La extensa y recortada costa viguesa ofrece unas cuarenta playas en las que disfrutar del sol y del mar. Junto a los grandes arenales como Samil y O Vao, el litoral está salpicado de multitud de puntos que se suelen abarrotar en los días de calor. Si tu propósito es huir de las aglomeraciones y buscar la intimidad de pequeñas calas, te descubrimos las más bellas a lo largo de la ría de Vigo.

Sus ventajas radican en la calma de los lugares poco concurridos. Sus visitantes suelen ser bañistas habituales, la música suena a todo volumen y las pertenencias no desaparecen de las toallas. Los inconvenientes: muchas desaparecen con marea alta, sus accesos son complicados y carecen de servicios (baños, duchas, papeleras, socorristas...).

CALA DO FARO

Cala do Faro, en Teis. FdV

En la falda del monte de A Guía nos encontramos con la cala de O Faro, así llamada por la lucerna que ilumina la noche. Una reducida franja de 24 metros de fina arena a la que se accede por unas escaleras desde la senda peatonal que bordea el promontorio. La bajada es fácil, no así subir los 135 peldaños de regreso. Puede que sea la más hermosa de la ciudad, por sus vistas a la ría y su carácter íntimo.

Como curiosidad, en frente se eleva un risco bautizado con un nombre de lo más peculiar: "Islote Cabrón". Cuando la marea está muy baja casi se puede alcanzar caminando.

Si seguimos la línea de la costa hallaremos otros pequeños arenales aunque encajados entre muros de hormigón: A Lagoa, frente al puerto deportivo con el mismo nombre, y A Fábrica, frente a varias naves industriales.

A MANQUIÑA

Playa de A Manquiña, en Teis. FdV

Dejando atrás Punta Lagoa y antes de llegar a Vulcano, si bordeamos la línea de la costa a pie, descubriremos una estrecha tira arenosa bautizada como "A Manquiña". El entorno, bastante degradado, no presagia la sutil belleza de esta diminuta playa con aguas cristalinas a pesar de la proximidad del astillero. Cuenta con una rampa de acceso, una fuente y unas duchas -aunque fuera de servicio-. Dispone de un corto espigón en el que es habitual ver a aficionados a la pesca echando unas cañas.

FECHIÑO

Playa de Fechiño, en Coruxo. FdV

Damos un gran salto desde Teis hasta Coruxo, obviando los grandes y concurridos arenales de la ciudad, para aterrizar en Fechiño. Esta playa, de 73 metros de largo, limita con A Calzoa -ahora territorio canino- y A Fontaíña -también conocida como La Sirenita-. Se encaja entre dos moles rocosas y el mar se la traga cuando sube. Por su situación, en las millas de oro del chapuzón veraniego, es la cala más con más bañistas. Pese a ello, su panorámica de Toralla, Samil y la ría merecen la pena, especialmente al atardecer. Se puede aparcar el coche en las inmediaciones y bajar a la arena a través de una rampa o de escalinata con una veintena de peldaños.

FURNA Y CANTO DA AREA

Playa de Canto da Area, en Canido. FdV

Al lado del Instituto Oceanógrafico, pasando Cabo Estai (Oia), afloran dos de las calas más salvajes de Vigo: A Furna y Canto da Area. Una cinta rocosa separa estas dos pequeñas playas a las que no es fácil llegar: el camino es estrecho y con cierta pendiente. La primera apenas mide seis metros de largo y casi no caben dos toallas. Las rocas ocupan gran parte de su superficie pero su áspero relieve impide tenderse a tomar el sol.

Los topónimos no responden a casualidades, sino que son descriptivos, por lo que el nombre Canto da Area ya nos indica qué tipo de suelo nos vamos a encontrar. Esta debe de ser la única playa de Vigo sin arena fina. Son 98 metros de guijarros de distintos tamaños que complican el paso. Además, la orilla está sembrada de rocas que obligan a adentrarse en el agua para gozar de un baño. A su favor juega que ambas tienen aguas de lo más tranquilas, al estar resguardadas del viento y las corrientes, y la vista panorámica de Monteferro.

