El Hospital Álvaro Cunqueiro ha reparado esta semana un aneurisma en el arco aórtico de un paciente colocando una prótesis especial mediante catéteres, evitando abrirle el pecho, con lo que se agiliza la recuperación y se reducen sus complicaciones. Es la segunda que coloca y el único complejo gallego que realiza esta compleja intervención. De hecho, solo se había puesto una decena en toda España previamente.
Cuando la pared de una arteria se debilita en un punto, se puede producir un abombamiento. Se llama aneurisma. Cuanto más crezca –por ejemplo, con la hipertensión–, puede estallar como el globo de un chicle. El de este paciente está en un sitio muy delicado. Justo a la salida del corazón, en el arco aórtico, desde el que salen las arterias que distribuyen la sangre a los brazos y al cerebro.
Hasta ahora, Cirugía Cardíaca del Complejo Hospitalario Universitario de Vigo abordaba este problema con una cirugía a corazón abierto. Es uno de los servicios nacionales con más experiencia en esta operación compleja, con unos 15 casos al año de arco aórtico completo. Se trata de una intervención de alto riesgo: se abre la caja torácica cortando el esternón; se para el corazón y se conecta la circulación a una máquina extracorpórea para oxigenar la sangre y mantener el flujo por el organismo; y se enfría el cuerpo hasta ponerlo entre 32 y 28 grados para reducir su metabolismo. “Es una agresión que se tolera, pero que repercute en unos ingresos postquirúrgicos de entre 7 y 10 días y más riesgo de complicaciones”, explica que jefe del servicio, el doctor Juan José Legarra Calderón. Y no todos los pacientes pueden soportarlo.
La operación que realizaron este jueves en el Cunqueiro evita todo esto. Han podido abordarla, principalmente, por dos cuestiones. Una es porque dispone de la tecnología necesaria: el quirófano más avanzado en la actualidad, un híbrido, dotado de un arco de radiología de altas prestaciones que guía a los cirujanos con imágenes de gran precisión.
La otra es la colaboración que iniciaron en octubre del año pasado los servicios de Cirugía Vascular y Cirugía Cardíaca con la creación de una unidad de aorta avanzada. El primero tiene una gran experiencia en el tratamiento endovascular de la aorta compleja, que realiza desde hace muchos años.
La cirugía consiste en reparar la lesión colocando en esta delicada zona una prótesis compuesta por dos partes de forma mínimamente invasiva, sin abrir. ¿Y cómo? Operan a través de dos punciones en las ingles y una pequeña incisión en el brazo derecho, por las que introducen . Por estos diminutos orificios introducen sus principales herramientas, los catéteres, que conducirán a través de las arterias hasta el punto de la lesión.
La operación provocó gran expectación. Reunió en quirófano a más de quince personas: tres cirujanos, cinco enfermeras, dos anestesistas, celadores, especialistas de la compañía de la prótesis –para comprobar que los dispositivos funcionaban correctamente– e incluso un médico asesor de otro hospital. Operaron el jefe de Cirugía Vascular, el doctor José Manuel Encisa de Sá, el doctor Jorge Vidal Rey, cirujano de su servicio, y el doctor Juan José Legarra.
La preparación del paciente, al que durmieron con anestesia general, comenzó a las 8.30 de la mañana y la operación no terminó hasta las 17. De todas esas horas, más de seis estuvieron interviniendo. Sin descanso. Y con la carga añadida de llevar una pesada indumentaria plomada –incluidas gafas– para minimizar la exposición a la radiación en las zonas más delicadas. También hay plomo en varias mamparas dentro del quirófano, así como en el cristal que lo separa de la sala de control, donde el anestesista puede seguir las constantes del paciente y dar indicaciones sin exponerse.
La tensión empieza con la introducción de los catéteres. Primero unos finos, que sustituyen luego por otros de mayor grosor. Se trata de “navegar” por la aorta y, dentro de ella, conseguir encajar las piezas de la prótesis sin interrumpir la circulación de vasos importantes que llevan sangre al cerebro y los brazos.
El quirófano híbrido dispone de dos grandes pantallas en las que pueden ver la imagen de un TAC previo realizado al paciente superpuesta o fusionada con la imagen radiológica en tiempo real. ¿Y eso que permite? Radiar menos al paciente y al equipo, porque las referencias que les da el TAC les permiten usar menos los rayos.
Colocados los catéteres, es el momento de desplegar la endoprótesis. Este stent es especial porque se divide en dos partes para poder ajustarse a esta zona. Es uno de los momentos críticos. Con un marcapasos previamente implantado en el corazón provocan una fibrilación, que lata a 160 pulsaciones por minuto, para que resista el estrés al que le someten al extenderla.La colocación de la segunda parte es aún más complicada porque la introducen a través de la primera en la aorta ascendente y deben superponerlas un poco.
Esta prótesis, que mide alrededor de 18 centímetros de largo, se ajusta a tres de las cinco ramas de la arteria en esta zona. En las otras dos –la carótida y la subclavia izquierdas– habían realizado previamente un bypass para que se alimenten desde la carótida derecha.
La gran dificultad de la operación radica en no obstruir el flujo de sangre al cerebro en ningún momento durante la maniobras. Las consecuencias serían fatales para el paciente. Y lo consiguieron. Están a punto de darle el alta.
Si lo hubieran operado a corazón abierto, el ingreso se prolongaría entre 7 y 10 días y la recuperación sería más lenta y más complicada de lo que presumen que será esta.
No es una cirugía que se pueda aplicar a todos los pacientes. Entre otras condiciones, deben tener las arterias de acceso –las femorales– anchas. Depende también de dónde esté la lesión o de las enfermedades del paciente.
Tampoco es una operación compleja que pueda llevar a cabo cualquier cirujano. Deben tener una amplia experiencia en operaciones endovasculares y cardíacas. Y en el Chuvi, la hay. Además, los profesionales la prepararon mucho con antelación, trabajando en un simulador. Y también hace falta un punto de valentía para enfrentarse a nuevos retos.
Una nueva unidad de aorta para sumar conocimientos y experiencia
Hasta no hace mucho, la medicina atendía al paciente en compartimentos estancos. Cada especialidad trabajaba por separado. Pero eso está cambiando. Cada vez tiene más presencia la multidisciplinariedad por la que los servicios comparten conocimientos y se complementan en la atención en beneficio del paciente. Y eso es lo que han hecho los servicios de Cirugía Vascular y Cirugía Cardíaca para abordar patologías en un territorio que es una frontera compartida entre ambos: la aorta torácica. Ambos servicios crearon en octubre del año pasado la primera unidad gallega de aorta que funciona de forma estable formada por cirujanos vasculares y cardíacos. “Nos permite compartir un montón de experiencia y conocimiento”, destaca el jefe de Cirugía Cardíaca, el doctor Juan José Legarra, que añade: “Así las cosas se hacen mejor”. “No es muy frecuente la colaboración tan franca, pero es ser capaz de ver que lo mejor para el paciente es sumar lo que sabes”, destaca su homólogo de Cirugía Vascular, José Manuel Encisa de Sá. Su único objetivo es brindar el mejor tratamiento posible.