“Nos echan a la calle a las puertas de Navidad”

Paula Álvarez, inquilina del Hostal Noso Lar, en Urzáiz, muestra el anuncio de desalojo, ayer. 
  | // ALBA VILLAR

Paula Álvarez, inquilina del Hostal Noso Lar, en Urzáiz, muestra el anuncio de desalojo, ayer. | // ALBA VILLAR / Lorena cochón

Tanto Paula y su marido, como el resto de inquilinos del Hostal Novo Lar, –situado en la calle Urzáiz–, se despertaron el pasado 28 de octubre con un cartel en la puerta del edificio en el que se les informaba que tenían hasta el día de ayer, 15 de noviembre, para abandonar las habitaciones que, desde hacía meses, –en algunos casos años–, les tenía alquiladas el arrendador. “Hace 6 meses que entramos aquí, entregamos nuestros DNI, y firmamos la entrada al hostal. El arrendador nos dijo que el alquiler sería de larga duración, pagamos religiosamente nuestro alquiler todos los meses, y ahora nos enteramos que por una sentencia judicial ajena a nosotros, tenemos que irnos a la calle”, lamenta Paula Álvarez.

No queremos limosna, sino alguien que nos ayuda a encontrar otro alojamiento que podamos pagar

En el escueto cartel reza que “el motivo del desalojo se debe a la entrega del inmueble al propietario del mismo”. Fue en ese preciso momento cuando, entre algunos de los vecinos decidieron juntar algo de dinero para hacer una consulta con un abogado, quien les trasladó que “tras una sentencia judicial, el edificio tiene que ser entregado a su propietario por un incumplimiento de contrato por parte del arrendador del hostal”. Este, presuntamente, dejó de pagar la cantidad acordada al propietario. Sin embargo, seguía cobrando los recibos de los alquileres, –a los que tuvo acceso FARO–, a los inquilinos.

La inquilina sosteniendo el cartel que informa del desalojo del hostal

La inquilina sosteniendo el cartel que informa del desalojo del hostal / Alba Villar

Cabe mencionar que el inmueble, debido al deterioro por el paso del tiempo, dejó de utilizarse como alojamiento turístico. De este modo, el arrendador comenzó a alquilar las habitaciones de forma permanente a usuarios que se encuentran en situaciones difíciles, e incompatibles con los exigentes requisitos para acceder al alquiler de una vivienda regular en la ciudad olívica. “No es un problema de dinero. Hemos llamado a inmobiliarias, y a parte que está todo lleno por las fechas en las que estamos, –previas al encendido de las luces–, también nos piden más de dos meses de fianza, y un contrato de trabajo de un año en la misma empresa. Yo trabajo en una ETT, y me descartaron. Haciendo un esfuerzo, intenté al menos, buscar otro hostal u hotel, al menos durante unas semanas. Todo a tope ¿Qué va a ser de nosotros?”, destaca Paula.

Desesperados

La Navidad está cerca. Ayer ya tenían amenaza de corte del suministro eléctrico. Temen por su hijo de seis años, –que está con su abuela durante la semana, mientras ella y su marido trabajan–, que sin luz, no podrán darle una Navidad digna. “Nunca me he visto en esta situación. No pueden dejarnos así, en la calle a punto de entrar en invierno, con un anuncio en la puerta”, añade. En el cartel de aviso de desalojo también se recoge que “a las personas que lo necesitasen les ofrecían otras pensiones y hostales”. “Fui a dos que me recomendó el arrendador. Me insistió que dijese que iba de su parte. Al nombrarle en esos establecimientos, no querían saber nada”, asegura Paula. Los vecinos del edificio se sienten “estafados”, por parte de un intermediario que mientras cobraba sus alquileres, el inmueble se encontraba en medio de un litigio judicial con un más que probable “fatal desenlace para ellos”. “Vengo de recogerle la bicicleta a un amigo que vive aquí desde hace muy poco. Me dice que su ropa la mete en bolsos y que se va a otro lugar, pero reformó la habitación y compró muebles que no puede trasladar, así que aguantará hasta que lo echen definitivamente”, explica el amigo de otro inquilino.

El cuadro de la luz ya ha sido manipulado para un inminente corte, que tal vez alarguen hasta el 1 de diciembre. “Hablé con este señor, y le pedí que por favor nos la dejara un poco más hasta conseguir otro sitio, y me dijo que no era asunto suyo, sino de la eléctrica, así que me puse a hacer guardia hasta que venga el de la compañía, y poder así conseguir unos días más de luz”, abunda. Paula lleva días sin dormir. No sabe si pasará la Navidad en la calle. No quiere limosna, solo ayuda para reubicarse en otro alojamiento junto con su familia.

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