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Un 2020 para olvidar: así fue el "annus horribilis" del turismo en Vigo

Turistas en la recepción de un hotel durante el verano de 2020. Marta G. Brea

Después de una campaña de Navidad para enmarcar, con los viajes de negocios recuperados y la agenda de congresos, ferias y cumbres descongelada tras los tiempos duros de la crisis, 2020 se adivinaba un año prometedor para los hoteles de Vigo. Cíes tiraba. Los cruceros tiraban. La Reconquista estrenaba su título de Fiesta de Interés Turístico Nacional. O Marisquiño y Conxemar pisaban duro y, a modo de guinda, el sector veía cómo asomaba en el horizonte el Xacobeo. Buenas previsiones que se quedaron en eso: previsiones.

El cuento de la lechera del turismo se dio de bruces en 2020 contra un muro infranqueable de cinco letras y dos dígitos: COVID-19. En febrero, mientras “coronavirus” empezaba a calar en el lenguaje de la calle, el INE detectó ya una caída de visitantes del 3%. En marzo, cuando se activó el estado de alarma y decretó el confinamiento, el flujo de viajeros se había desplomado ya un 62,3%. Durante abril, mayo y junio, directamente, el observatorio estadístico dejó de publicar datos. ¿Para qué? Con las fronteras cerradas, la mayoría de hoteles en hibernación y los viajes restringidos, el flujo se había desplomado a su mínima expresión.

Que 2020 fue un año nefasto para el turismo es algo que el sector tiene asumido y de lo que empieza a recuperarse ahora, a medida que la pandemia empieza a remitir; el INE sin embargo acaba de aportar un diagnóstico preciso de cómo afectó el COVID-19 al turismo local. Hace días el observatorio publicó el balance anual por destinos. Su lectura constata un desplome del turismo de casi el 63% en el flujo de visitantes. No todos los colectivos bajaron sin embargo con la misma fuerza.

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El más perjudicado, de lejos, fue el extranjero. El cierre de fronteras, las restricciones a la movilidad y la suspensión de vuelos y trenes hizo que durante buena parte del año los viajes entre países fuesen una tarea casi imposible. En especial en Vigo, que entre marzo y agosto de 2020 perdió su único enlace ferroviario internacional, el Tren Celta con Oporto; y vio cómo la parrilla de Peinador se quedaba tiritando, en mínimos históricos. Según los datos del INE, en 2020 se alojaron en los hoteles de Vigo 28.655 turistas no residentes en España, un 76,3% menos que en 2019.

El descenso es algo más suave en el turismo comunitario, que dejó una caída del 75,4%.El porcentaje debe leerse en cualquier caso con varias claves sobre la mesa: la primera, el cambio de escenario en la UE, que a principios de 2020 consumó el Brexit con la salida de Reino Unido. En sus tablas el propio INE advierte que en 2020 trabaja con los 27 países de la UE. Otra clave es que la pandemia golpeó de forma especial al turismo de más largo radio, el extra comunitario.

El observatorio no concreta el dato, pero sí deja algunas pinceladas que lo esbozan. El flujo de estadounidenses cayó un 90,8% hasta quedarse en 607 visitantes; y el de japoneses se desplomó un 83%, lo que significa que en 2020 se hospedaron en Vigo menos de un centenar de ciudadanos del país asiático. Ambas caídas superan con creces a las constatadas entre los franceses y portugueses, con contracciones del 69%.

Entre los colectivos más numerosos, el INE señala a los italianos, con casi 1.700 visitantes; los alemanes, con 1.200; franceses (2.300) e ingleses (800). El más abundante sin embargo fue el de los lusos, que con casi 11.900 hospedados representa el 41% de todos los extranjeros que se alojaron en Vigo. Además de por la proximidad geográfica de la Raia –cerrada también durante buena parte de la pandemia–, el peso de los portugueses, que un año antes habían representado apenas el 31% del turismo internacional, se debe a la presencia en Vigo de operarios lusos que participaron en algunas de las grandes obras del centro.

La tendencia a la baja se mantuvo también durante el verano, la época más fuerte del turismo local, aunque con caídas más contenidas. En agosto el descenso global de visitantes se situó en el 44%. El flujo de residentes “pinchó” un 32%, el de extranjeros un 72% y el de visitantes del resto de la Unión un 72%. La cancelación dos meses después de Conxemar explica que en octubre la caída de visitantes de fuera de España escalase al 78%.

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