Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Luces y sombras del Vigo trazado por Palacios

Arriba, así sería hoy Beiramar si se hubiese implementado el Plan Palacios. Abajo, las recientes obras del carril bici en la misma calle. Alba Estévez / Marta G. Brea

Tres décadas antes del gran desarrollo de Vigo, que tendría lugar entre los años 60 y 80, Antonio Palacios ideó un plan para ordenar su crecimiento y evitar la ciudad “fragmentada y caótica” en la que acabaría por convertirse. Su proyecto, que nunca llegaría a materializarse, contenía muchos aciertos, como la conexión con los municipios del entorno o la apertura al mar, pero también propuestas tan cuestionables desde nuestra perspectiva actual como la destrucción del casco histórico. El trabajo final de grado realizado por Alba Estévez Caldas, estudiante de Arquitectura en la ETSAM de la Politécnica de Madrid, disecciona “las luces y sombras” de su proyecto y reconstruye cuatro zonas de la ciudad bajo sus directrices.

“A partir de los pocos detalles que conocemos hago el ejercicio de imaginar cómo sería hoy Vigo, que tendría una imagen totalmente diferente a la que conocemos. Palacios intentaba marcar la estructura de su crecimiento antes de que empezase a desarrollarse, por eso es muy interesante esta comparativa. Todo el mundo conoce las aportaciones más llamativas, pero no nos hacemos una idea de cómo serían hoy ciertas zonas. El plan reunía muchas ideas internacionales y las traía a Vigo. La ponía en el top de ciudades de España en ese momento junto a Madrid o Barcelona”, destaca Estévez, cuyo trabajo, “La ciudad soñada por Antonio Palacios”, ha sido reconocido con matrícula de honor.

Antonio Palacios (Porriño, 1874; Madrid, 1945) diseñó su proyecto en 1930, cuando la ciudad tenía 65.000 habitantes y una tasa de crecimiento de casi el 25%, lo entregó dos años después y el Concello lo aprobó en 1934. Incluía un plan regional que fue pionero en España, junto con los de Madrid y Barcelona, y pudo “marcar la historia del urbanismo moderno nacional”.

“Fue muy novedoso en su momento. Mezcla modernidad y clasicismo de una forma increíble. Adapta las calles a la topografía y no recurre a las típicas cuadrículas del siglo XIX. Pocos proyectos hacen esta síntesis entre técnica y arte. Combina las ideas del urbanismo moderno de Le Corbusier con las ciudades satélite de Howard, que vemos en el área metropolitana de Londres, y las tendencias barrocas de Camilo Sitte”, explica Estévez.

“Su plan comarcal para el área metropolitana de Vigo resuelve un problema que hoy sigue pendiente. Y además era muy realista porque simplemente planteaba mejorar las conexiones por carretera que ya existían, impulsar la red ferroviaria y construir un puente en Rande”, señala sobre una propuesta que preveía una población de 600.000 personas en Vigo y sus municipios periféricos –hoy rondan las 500.000– para el año 2100 y que podría servir de guía para futuros planteamientos.

El Vigo imaginado por Palacios sería “más ecológico”, presumiría de más zonas verdes y su ordenación viaria mediante grandes avenidas paralelas a la costa limitaría el crecimiento a una banda longitudinal, facilitando la comunicación y reduciendo los desplazamientos. Pero la construcción de uno de estos grandes viales, la Rúa Galicia, concebida como centro administrativo y corazón de la ciudad en el que desembocaban sus principales arterias, implicaba la completa destrucción del casco histórico.

“Lo eliminaba totalmente y creaba una gran avenida, enorme, hasta el monte de O Castro. Tendría unas escalinatas monumentales y edificios administrativos muy altos y con un carácter clasicista. Esta propuesta estaba en desacuerdo con lo que hacía en el resto de la ciudad, porque no se adecuaba ni en la trama urbana ni en la escala”, comenta Estévez sobre esta vocación “excesivamente grandiosa” que respondía al “entusiasmo” de Palacios por convertir a Vigo en la “Barcelona del Atlántico”.

Esbozo de la Rúa Galicia, nuevo centro administrativo, que implicaba destruir el casco histórico. ALBA ESTÉVEZ

Para llevar a cabo este trabajo, la autora consultó los dibujos a mano realizados por el propio Palacios y conservados en el archivo municipal, así como la memoria del proyecto y los planos que se encuentran en el Quiñones de León. Las cuatro zonas elegidas para redibujarlas según las premisas del arquitecto porriñés fueron Urzáiz, Castelao, Beiramar y Samil, que corresponden a varias de las arterias principales de la urbe que él esbozó.

