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El confinamiento trae cola: el 30% de los vigueses duerme mal

Una joven con problemas para conciliar el sueño. | // G. SANTOS

¿Les suena el término “coronasomnia”? ¿Y “covidsomnia”? Son los nombres con los que algunos expertos han bautizado al fenómeno del mal dormir tras la pandemia. Está claro que la situación en la que el mundo está sumido desde hace más de un año ha cambiado, en gran medida, la vida “normal” de la sociedad. Y uno de los elementos de esa cotidianidad es el sueño, el descanso.

Las consultas se disparan en la ciudad | El insomnio y la apnea del sueño, trastornos estrella | Laura: “Te vuelves muy apática”

Si bien es cierto que estos trastornos llevan acompañando años a muchas personas, la incertidumbre creada por el coronavirus ha potenciado esta situación. “Es probable que más del 30% de personas que viven en Vigo tengan problemas de insomnio”, declara el doctor Emilio Rodríguez Sáez, neurofisiólogo y médico en la Clínica Rodríguez Sáez. “Esto tiene que ver con los cambios en las relaciones sociales, el ritmo de trabajo-descanso y el proceso de descompresión del estrés”. Y es que, el COVID se tradujo en nervios por lo que venía, y “alteró nuestros ritmos circadianos”.

Sin embargo, no todos los vigueses que sufren patologías que alteran el sueño lo viven a raíz del COVID-19, sino que llevan años con este oscuro compañero. Algunas de las consecuencias que puede tener dormir mal son muy variadas, y pueden afectar en diversas áreas de la vida: irritabilidad, excitación, errores en el trabajo, sufrir accidentes de tráfico (ya que muchos se deben a no haber descansado), malas relaciones personales y entrar en desacuerdos familiares y laborales.

Hemos tenido un brote de consultas de sueño tras el confinamiento por el estrés y la ansiedad

Dr. Emilio Rodrgíguez Sáez - Neurofisiólogo

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Una de las personas que conoce de cerca esta situación es Laura (nombre ficticio) que sufre insomnio desde hace 15 años. “Sufrí una serie de problemas personales, como un divorcio, y digamos que se cronificaron”, cuenta. “Empecé a tomar Lorazepam y eso no hacía más que solapar el problema, no me lo solucionaba”.

Laura tenía un trabajo que la obligaba a conducir durante muchas horas, por lo que no dormir no era una opción. Por eso mismo comenzó a tomar esa medicina, para obligarse a “descansar” como fuera. Sin embargo, cuando llegó su jubilación (actualmente tiene 68 años) decidió dejar ese tratamiento y probar con melatoninas y valerianas, pero todo fracasó. “Fue entonces cuando decidí ponerme en manos especializadas porque el sueño es algo muy complejo”, reconoce la paciente.

En estos casos en los que un especialista centrado en trastornos del sueño entra en juego, el tratamiento se convierte en algo clave y muy específico para cada persona. Así fue como Laura consiguió empezar a descansar mejor, hasta el punto de vislumbrar el momento de dejar de medicarse para dormir: “Me está yendo francamente bien, llevo año y medio con este nuevo método, y en unos meses podré dejarlo. Yo me llegué a desesperar porque nada funcionaba conmigo.”

Laura lleva casi 20 años dominada por este trastorno, ya que, asegura, “yo me convertí en alguien muy apático, y sentía un cansancio físico enorme.”

  • 1. Poca importancia al sueño

    Tener un descanso reparador es uno de los pilares de una vida saludable junto con una buena alimentación y el deporte.

    2.Consecuencias de no descansar bien

    Son diversas: irritabilidad, excitación, errores en el trabajo, malas relaciones personales y desacuerdos familiares o laborales.

    2. Diferencia entre géneros

    El insomnio predomina en las mujeres por sus cambios de ritmos hormonales; y la apnea del sueño en los hombres.

Sin un desencadenante claro

Julián (nombre ficticio) sufre insomnio desde el año 2013. Lleva, prácticamente, nueve años sin dormir. En su caso, a diferencia de Laura, nunca existió una causa específica: “Simplemente dejé de dormir y no entendía por qué. Empecé despertándome a las 2 de la mañana y haciendo luego “microsueños”, lamenta. En su caso, al principio decidió ir en busca de ayuda profesional tarde, y los primeros médicos que le atendieron querían descubrir cuál podría ser el detonante de esta situación. “No tenía ningún problema sentimental, inseguridad laboral, económica, nada. Estaba en uno de los momentos más estables de mi vida, y era feliz”, rememora.

Lo poco que duermo, no es un tiempo reparador y es desestructurado

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Fue entonces cuando decidió ponerse en manos de un especialista en trastornos del sueño, y así llegó a la clínica del doctor Sáez. Allí le realizaron una polisomnografía para registrar datos como el movimiento de los ojos, el flujo de aire en la boca y las diferentes etapas del sueño. “Con eso llegamos a la conclusión de que no tengo un sueño eficaz. Lo poco que duermo, no es un tiempo reparador y es desestructurado”.

Es fácil sospechar que una situación como esta no es sostenible en el tiempo, ya que puede afectar gravemente en la vida cotidiana de las personas. En el caso de Julián, comenzó a tener lagunas, a olvidarse de las cosas, a tener dificultades para concentrarse, a no tener velocidad de cálculo y encontrarse “profundamente” cansado. De hecho, él hacía muchísimo deporte y “de repente, no era capaz. Es un deterioro muy importante en tu vida.”

“No sé a qué atribuirlo. A lo largo de la vida vas acumulando experiencias vitales que vas gestionando como buenamente puedes y, quizás ante algunas, reaccionas de esta manera”, justifica el paciente. Y una de estas situaciones que el pasado 2020 trajo, fue un confinamiento que nadie sabía manejar. Sin embargo, algunos han sabido gestionarla sin males mayores que los ya aparentes (como Julián), pero otros han visto cómo su día a día ha cambiado totalmente desde el encierro. “Tengo muchos amigos que han empezado a tener estrés y están viviendo lo que es el insomnio. A todos ellos les digo que se pongan en manos de un profesional cuanto antes”, aconseja Julián.

Más allá del insomnio: apnea, narcolepsia y piernas inquietas

El doctor Antonio Fernández Rodríguez, de la unidad del sueño del Hospital Vithas Vigo, explica que “si el sueño ocupa un tercio de nuestras vidas, la importancia que le damos es mínima. Hay muchos más problemas de los que pensamos a simple vista”. Y es que, según los datos que maneja el Dr. Fernández, un cuarto de la población sufre trastornos del sueño. “Nosotros nos centramos en las apneas del sueño, con el típico paciente roncador que hace pausas en la respiración mientras duerme.” Otros trastornos que, aunque no tan típicos, se dan en la población son la narcolepsia y las piernas inquietas. En el primero, el paciente sufre una somnolencia extrema y ataques repentinos de sueño. En el segundo caso, la persona tiene una urgencia por mover continuamente esas extremidades.

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