Uno de los colectivos más golpeados por la pandemia ha sido el de los mayores. Sin duda, a nivel de ingresos y fallecimientos. Pero también por las secuelas del aislamiento y las medidas de distanciamiento social. Por ser un colectivo tan vulnerable al SARS-CoV-2, la Fundación Coral Casablanca suspendió los ensayos de su formación de veteranos, el Coro Geppetto, y la de pacientes de Alzhéimer, Los Sonidos de la Memoria, desde que se tuvieron las primeras noticias de su expansión por España, en marzo de 2020. No se volvieron a juntar. Hasta ayer.

“¿Cuándo empezamos?”, “¿vamos a volver?”, “¿no se irá a deshacer?”. Son algunas de las preguntas con las que los integrantes del coro de voces más veteranas de la fundación bombardeaban al director, Óscar Villar, cuando lo veían en un concierto o con mensajes al móvil. Estaban deseando volver. La formación principal sí regresó durante algunas semanas en el paréntesis que la pandemia concedió el verano de 2020 y vuelve a estar activa desde el pasado mes de mayo. El de “peques” y el “juvenil” lo hicieron con el curso escolar, el 14 de septiembre. Ahora, que la mayor parte de la población está vacunada y que la incidencia del nuevo coronavirus se ha consolidado en niveles de nueva normalidad, los organizadores entienden que los riesgos están más controlados y han decidido retomar los ensayos de las dos formaciones que aún estaban inactivas. Ayer comenzaron en el salón del Real Club Náutico. “Y a ver cuánto dura, porque nunca sabes”, advierte Villar, que ayer estaba emocionado con el reencuentro.

Eso sí, se mantendrán las medidas de prevención: certificado de vacunación, toma de temperatura a la entrada, higiene de manos, ventilación en la sala, uso de mascarilla... Incluso, con los del Geppetto harán dos grupos separados para repartir a su centenar de integrantes.

Con el coro de Los Sonidos de la Memoria, que la fundación desarrolla en colaboración con la Asociación Afaga de familiares de personas de enfermos de Alzhéimer, más que un reencuentro se vivió un reinicio. De la treintena que iban a principios de 2020, solo volvieron dos o tres. Tres fallecieron por motivos diferentes al COVID y el resto empeoró tanto su estado que ya no pueden ir. “Afaga nos cuenta que la pandemia empeoró mucho su situación”, cuenta Villar. Han llegado otros tantos nuevos. Para el director, ensayar con ellos es “un privilegio”. “Ni te hablan al entrar, porque no te conocen, pero empiezas a tocar, recuerdan la música y cantan la canción de principio a fin”, relata. Cuanto más antigua, mejor. “Que tenga que ver con sus años mozos. Lo tienen almacenado en su disco duro”. Villar destaca que es con estos dos coros con los que se más se ve la labor social y terapéutica que desarrolla la fundación. Espera que estén listos para hacer un concierto esta Navidad.