El asesinato de Samuel por razones homófobas fue un duro varapalo no solo para el colectivo LGTBI, también lo fue para la sociedad. Con él, se abrió un melón que comienza a fragmentarse. El compromiso con la causa para eliminar una lacra que implica a la sociedad de plano, comienza con ellos, con las entidades que se dedican a ello todos los días del año.
Es el caso de “Nos Mesmas”, la asociación provincial que lucha por los derechos LGTBI su con su sede afincada en Vigo. Deciden dar un paso adelante a través de un programa subvencionado por la Xunta de Galicia que comenzó ayer y se extenderá a mediados de octubre. Tiene por objetivo enseñar a una cantera de voluntarios y voluntarias para que se conviertan, a su vez, en formadores y crear así una red que se teja sin prisa pero sin pausa: “Notamos que con la gente más joven cuesta mucho que se enganchen en la actividad, quieren participar, pero no saben muy bien cómo tener un papel más activo con personas más allá de Redes Sociales”, explica Elisabeth Pérez, educadora social de la asociación.
Cinco, los elegidos
El aluvión de inscripciones que han recibido ha supehttps://joinsister.com/es/rado a la entidad que lamenta que, debido a las medidas de seguridad, solo cinco hayan sido los seleccionados para el programa, que cuando finalice, tendrá la responsabilidad de poner en marcha lo aprendido en ONG´S y pisos tutelados, donde, a veces, se producen situaciones de conflicto con problemas de aceptación de personas LGTBI:
“Queremos que obtengan las herramientas necesarias para trabajar con menores en pisos tutelados que se encuentran en situación de vulnerabilidad y entre ellos también hay personas LGTBI y necesitan ayuda”
A raíz del caso del asesinato de Samuel, el miedo se ha instalado en el colectivo, sobre todo, en Vigo, después del brutal suceso: “Generó mucho miedo pensando en que igual cualquiera puede ser la próxima.
En el caso de las nuevas generaciones el choque es más fuerte, porque han crecido en una sociedad más abierta y plural”, señala Elisabeth. Ahora, el objetivo es avanzar, construir y ser efectivos. Iniciativas que permitan no solo visibilizar y difundir, sino que sean un refugio eficiente para las situaciones de riesgo para el colectivo, como los puntos Arco da Vella, que la pandemia también se llevó por delante:
“En los últimos carnavales de Redondela tuvieron mucha repercusión y fueron efectivos. Recibimos muchas denuncias de insultos, agresiones verbales: estábamos arrancando con ello y la pandemia lo paró en seco”
El temor es un arma libre pero los escudos contra él también crecen. Entre las que forman parte de la comunidad LGTBI empieza a ser conocida una app de geolocalización hecha por mujeres para mujeres pero que cualquiera puede usarla. SISTER registra cada tramo de un itinerario concreto y cada usuario puede alertar de cualquier peligro en cualquier momento. Y aunque la idea de control no es del agrado de nadie, cualquier recurso puede ser útil si ayuda a salvar una vida.
“En los últimos carnavales de Redondela tuvieron mucha repercusión y fueron efectivos. Recibimos muchas denuncias de insultos, agresiones verbales: estábamos arrancando con ello y la pandemia lo paró en seco”
La pregunta y la respuesta en este caso tienen la misma madre. Sufrir acoso y no saber cómo pedir ayuda: “Se han acostumbrado a ciertas cosas que no son normales. A que le digan “maricón” y que nada pase. Se asume que el insulto lo tengo que soportar por ser gay o lesbiana. Hay que visibilizarlo en otra situación, por ejemplo, insultar a un síndrome de down y que este lo tenga que ver normal. No. Entonces hay que buscar apoyos que hagan sentir bien a la persona y poder crear una red”, destaca Elisabeth.
Apunta la educadora que es necesario ir al germen del problema desmontando mitos: “Enseñar a descubrir las razones por las cuales sienten vergüenza, las razones por las que las familias y el entorno se convierten en un obstáculo, las razones para salir del armario, y no se nos olvide, que las familias también salen de otro armario y tiene que tener su proceso propio”.
