Con esa expresión de “es un mártir en vida” nos consolábamos y desahogábamos frecuentemente los compañeros y amigos de don Antonio al verle cómo quedó, postrado e impedido, desde la brutal paliza sufrida en el templo parroquial de san José Obrero y santa Rita de esta ciudad, en octubre de 2016. De la angustia durante el tiempo en que estuvo en coma inducido pasamos a admirarle, paciente y mártir indefenso, imposibilitado de toda actividad normal atado a la cama o la silla de ruedas.

Antonio siempre fue así: un corredor de fondo y un fajador imperturbable ante los golpes de la vida. Un hombre tan humano como de Dios; de recia espiritualidad, esencial, sin barroquismos ni filigranas. Un filósofo despierto, siempre de rodillas ante la providencia y sus planes.

Había nacido Antonio Rodríguez Suárez en febrero de 1934 en San Xulián de Cumbraos de A Coruña, en el Arzobispado de Santiago de Compostela pero se incardinó e hizo sus primeros estudios en esta diócesis de Tui-Vigo. Fue ordenado sacerdote en Comillas (Cantabria) en abril de 1963, porque había ido a formarse en Filosofía y Teología, en las que se licenció, en la Universidad Pontificia de esa ciudad cántabra. Más tarde se licenciaría también en Filosofía y Letras rama de Filosofía Pura.

Don Antonio Suárez, como era conocido, fue una persona seriamente entregada a cualquiera de las múltiples tareas que a lo largo de su ministerio sacerdotal se le encomendaron; por eso confiaron tanto en él los cinco obispos en cuyos pontificados ejerció su sacerdocio. Fue vicario parroquial de Bouzas nada más regresar a la diócesis de su etapa estudiantil (1963) pero en octubre del año siguiente ya se le destinará al Seminario Menor san Pelayo de Tui para ejercer de formador, profesor y Rector hasta que en 1970 se le encomienda el Rectorado del Seminario Mayor San José de Vigo.

Entre los numerosos encargos que recibió solo destacaré algunos: Delegado de Apostolado Seglar; director de la Casa de la Iglesia y Residencia Sacerdotal y, desde 1975 y durante muchos años para varias generaciones, el prudente, tolerante y por ello muy competente director de la Escuela de Magisterio de la Iglesia “María Sedes Sapientiae”. Fue también Delegado Episcopal de Enseñanza y Catequesis y director en Vigo del Instituto Superior de Ciencias Religiosas “San Agustín”; canónigo Penitenciario y desde noviembre de 2005, el Párroco de San Xosé Obreiro e santa Rita en esta ciudad.

Descanse en paz este hombre inteligente, espiritual y gallego hasta las cachas, buen compañero y amigo tierno, sencillo y sin ambiciones, sincero y perdonador hasta el final.

*Sacerdote y periodista