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Las mascotas, de vuelta al refugio de A Madroa

Algunos de los 240 perros del refugio. Marta G. Brea

Durante el confinamiento tener un perro en casa era un tesoro, no solo por la compañía que proporcionan, sino también porque se podía salir a pasear a la mascota sin miedo a multas. Y hubo quienes hicieron negocio y hasta las alquilaban por un módico precio. El refugio de la protectora de animales y plantas de Vigo permaneció cerrado por decreto de la Xunta durante las restricciones de movimientos. Pero, en cuanto se levantaron, las adopciones de perros y gatos de todas las razas y edades crecieron, y decenas de ellos encontraron un hogar aunque los trámites se realizaban con cita previa. Las cosas cambiaron a partir de marzo, las adopciones que estaban entre 18 y 20 al día, bajaron a cinco o seis y estas últimas semanas lo que crecen son los abandonos de animales domésticos.

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El refugio de A Madroa lanza un SOS: estos son algunos de los muchos animales que buscan una familia Marta G. Brea

“Nos están dejando muchos animales. Vienen los propietarios a entregarlas y nos cuentan verdaderos dramas. Por su situación laboral y económica no disponen de medios: unos estaban en ERTE y no se lo convalidan, a otros se les acaba la prestación y algunos carecen de tiempo para cuidarlos. Hay historias dramáticas, como quien es desahuciado y debe abandonar su casa para ir al albergue, donde no admiten mascotas”, expone Vicente Viso, presidente de la protectora de animales de Vigo.

En el refugio de A Madroa se atiende en este momento a 240 perros y 80 gatos. Una cifra muy por debajo de las 400 mascotas que llegaron a tener hace un par de años. “Se nota la labor de divulgación y visibilización que hemos hecho tanto en los medios de comunicación como en las redes sociales con catálogos de adopciones de perros y de gatos, con sus fotos y las fichas informativas sobre su carácter. Ese esfuerzo divulgativo lo hemos notado en las adopciones”, reitera Viso.

El presidente de la protectora de animales de Vigo admite que, en general, la sociedad ha evolucionado para bien en el trato a los animales. “Por lo general ya no somos tan crueles con los animales y ver un perro atado con una cadena es una rareza cuando antes era casi habitual. Ese paso se ha dado pero todavía falta mucha educación sobre el tema”, matiza. Y es que antes de la pandemia llegaron perros que, según la veterinaria y ante las lesiones que presentaban, fueron utilizados como sparring o piezas de entrenamiento de perros preparados para peleas. “En 2020 hubo un punto de inflexión porque las reuniones estaban prohibidas. Todos los perros abandonados están traumatizados, pero si le ha maltratado otro perro es casi peor”, advierte Vicente Viso. La Policía también lleva al refugio los perros potencialmente peligrosos aprehendidos en casa okupas o que carecen de chip, documentación o seguro. En caso de que hayan participado en algún ataque, como el pitbull que atacó a una anciana en un ascensor a finales de abril, los perros están a disposición de lo que determine el juez, que podría ordenar su eutanasia, tal como contempla la ley.

Estado lamentable

La mayoría de las mascotas abandonadas llegan al refugio vigués en un estado lamentable. Abundan perros de razas mestizas y de pelo largo, lo que indica que en la mayoría de los casos hubo un Yorkshire. “Antes de pasar por peluquería y desparasitación difícilmente gustarían a alguien para ser adoptados, por eso también incluimos en nuestra web relatos y fotos de perros adoptados hace unos meses que demuestran que si encuentran un hogar se convierten en cisnes”, incide Viso.

Una de las salas destinadas a felinos. Marta G. Brea

Adoptar a una de las mascotas del refugio de A Madroa requiere un entrevista previa. Los cuidadores tratan de detectar así el capricho momentáneo de un niño y evitar un regalo que vuelve como un bumerán pasados cuatros meses. Además hay que acertar con el tipo de perro adecuado a cada persona.

La protectora de animales de Vigo se encarga también de la esterilización de los gatos callejeros mediante un convenio con el Concello de Vigo. “Vigo tiene tantos gatos callejeros como vecinos y para evitar que sean una plaga hay que esterilizar las cabañas”, explica Vicente Viso. Sólo en el último mes se recogieron 73 gatos. “Hay varias asociaciones que se dedican a atender a las cabañas callejeras dentro del ámbito que permite la Ley, preparan zonas donde puedan estar estos gatos, les llevan alimentación y cuando hay camadas avisan al lacero municipal que nos las trae porque hay que esterilizarlos”, reitera e l presidente de la protectora.

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