NOIVA

Playa de Noiva, en Saiáns. FdV

Acabamos nuestro recorrido en Saiáns, junto a la conocida playa de Muíños do Fortiñón. Si en vez de parar en este emblemático arenal proseguimos a pie por un estrecho camino a la derecha toparemos con esta pequeña joya agreste. Noiva apenas tiene 50 metros de largo y más de la mitad está ocupada por rocas. Alcanzar la arena requiere cierta destreza para salvar el desnivel y no resbalar sobre la mole pétrea. La orilla poblada por riscos y el fuerte oleaje dificultan el baño.

Aunque soporta mayor afluencia de veraneantes merece una visita por su indómita naturaleza y el color de sus aguas.

EN REDONDELA

Playa de Cabanas. Turismo de Galicia

Pese a una costa dominada por las rocas, Redondela alberga algunas calas dignas de mención. La más llamativa, ya que se ve desde el puente de Rande, es la de Cabanas: cien metros de fina arena y resguardada de corrientes. Entre la Punta da Canteira y el puerto de Cesantes se sitúa la playa Vella, de unos 60 metros y tranquilas aguas. De una longitud similar es la de Soutoxuste, cuyo desconocimiento hace que sea prácticamente para el disfrute de sus vecinos. Además, se integra en un espacio natural protegido como refugio de aves.

EN SOUTOMAIOR Y VILABOA

El litoral de estos dos municipios difiere mucho del resto de concellos de la ría. Las aguas calmas de la Ensenada de San Simón no da lugar a grandes playas, sino a estrechas franjas de arena que desaparecen con la pleamar.

La playa Matilde, en Arcade, se sitúa a los pies del viaducto del Verdugo. Se trata de un arenal urbano de 100 metros en plena desembocadura del río. En su entorno se sitúan elementos patrimoniales de interés histórico como el Puente de Sampaio y la Isla de Medal.

Playa de Areeiros, en Vilaboa. Turismo de Galicia

Por su parte, en la costa de Vilaboa predominan los riscos. Sus arenales son pequeños y apenas registran ocupación porque dependen del nivel del mar. De hecho, algunos bañistas llegan en kayak ante la dificultad de hacerlo por tierra. Destacamos Areeiros, en Paredes, con envidiables vistas a San Simón y las islas Alvedosas; Cobas, al este del puerto de Santa Cristina de Cobres, y Pazos, al oeste; o Punta Cabalo, en el saliente del mismo nombre. Otro peculiar destino es la playa de La Calera, que llama la atención al cruzar Rande por estar siempre vacía. Se diferencia del resto de calas en que sus 50 metros de extensión no sucumben a las mareas.

EN MOAÑA

Playa de O Cocho, en Moaña. Turismo de Galicia

Playa de O Cocho, en Moaña. // Turismo de Galicia

Los arenales ganan espacio conforme nos acercamos a la bocana de la ría. Moaña cuenta con una decena de playas tan populares como concurridas. Aún así, queda alguna pequeña cala donde apartarse del bullicio. Resaltamos tres: en Domaio, al pie de la carretera, O Mouro -más conocida como "playa de la gasolinera"- y Queixeira comparten las mismas aguas tranquilas; ya en Meira nos quedamos en O Cocho, de 51 metros y fácil acceso -tanto a pie como en coche- y con un pequeño aparcamiento.

EN CANGAS

El concello es famoso por sus playas, de las que más presión de veraneantes soportan en la ría junto a Vigo. Aún así, quedan algunos lugares donde desconectar sin pelearte por un pedazo de arena. Al lado de Liméns tenemos la pequeña O Porto, una cala recogida y agradable de fácil acceso.

Playa de Porto, en Cangas. Turismo de Galicia

Del otro margen de la bahía, en la senda litoral de Nerga descubrimos Bouceiro y Area das Moscas, con abundantes rocas. Son playas de alto valor natural, rodeadas de arbolado, con cierto oleaje y unas vistas espectaculares. La primera es la más pequeña y la más difícil de alcanzar: se baja por un largo y estrecho camino en pendiente. Area das Moscas requiere una caminata a pie desde las vecinas Temperáns u Os Castros.

Finalizamos la ruta de las pequeñas joyas de la ría en A Masa, también conocida como Area das Patas. Una hermosa cala de orilla rocosa que invita a adentrase en el mar para un refrescante chapuzón y desear un verano de aquí a la eternidad.