A irmandade das estrelas ha vuelto a sonar en Vigo. Han pasado ya 25 años desde que uno de los discos de referencia de Carlos Núñez saliese a la luz, pero los años no parecen haber pasado por él. Aquellas estrellas de las que Manuel Rivas decía que contaban “todas as historias do mundo”, siguen teniendo mucho que decir. Y si no, que se lo digan a los cientos de personas que ayer pusieron sus oídos a trabajar frente al espectáculo que Núñez y su banda dieron en el Teatro Afundación.

Hay leyenda y hay historia en sus vientos. Está el amor frustrado de los viejos sin derecho a querese que Castelao plasmó en su popularísima Lela. Pero también el dolor del duelo que Rosalía supó escribir en Negra sombra. A todos ellos Núñez rindió, ayer, un sentido homenaje.