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The Franco’s Clan and Lacon’s Party

Fernando Franco

The Franco’s Clan and Lacon’s Party

Pues estos que veis son gente de la familia Franco y allegados, que también tiene derecho a salir en esta sección como maragatos y cántabros llegados a Vigo, los primeros en 1914 al menos. Los Franco, pero también otros apellidos familiarmente vinculados, cerraron el pasado domingo La Comidilla para inaugurar su temporada de laconcitos con grelos dominicales pero, sobre todo, para festejar a los dos nonagenarios del clan, Amalia Franco (97), que llegó de New York a su cuna olívica y repitió plato, y el abogado José María Franco (92), que veis en primera línea de fuego. Les sigue Antolín Franco, pero solo tiene 87 y está en pañales a su lado.

De vuelta a O Lar de Ángel

¡Cuánto tiempo hacía que no iba por el de Tinocha, esa supermadre siempre de buen humor, y sus herederas Ana y Adriana! Volví a O Lar de Ángel, por el camino viejo a Pontevedra (Lema y Marina, 237) en el que tanto parábamos los periodistas yendo o viviendo de FARO, y me dio la impresión al entrar que nada había cambiado respecto a aquel entrañable pasado. La misma cordialidad al recibirte, cubierta ahora esa terraza exterior que mira a la ría, y ese mismo ambiente familiar que allí te rodea como si ni el paso del tiempo ni la devastadora pandemia hubiera cambiado nada de conceptos y preceptos. Me fui con Amparo y Sesi Pino y, tras pedir un blanco de la casa de los que bajan sin avisar de nada mientras Ana nos daba el parte, hicimos boca con empanada de xoubas, para recibir después un buey de la ría bien cebado, unas cigalas y unas luras encebolladas con patatas, cocinado todo con tanta sabiduría y generosidad como la que tienen para ellos mismos, que son de buen comer. Cuando estábamos en esas, oímos a Sesi decir: “Bueno, yo pago todo hasta las cuatro y cuarto, lo que venga después no es cosa mía”. Y a mí solo me tocó asumir unos gin tonics de sábado tarde, tras lo que volvimos a nuestros cuarteles de invierno, satisfechas nuestras almas por los dones recibidos.

De maratón por Vigo

Como tengo los deberes acumulados, si anteayer quedé a la hora del café con Alberto Rocha en el hotel Nagari, para que me iluminara sobre aspectos del libro de la moda gallega que tengo entre manos, luego estuve en el Grettel de atardecida con Gene Cabaleiro y su Marisé, que me regalaron esa joya editorial sobre la historia del vestir en Galicia que es Con-Fío; ayer quedé para desayunar en el Compostela con ese artistazo de la pintura que es Marcos Puhinger (que vete tú a saber si me hace uno de esos retratos tan geniales suyos); luego, para comer, con Charly Besada me llevó a As Cunchas, aunque escribo estas líneas de amanecida del martes, antes de ir a esas citas, y, para cenar, quedé en el Nagari con Maribel Collazo. Hoy quedé para desayunar con Nuria Carballo en ese chalé de la Gran Vía que fue sede de Galicia Moda en vida del padre, Luis Carballo, y para comer en el Cans de Porriño con Miguel Ucha y Emily Boullosa. Juro que el jueves me cojo un tren y podré recitar por unos días aquello de Fray Lus de León que reza: Qué descansada vida la que huye del mundanal ruido, aunque siga escribiendo cada día esta sección. Por cierto que la terraza del Nagari, ese lunes, andaba iluminada por una mesa tertuliana en la que vi a Geni Terrazo, mujer del presidente del Celta aunque yo diría más bien que el presi del Celta es su marido; allí estaba también Mara Costas, cuya peluquería tiene historia casi sagrada, como la tiene la de la periodista Carmen Domínguez (enfrente), la decoradora y finísima hostelera Marisa Barrio (Casa de Aldán) y María Telecemian, que con razón ilumina la vida del cirujano estético, argentino y ex alumno del gran Pitangui, Claudio Telecemian, nada menos que armenio de antecedentes gallegos, que quedó en Vigo con su colega Pedro Arquero para una de sus embellecedoras cirugías.

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