Denunciar, donde sea
“No hay programas, no hay ayudas porque casi no hay denuncias… Insultos, acosos en la calle no se denuncian y las pocas que hay no acaban en delito de odio, pero hay que denunciar, por lo menos en los observatorios LGTBI para que quede constancia”, insiste la educadora social. Las víctimas deben conocer que hay toda una red de apoyo para ayudarles en todo el proceso: “Desde “Nós Mesmas” ponemos a disposición todo nuestro engranaje: acompañamiento a poner la denuncia, asesoramiento legal, equipo de psicología, y formación”. No será el único programa de estas características que pondrán en marcha. Para Elisabeth y su equipo el objetivo es claro: seguir creando redes para formar a nuevos voluntarios “responsables de lo que hacemos para conseguir la sociedad que queremos”.
“Un amigo sufrió una paliza a manos de varias personas y no sabía qué hacer”
Tiene 22 años y estudia Bellas Artes. Se define como mujer cisgénero “queer” –se identifica con su género pero su condición sexual no tiene ninguna etiqueta– y tiene muy claro porqué se apuntó al programa de voluntariado: “Formar a la gente en diversidad sexual y sobre todo por la oleada de crímenes homófobos y tránsfobos que están repitiéndose en nuestra sociedad”.
Andito pertenece a ese grupo de cinco personas que han sido seleccionadas para formar parte del equipo de voluntarios, puesto en marcha por “Nós Mesmas” y tiene muchas razones por las que formarse en este ámbito. La vida le puso en una situación ante la que no sabía cómo actuar: “Hace dos años una persona de mi entorno vivió una situación de homofobia.
Sufrió una paliza por parte de varias personas. Llamamos a la policía, que no hizo mucho por nosotros y después acabas huyendo. Se cursó una denuncia, pero no pasó nada”. A partir de esa experiencia , interiormente , escapar suele ser la consecuencia más inmediata: no saber cómo ayudar, no saber qué decir, pero Andito tuvo claro cuál sería el mensaje a su amigo: “Que no renuncie a ser quien es por esas personas que le han hecho daño. Sé que es duro. Porque cuando ejercen la violencia física contra tu persona llegas a pensar si vale la pena vivir como quieres vivir”.
Y ahora toca el paso al frente. Toca involucrarse. Todavía los insultos, las agresiones verbales, las miradas insidiosas siguen siendo el plato de cada día: “Tanto yo como mis amigos hemos vivido situaciones homófobas y nunca sé cómo enfrentarme a ellas. Te sientes muy perdido, por eso este programa es tan necesario”.
“Ningún rol de género, simplemente Mariana”
Mariana, por su parte, tiene 24 años y trabaja como diseñadora gráfica. Se define como mujer no binaria –no se identifica con ninguna identidad de género, ni hombre ni mujer– y encuentra el tipo de formación que va a recibir, junto a sus cuatro compañeras, es “difícil de encontrar aún a día de hoy”. Contar con información de didáctica de asesoramiento de rigor en materia de diversidad afectivo-sexual era prácticamente imposible hace quince años: “Para mí es importante este tipo de pedagogía y poderla enseñar a otros, ya que nosotros en nuestra infancia no tuvimos esa oportunidad”. Mariana sabe la responsabilidad que conlleva esta empresa que va a iniciar pero tiene muy claro el objetivo: “Cuando tengamos que poner en práctica la formación, sé que nos enfrentaremos a situaciones dolorosas pero compensa si conseguimos ayudar”. El compromiso y la empatía son cualidades imprescindibles para formar parte de este programa voluntario. Pero suelen ser comunes en el colectivo, en más o menos medida, todos han pasado situaciones de dificultad. Mariana atravesó un largo proceso de aprendizaje hasta encontrarse a sí misma. El conflicto interno provocado por la indefinición y la falta de respuestas llevó a Mariana a un callejón, afortunadamente con salida, que encontró hace muy poco tiempo: “Dos años tardé. No sabía si era chico, si era chica, si era trans… no me sentí cómoda con mi identidad hasta que averigüé lo que yo era. La respuesta fue clara: ningún rol de género, simplemente Mariana. Tuve que investigar mucho, seguir referentes serios hasta que, por fin, encontré la paz que necesitaba”.