El nuevo peaje dañará la competitividad de Stellantis y Puerto al gravar la VG-20

En el caso de la comarca, el gremio se ve además en un escenario particularmente comprometido. Debido a la configuración del callejero, para desplazarse por el área, salir hacia Portugal o enlazar con Ourense y Madrid, a los camioneros no les queda más remedio que usar la AP-9, una autopista de pago; o la A-55, autovía ahora gratuita, pero por la que –de concretarse los planes del Ejecutivo– deberán empezar a pagarse en 2024, primero con una viñeta y más tarde con peajes. A la espera de que el Gobierno oficialice sus intenciones, de momento los globos sonda que ha ido lanzando apuntan a un céntimo por kilómetro.

A la A-55 y AP-9 se sumaría sin embargo otro vial, igual o incluso más estratégico para la industria de Galicia: la VG-20, que el Catálogo Oficial de Carreteras incorpora entre las dotaciones “que forman parte de la Red de Carreteras del Estado”. Según el documento, suma 11,42 kilómetros en la categoría de “autopista libre/autovía” y 2,28 en “multicarril”. Tomando como referencia la longitud total descrita en el catálogo, un vehículo que transite dos veces al día por todo la VG-20 –un trayecto de ida y otro de vuelta– durante 21 jornadas al mes, diez meses al año, acabaría pagando una factura anual que rondaría los 50 o 60 euros.

Gran parte del tráfico que transita por la VG-20, sin embargo, realiza más de un recorrido de ida y vuelta diarios. El vial presta servicio a la factoría de Stellantis y al Puerto; de hecho conecta directamente con el muelle de Bouzas. El mapa de aforos de la Dirección General de Carreteras muestra que entre Bouzas y el nudo de Teixugueiras circulaban en 2019 una media de 14.700 vehículos ligeros y otro millar de pesados por jornada; en el resto del vial, el flujo de camiones rondaba los 1.300.

“La mercancía más importante del puerto es el automóvil y llega todo por la VG-20”

Jesús Vázquez Almuiña - Autoridad Portuaria

El presidente de la Autoridad Portuaria, Jesús Vázquez Almuiña, reconoce su “preocupación” por una medida que, de concretarse, afectará al transporte de las dársenas. “Todo lo que repercuta en los costes del transporte marítimo es negativo”, incide Almuiña antes de señalar la “gran relación” que mantienen los muelles de Vigo con el transporte por carretera.

“Cualquier encarecimiento de los costes que hay en toda la cadena de transporte lógicamente se ve con preocupación; puede afectar a un crecimiento que en este momento va bien”, apostilla. En el caso de Vigo –abunda Almuiña– “la mercancía más importante del puerto es el automóvil y llega todo a través de la VG-20; el 80% o más llega a través de carretera”.

“El problema no es solo para los transportistas, afecta a toda Galicia”

Ramón Alonso - Asociación de Transportistas

Preocupado también se reconoce Ramón Alonso, presidente de la asociación provincial de transportistas (Asetranspo). La implantación de peajes en las autovías, advierte, no será solo un problema para los transportistas, quienes lo padecerán de forma más inmediata, sino para “todos los gallegos”, que pueden ver cómo se re repercuten en los precios finales. Alonso advierte que el impacto de las tasas podría ser incluso mayor que el que ha trascendido –con un coste de un céntimo por kilómetro– y recuerda las voces que apuntan a tasas más elevadas. La patronal de las grandes constructoras y concesionarias, Seopan, planteaba en 2020 el cobro de 9 céntimos por kilómetro para los vehículos particulares y 19 para transportistas.

A modo de referencia, un camión que se encargue de cubrir la ruta entre Vigo y el polígono de As Gándaras podría realizar –explica Alonso– unos 12 viajes diarios, lo que supondría 24 desplazamientos, entre idas y vueltas. Teniendo en cuenta que cada vez circularía alrededor de 20 kilómetros por la A-55, al cabo de una jornada haría 480 kilómetros. En un mes de trabajo (21 días) serían 10.080 y en un año con diez meses trabajados 100.800. A un céntimo el kilómetro recorrido, la factura anual ascendería a unos mil euros.