“Además del plan comarcal y la zonificación por usos, resulta muy interesante el diseño de manzanas abiertas y zonas verdes en el interior de la ciudad. Hoy tendríamos una sensación muy diferente porque los huecos entre los bloques generarían unas vistas de la ría y su entorno de las que hoy carecemos. En su lugar tenemos calles corredor, manzanas cerradas y edificios unos tras otras. Como viguesa, me encantaría pasear por la ciudad y disfrutar de su maravillosa situación geográfica”, reconoce.

Esto es lo que pasaría en Urzáiz, donde la diferencia sería “brutal”. Las densidades propuestas por Palacios para esta zona hoy serían mucho menores dado que el tamaño medio de los hogares era mucho mayor en los años 30. Y esto daría lugar a una altura media de los edificios menor y a una avenida “amplia y soleada” con muchos espacios verdes.

Más incertidumbres genera el planeamiento para la avenida de Castelao, que hoy estaría formada por edificios muy separados con una baja densidad: “No tengo muy claro que hoy funcionase”.

Si las directrices de Palacios se hubiesen aplicado, Beiramar no sería hoy una zona degradada con edificios industriales abandonados: “Los usos industriales los trasladaba detrás del monte de A Guía y toda esa franja estaría ocupada por viviendas y abierta al mar. Se trataría de un cambio radical. A todos los vigueses nos gustaría disfrutar un poco más del mar”.

Pero también aquí aparece alguna sombra. “El ferrocarril planteado en este ámbito para conectar las zonas portuarias no tiene mucha concordancia con el objetivo de abrir la ciudad a la Ría y aprovecharse del entorno. Al final, actúa como una barrera”, plantea Estévez.

También hoy resultaría muy polémico su planteamiento para Samil, concebido como un área turística y de segundas residencias cuajada de grandes hoteles y un casino. Palacios imaginó un núcleo urbano para el verano, que estaría “masificado” y haría perder a la ciudad su contacto a la naturaleza, además de que no podría ser disfrutado por toda la ciudadanía.

Si el planeamiento de Palacios hubiese salido adelante, apunta Alba Estévez, tampoco hubiese sido posible el centro Vialia tal cual lo conocemos hoy. El arquitecto mantenía la estación de trenes en su ubicación actual pero planteaba una explanada encima para el aterrizaje de helicópteros.

“La movilidad en Vigo es muy complicada por su orografía e incluso en la actualidad veríamos como utópicos muchos elementos de su sistema de transportes como los helicópteros o el funicular subterráneo. Otros, sin embargo, eran muy razonables. Proponía utilizar ascensores y también sustituía el tranvía por trolebuses eléctricos”, resume.

Y no se librarían los vigueses de subir escaleras, que aparecerían con abundante frecuencia en las vías secundarias oblicuas que unían las vías principales paralelas a la costa y generaban continuas perspectivas del mar y su entorno.

En resumen, un proyecto con “enormes virtudes” pero también con propuestas de dudoso éxito y que el estallido de la Guerra Civil y la “fuerte oposición” de los grandes propietarios vigueses acabaron por frustrar.

Un plan, eso sí, del que todavía pueden extraerse lecciones para mejorar el urbanismo vigués, “aunque siempre quedarían cicatrices”, y que constituye el proyecto urbanístico más completo de Palacios.

“Mezcla modernidad y clasicismo de forma increíble”

decoration

La autora del trabajo, Alba Estévez Aldas FDV

“Su faceta urbanística no es tan conocida como su obra arquitectónica. Incluso en Madrid, donde construyó algunos de los edificios más emblemáticos y es una persona conocida y muy reconocida”, comenta Alba Estévez, que actualmente cursa el máster habilitante para poder ejercer como arquitecta.

En su trabajo fin de grado contó con la tutorización de su profesora Marián Leboreiro, quien en su día presidió la delegación viguesa del Colegio de Arquitectos de Galicia: “Fue una suerte contar con el asesoramiento de una persona que conoce tan bien la ciudad. Es un lujo porque te guía y orienta. Y como viguesa me hizo mucha ilusión poder consultar los planos de Palacios, algo que no está al alcance de todo el mundo, y poder profundizar en su plan”.

Con motivo del 75 aniversario de su fallecimiento en 2020, también la Xunta plantea una exposición en el Museo del Mar para dar a conocer toda su obra y que incluirá una maqueta en la que han participado los alumnos del IES Politécnico. Será otra oportunidad para acercarse a ese Vigo que pudo y, en algunos aspectos, quizá también debió ser. 

Maqueta del Plan Palacios CIAG

Compartir el artículo

stats