La capacidad de emprendimiento de los jóvenes no admite dudas y sin duda, los estudios que cada vez ofrecen más posibilidades en esta dirección es la Formación Profesional (FP). Los centros educativos dedican muchos esfuerzos a la búsqueda de un trabajo, pero algunos han decidido dar un paso más allá creando viveros de empresas, espacios en los que sus estudiantes o incluso personas ajenas al centro desarrollen sus ideas de negocio, orientarlas al mercado laboral o simplemente servir de lugar de reunión entre directivos, potenciales clientes o proveedores.

Centros de FP

En Vigo, son el CIFP Manuel Antonio, el IES Ricardo Mella y el CIFP Valentín Paz Andrade. Entre los tres, han concebido una treintena de proyectos, algunos ya fuera del vivero en funcionamiento, otros que no corrieron la misma suerte y varios que todavía se encuentran en fase inicial. “Muchos han contactado para ver las posibilidades de desarrollo pero aún no están dedicados de lleno a esto. Son personas que ya terminaron sus estudios y están valorando una idea e intentando introducirse en el mercado laboral”, explica Elena Otero, responsable del vivero del CIFP Manuel Antonio.

Tanto ella como su homóloga en el IES Ricardo Mella, Raquel Martínez destacan el conocimiento previo del mercado que tienen muchos de los viveristas antes de convertir en realidad su idea. “Parten ya con una base al denotar carencias en su sector y también cuentan con cierta madurez profesional”, matiza.

Burocracia

Ambas profesionales también coinciden en el problema más común con el que se encuentran estos emprendedores. “No parte tanto de la inversión inicial, sino más hacerse un hueco en el mercado, lograr entrar e introducir tu producto. La dificultad para captar clientes es lo que hace que en un primer momento no tenga ingresos”, aclara Otero. Martínez, por su parte, incide en el aspecto burocrático. “Sí vemos que cada vez el emprendimiento es menor, los proyectos son más pequeños y es porque muchas veces la administración no lo pone nada fácil. La idea de empresa pasa por que si te va mal, quedas heredado de por vida; primero tienes que tener unos ahorros y gastarlos desde el minuto cero, luego las subvenciones, que son ayudas pero te las dan después de un año, al principio tienes que adelantarlo tú, estar al corriente de pagos, declarar estas ayudas como ingresos...”, explica Raquel Martínez.

La app Capptus para el control de los grupos en visitas turísticas.

Proyectos

Por el vivero del instituto vigués han contado este pasado año con dos iniciativas, al igual que en el CIFP Manuel Antonio. Capptus y Blafer son estos dos proyectos. Al frente el primero están Mónica Salinero y María Soliño, quienes tras coger experiencia laboral y apreciar las afectaciones del COVID al sector, idearon una app para que las guías turísticas o agencias puedan conocer la situación y sugerencias de sus clientes o grupos. Actualmente, su proyecto fue uno de los seleccionados por la aceleradora de la Xunta. En cuanto al segundo, se trata de una iniciativa que se centra en la creación de un producto de suplementación alimenticia, poseedor de características únicas dentro del sector deportivo y que garantiza ser saludable, cómodo y respetuoso con el medio ambiente. “Este tipo de iniciativas son una herramienta excepcional para impulsar a personas que quieren adentrarse en el mundo empresarial. Su directora es como una mentora, nos ofrece un punto de vista alternativo sobre el que trabajar”, explica Rubén Alfaya, uno de los tres emprendedores.

Turismo y dependencia

Las dos responsables de los viveros de CIFP Manuel Antonio e IES Ricardo Mella –este periódico trató de contactar sin éxito con su homóloga del CIFP Valentín Paz Andrade– destacan que atendiendo a las ramas prefesionales que se imparten en cada centro, los proyectos gira en torno a ello. Así, en el primero son los relacionados con el turismo o agencias de viajes, principalmente, así como hostelería o industrias alimentarias las que tienen mayor presencia en el vivero.

En cuanto al instituto vigués, destaca que si bien la rama sanitaria suele tender al empleo público, los proyectos de su vivero están más orientados al cuidado de mayores, atención domiciliaria, niños, dependientes o acompañamiento. “El COVID puso sobre la mesa este nicho de mercado a explorar”, asegura.