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Sandra rojas | Investigadora de Biología Animal de la UVigo
Sandra Rojas Investigadora de Biología Animal de la UVigo

“Estamos validando el uso de arpas eléctricas para intentar acabar con las avispas velutinas”

Sandra Rojas, investigadora.

Algunos de los especialistas más destacados en la lucha contra la avispa asiática en todo el mundo se dieron cita esta semana en el campus de Vigo en una jornada organizada por Atlantic Positive, la mayor iniciativa de investigación puesta en marcha en Europa para frenar la invasión de la avispa asiática, liderada por el Centro de Estudios Eurorregionales Galicia Norte de Portugal (CEER), entidad formada por las seis universidades públicas de este territorio. Sandra Rojas es investigadora del Departamento de Ecología e Biología Animal de la UVigo y una de las mayores expertas en el análisis del comportamiento de esta especie y una de las participantes en el proyecto.

–¿Por qué era tan necesario este proyecto?

–Porque en Galicia en solo seis años ha invadido toda la comunidad, y sus efectos devastadores son múltiples, tanto desde el punto de vista social, económico, como ecológico. En el plano económico, la apicultura, de fuerte tradición en este territorio, está siendo arrasada porque esta avispa es un depredador muy eficiente, acaba con las abejas y las disuade de ir al campo, dejan de ingresar comida a la colmena, y se reduce el número de crías. En la salud, las picaduras pueden llegar a ser mortales. Y ecológicamente, el efecto sobre los servicios de polinización es muy negativo. Las velutinas cazan insectos polinizadores, y este proceso, –la polinización–, tan necesario para la continuidad de nuestra biodiversidad, si se reduce, las consecuencias pueden ser fatales para la supervivencia, tanto de las plantas como de muchas especies.

–La avispa asiática, ¿por qué se ha acomodado tan bien a Galicia, más que a otros países?

–Porque tiene todo lo necesario para que no quieran marcharse. El clima perfecto con humedad, presas todo el año o abundancia de recursos naturales.

–En el contexto de la investigación que están llevando a cabo, ¿cuáles son las herramientas en las que están trabajando para la eliminación de esta especie invasora?

–Estamos probando unas y validando otras que ya estaban en marcha de forma minoritaria, como es el caso de las arpas eléctricas. Varios apicultores gallegos diseñaron este método en el que, cuando una velutina se acerca a una colmena, recibe una pequeña descarga y cae en una botella. Nosotros estamos validando el proceso que parece que funciona y sobre todo, estamos analizando la forma en la que las abejas son beneficiadas. Además, también estudiamos que esta herramienta pueda ser usada en otros contextos. Otras de las líneas de investigación que estamos siguiendo es la utilización de trampas y cebos para atraparlas o el uso de hongos, parásitos o virus para el control biológico.

Es mejor hacer una trampa selectiva que una masiva como la de recolectar a las reinas. De cada nido salen 300

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–Uno de los desafíos más importantes, que supondría un avance de gigante hacia la erradicación de las velutinas es la identificación de los nidos. El proyecto contempla mejoras en el dispositivo de radioseguimiento que venían usando hasta ahora.

–Sí, los chips que les colocamos a las avispas para localizar los nidos no eran del todo eficientes económicamente, perdíamos tiempo y dinero. Ahora conseguimos que esos dispositivos sean reutilizables, que los podamos recuperar y volver a usar.

–A parte de llamar al servicio de rescate correspondiente, ¿qué debemos hacer cuando nos encontramos con estas avispas?

–Primero, saber identificarlas. Porque a veces, vemos una abeja grande que no es velutina y la matamos, y eso no está bien. Pero sobre todo no usar trampas masivas, no selectivas. Deben ser selectivas y usarse cerca de las colmenas. Lo más importante es recolectar a las reinas. De cada nido salen 300 reinas. Es que se adaptan muy bien al entorno. Los nidos se camuflan en la vegetación, son muy eficientes reproduciéndose, desde el punto de vista ecológico.

–El objetivo es controlar la proliferación de esta especie asiática y tanto la sociedad como los directamente afectados por su existencia, necesitan una solución inminente, ¿queda mucho para conseguirlo?

–Sé que mucha gente depende de una solución y ojalá la tengamos pronto. El trabajo científico siempre es lento. Hay que supervisar y validar los mecanismos, y sobre todo probarlos en otros contextos diferentes y en otras regiones.

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