llegado. Gracias por todo lo que me habéis dado", anunció en las redes sociales el dueño, Armando Gómez, que invita a una última noche, a partir de las 20:00 de este sábado. Tocarán Heroínas —uno de los proyectos de Linda Lamarr e Indy Tumbita, aquí acompaños por Coral y Beatrice— y luego habrá sesión de improvisación.

Cartel de la última noche en el Galo do Vento

Cartel de la última noche en el Galo do Vento

El del Galo do Vento, ubicado en el número 12 de la calle San Vicente, es uno de esos casos en los que todo lo que puede salir resulta aún peor. Las restricciones para frenar la propagación del coronavirus lo mantuvieron siete meses cerrado, con lo que las deudas se fueron amontonando. La propia idiosincrasia del negocio, fundamentalmente nocturno e interior, le ponía las cosas aún más difíciles en el contexto pandémico. "Fue una catástrofe que todavía no se ha superado", resume Gómez. También probó a adelantar el horario y sacar un par de mesas a la puerta, pero las obras del túnel de Elduayen no creaban el mejor contexto para atraer clientes.

La situación derivó en un aviso de desalojo con fecha de 5 de septiembre por impago del alquiler. Ante el anuncio de cierre, sus clientes más fieles, en verdad amigos, se movilizaron y le propusieron una idea: un proyecto de micromecenazgo para enjugar las deudas y seguir adelante. Necesitaba 7.000 euros en 40 días, pero no pudo alcanzar esa cifra. Como establecen estas plataformas, si no se llega al objetivo se devuelve todo a los financiadores, por lo que no vio nada de los casi 3.000 euros que llegó a sumar. Ahora lamenta que la iniciativa se le volviese en contra: "Hubo gente que como había ayudado a través del crowdfounding ya no se acercaba".

El Galo do Vento entró entonces en un tiempo de descuento que se agota este sábado. Mientras llega la hora de apagar el equipo de música (que está a la venta), Armando Gómez hace memoria sobre los momentos vividos en estos "21 años y pico". Se queda con el trato con los músicos y artistas que han pasado. "Y con los controles policiales cada vez que había concierto", añade con ironía y sin perder el sentido del humor.