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Julio Picatoste: “Kafka engancha y aún hoy sigue muy vivo”

El magistrado jubilado Julio Picatoste acaba de publicar un libro sobre Kafka. // RICARDO GROBAS

Julio Picatoste (Betanzos, 1947) sonríe cuando se le pregunta sobre su devoción en torno a la figura de Franz Kafka. Porque, rememora, todo empezó gracias a su hija Victoria. Cuando ella estudiaba Derecho hizo un curso de verano en la Universidad de Praga. Así que este magistrado hoy ya jubilado y su esposa eligieron esa ciudad para sus vacaciones estivales. Allí, en la capital de la República Checa, fue donde precisamente había nacido el autor de novelas como “El Proceso” o “La Metamorfosis”, así que como preparativo del viaje a este juez se le ocurrió releer algunos libros del escritor que ya había abordado siendo estudiante pero cuya lectura le había dejado entonces una sensación “viscosa” y rayana a la “pesadilla”. Y esa percepción cambió, porque de esa segunda oportunidad surgió su entusiasmo por Kafka. El discurso de ingreso en 2017 de Picatoste en la Real Academia Gallega de Jurisprudencia y Legislación fue sobre la óptica jurídica de la obra de este novelista y, dado que siguió estudiándolo y consultando bibliografía sobre él, se animó a ampliar ese trabajo. El resultado ya está en las librerías: el libro “Kafka y el Derecho” publicado por Aranzadi y cofinanciado por la Diputación Provincial de Pontevedra.

Picatoste presentará su libro este jueves día 20 de mayo a las 19.30 horas en el Museo MARCO. Con aforo limitado, junto a él intervendrán la profesora de Derecho Penal Inma Valeije, el abogado Gonzalo Gómez y el diputado provincial Carlos López Font. Esta obra era uno de los proyectos que ya tenía en mente cuando en 2019, a los 72 años, se jubiló tras cuatro décadas como magistrado. Ese retiro forzoso no le hizo entonces demasiada gracia. Quería seguir como juez en activo. Pero ahora confiesa que está “encantado” por ser el dueño absoluto de su “tiempo” –sigue levantándose a diario a las cinco de la mañana– y por dedicarlo a trabajos como el que acaba de ver la luz.

Julio Picatoste. Ricardo Grobas

Inacabable

¿Y por qué Kafka? Junto a Miguel de Unamuno, Picatoste confiesa que el escritor checo le cautiva: “Con Kafka ocurre lo que le ocurría a él con Praga. Él decía de su ciudad que era como una madrecita con garras, que no te soltaba nunca. Y con él sucede lo mismo, porque parece inacabable: es de una profundidad y una sensibilidad extraordinarias y su obra la estudias y la lees una y otra vez”.

Y es que aunque asemeje “difícil”, “hermético”, “onírico”, es un escritor que “engancha”. Y su obra, resume, es “caleidoscópica”. “Cada relectura es como un giro del caleidoscopio, te puede despertar una nueva interpretación”, dice sobre este autor que trabajó como funcionario de un instituto de seguros laboral y que murió en 1924 por tuberculosis.

Picatoste se centra en los aspectos jurídicos de cuatro trabajos de Kafka. El libro “El Proceso” narra el proceso contra una persona que murió ejecutada “sin lograr saber de qué delito le acusaban”; el relato “En la colonia penitenciaria” se centra en la pena de muerte o la tortura; la parábola “Ante la ley”, protagonizada por un campesino y un guardián, aborda el “distanciamiento” de la ley respecto del hombre; y en “Sobre la cuestión de las leyes” hay una visión de la ley “vinculada a una minoría”.

Para el magistrado Kafka sigue hoy “vivo”. “El distanciamiento de la ley respecto al ciudadano se ve en la proliferación de leyes y mientras haya graves errores judiciales e inocentes condenados ahí estará también Kafka”, ejemplifica. “Y cuando se cultiva como desgraciadamente hace el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) una justicia muy burocratizada estamos resucitando la burocracia kafkiana contra la que él tanto luchaba”, concluye.

Otro proyecto: un “alegato” contra el actual sistema de oposiciones para llegar a juez

Jubilado, pero muy activo. Así se confiesa Julio Picatoste. No descarta actualizar en el futuro su recién publicada obra sobre Franz Kafka porque sigue leyendo y tomando notas sobre este autor. Y tiene otros proyectos en marcha: “Tengo exactamente el mismo horario laboral que cuando era magistrado en activo: además de los artículos que escribo para FARO, estoy preparando un libro sobre la prueba testifical, tengo en mente revisar otro que publiqué hace varios años sobre el recurso de apelación y ya recopilé mucho material para un libro más, un alegato contra el sistema actual de oposiciones como método selectivo de los jueces”.

Las actuales oposiciones, afirma, no permiten comprobar las cualidades “que necesita un buen juez”. Se reducen a que el aspirante exponga, en tiempo tasado, unos “temas memorizados”. Y eso, opina, no llega: “No hay ninguna prueba que permita conocer qué capacidad argumentativa tiene esa persona o qué capacidad analítica, de interpretación o de aplicación del Derecho...” “Imagínate que para darte el carné de conducir solo comprueban si conoces el código de circulación, pero no si sabes ponerte al volante... Pues es lo mismo”, ejemplifica.

El sistema anglosajón, en el que antes de ser juez se ejerce varios años como abogado, es el “ideal”. Pero no lo ve “trasladable” a España. Por eso cree que las oposiciones deben introducir más pruebas que posibiliten que se seleccione a “las personas más cualificadas” para una función de vital “importancia” en la sociedad.

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