“Yo era el segundo más rápido de la clase y ahora me ganan todos”, le decía Xián a su madre. No quería volver a su equipo de fútbol sala ni a la piscina, donde pasó de completar largos sin problemas a tener que ir agarrado a las corcheras. Y es que entre los efectos secundarios de la terapia para acabar con el cáncer –del que ya casi se puede considerar superviviente–, además del deterioro de la masa muscular, la fuerza, la función pulmonar, la cardíaca o la cognitiva, también está la depresión. La evidencia científica ya ha demostrado que el ejercicio físico adaptado puede ayudar a los niños en tratamiento con quimioterapia o radioterapia a reducir hasta en un 20% sus efectos secundarios. La Asociación Bicos de Papel y el centro Vigoentrena acaban de firmar un convenio para poner en marcha un programa pionero en Galicia para mayores de 12 años.

En el Hospital Infantil Universitario Niño Jesús, de Madrid, hace años que sospecharon de los beneficios del deporte en niños con cáncer y decidieron montar un hospital en el propio centro. Ahora, su teoría se sustenta ya en sólida evidencia científica. Jorge Torres, especialista en ejercicio oncológico del centro Vigoentrena, explica que la quimioterapia y la radioterapia, unidas al sedentarismo hospitalario, reducen las capacidades físicas del niño de forma progresiva. Además, el tratamiento fomenta la aparición de enfermedades crónicas antes de los 18 años, sobre todo, del corazón. Destaca que la práctica de deporte ha demostrado potenciar la eficacia del tratamiento y reducir estas comorbilidades, además de actuar en el ánimo de los pequeños.

La doctora María Tallón, oncóloga pediátrica en el Hospital Álvaro Cunqueiro, califica de “muy interesante” este proyecto. “A cualquier edad, pero quizás más a partir de la adolescencia, se tarda en recuperar la masa muscular”. Cuenta que, a corto plazo, sufren atrofia muscular y, a largo, osteoporosis. “Cualquier plan que suponga ayudarlos a perder menos masa y que, al finalizar el tratamiento, facilite la recuperación, va a ser muy positivo”, sostiene.

La doctora subraya que el ejercicio libera endorfinas, que producen sensación de bienestar, lo que “también es muy beneficioso”.

A través de un programa personalizado e impartido de forma individualizada o en grupos muy reducidos durante la terapia oncológica y tras este, buscan evitar la pérdida de masa muscular y de fuerza, reducir la adiposidad y reforzar su salud metabólica y ósea, así como su autoestima.

“Otro de los beneficios que tiene la práctica de ejercicio físico es que los tiempos de tratamiento se reducen al presentar mejor evolución, lo que conlleva menor gasto sanitario”, explica Torres. La doctora Tallón aclara que, “cuando uno está en mejor estado de forma, tolera mejor los tratamientos” y esto se puede traducir en que se cumplan las mejores previsiones de plazos en el protocolo previamente establecido de su terapia. “No le puedes poner el ciclo que le toca a una persona si no está en buenas condiciones”, apostilla.

El programa estará supervisado por las oncólogas de Pediatría del Álvaro Cunqueiro, que indicarán que niños consideran que pueden beneficiarse de esta actividad. “Es muy importante, sobre todo, para los padres, que somos reacios a que hagan ejercicio porque lo único que te preocupa es que no se muera. Pero si la oncóloga te dice que va a ser beneficioso, lo haces de cabeza”, explica Natalia Diesde, directora de Bicos de Papel. Se impartirá en las instalaciones de Vigoentrena y la asociación sufragará la actividad a las familias.

Por la edad a la que va dirigido, este programa podría beneficiar a alrededor de una docena de niños al año. El Hospital Álvaro Cunqueiro diagnosticó el año pasado 25 cánceres en menores y la enfermedad más detectada es la leucemia. A principios de 2021, rondaban la decena los menores en tratamiento activo y 160 estaban en seguimiento.