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Las tareas pendientes de los responsables de La Metalúrgica

Escolares pasan ante La Metalúrgica, con la acera cortada. | // A. VILLAR

De cumplirse el calendario marcado por el Concello, en 2023 el entorno de García Barbón quedará conectado con el de Vía Norte gracias al elevador “Halo”, un mecanismo único en la ciudad provisto de dos ascensores y un anillo panorámico elevado a 45 metros. Más allá de ayudar a salvar un desnivel y el corte de la AP-9, uno de los objetivos de “Halo” es aprovechar el rebufo de Vialia y el complejo intermodal para regenerar el entorno de la rúa Callao, la franja de tierra que se extiende entre García Barbón y la propia autopista. A pesar del esfuerzo millonario del elevador –levantarlo costará siete millones–, la zona seguirá lastrada sin embargo por un páramo de 3.800 metros cuadrados: el solar de la antigua factoría La Metalúrgica. Su abandono, arrastrado y agravado durante años, acaba de quedar de manifiesto con el desprendimiento de cascotes de su fachada histórica. El incidente –registrado a finales de abril– obligó a movilizar a los bomberos y precintar parte de la acera que pasa justo enfrente de la fábrica.

No ha sido sin embargo el único movimiento del Concello. Desde Praza do Rei explican que la Gerencia de Urbanismo está tramitando dos expedientes vinculados con La Metalúrgica, ambos en la oficina de Conservación y ambos, también, sobre ordenes de ejecución.

El primero demanda las “obras de conservación y reparación necesarias” en la fachada “con la finalidad de proteger el patrimonio arquitectónico y la adecuada conservación” del frente, “evitando dentro de lo posible que continúe su deterioro”. “Se añadió además la limpieza del solar. El objetivo principal es la conservación de la propia fachada”, anotan. El otro expediente exige las “obras y actuaciones precisas” para atajar “la influencia negativa y degradación de la escena urbana y la imagen del entorno”.

Fachada de La Metalúrgica, precintada tras la caída de cascotes. Alba Villar

A lo largo de los últimos años en Urbanismo se han sucedido los informes sobre las medidas de seguridad adoptadas en la estructura. Solo en el último lustro se despacharon media docena, desde el primero, de noviembre de 2015, hasta los últimos de marzo y abril.

En Praza do Rei aseguran que –“para atender las órdenes de ejecución dictadas por el Concello”– los responsables de la parcela han decidido reforzar el interior de la fachada con contrafuertes de hormigón. A finales de febrero los dueños trasladaron una consulta a la Dirección Xeral de Patrimonio para “confirmar la autorización”. A día de hoy sin embargo –asegura Urbanismo– no se tiene aún “constancia” de que se atendiera su solicitud.

El Concello alega también que intentó que la parcela quedase bajo el paraguas de la Ordenación Provisional, el instrumento urbanístico aprobado por el pleno en julio de 2019 y que desbloqueó jurídica de casi 50.000 parcelas. No pudo ser –alega Urbanismo– a causa del veto autonómico. Quedarse fuera implica que su desarrollo está sujeto al nuevo PXOM que tramita el Concello. Su objetivo es que el documento reciba el visto bueno inicial este mismo verano y el definitiva en 2023. Al menos una parte de la parcela –de 3.763 m2, según su ficha de la Sede Electrónica del Catastro– estaría en manos de la promotora Ifer, que hace años presentó un proyecto para levantar en el solar dos grandes torres que sumarían 120 viviendas. En el Catastro, la propiedad figura asociada a S.L. Setenta de García Barbón.

Proyecto inmobiliario que se manejaba en 2014 para la parcela. / Fdv FdV

Ifer, compañía que ya levantó las torres de García Barbón que llevan su nombre y en las que se aloja el Círculo de Empresarios, asegura que mantiene en el Concello el proyecto inmobiliario que presentó hace años. Al menos en 2014 sus planes pasaban por construir una urbanización con dos bloques de diferentes alturas. El plan contemplaba 2.400 m2 de zonas verdes y la rehabilitación de 64 metros lineales de fachada de la antigua factoría. La reforma completaría la ya ejecutada por el Ministerio de Trabajo en el resto del frontal para construir la nueva sede de la Tesorería de la Seguridad Social.

Las obras ejecutadas por el Ejecutivo central duraron cerca de cuatro años y requirieron una inversión de 14 millones de euros. Como parte del proyecto se edificaron dos grandes bloques y se rehabilitó, frente a ellos, un tramo de la factoría. Queda pendiente sin embargo la mayor parte del frontal, último vestigio de la fábrica diseñada en 1900 por el ingeniero industrial José Barreras Massó para abastecer de envases de lata a la pujante industria conservera de Vigo. A medida que su carga de trabajo fue creciendo el propio centro necesitó expandirse, lo que obligó a dos ampliaciones: una en 1917, de la mano de Jenaro de la Fuente Domínguez; y otra décadas más tarde, en 1938, con otro de los nombres destacados en el patrimonio local del siglo pasado, Francisco Castro.

El arquitecto Salvador Fraga recalca el potencial de la fachada por su valor histórico, simbólico y patrimonial y la reivindica también como uno de los últimos vestigios del pasado fabril del barrio. “Es muy importante y representativa”, reflexiona. Sobre su recuperación, aboga por encararla teniendo en cuenta la parte del frente que ya se rehabilitó con las obras de la Tesorería de la Seguridad Social. “Debe tener carácter unitario, una continuidad, porque tiene una presencia muy emblemática”, recalca. Otra de las claves debe ser –defiende– el respeto al cromatismo original que tenía la factoría en el siglo XX.

Los vecinos piden sacarlo del abandono: “No podemos estar expuestos a la caída de cascotes”


Al igual que ocurre con la fábrica de Bernardo Alfageme o La Artística, La Metalúrgica se levantó y amplió a lo largo de la primera mitad del XX con una doble vocación: una eminentemente práctica, para acoger y facilitar la intensa actividad industrial que se desarrollaba en su interior; y otra más estética, con la que sus impulsores buscaban remarcar su presencia en la ciudad. Hoy queda de la vieja fábrica más de lo segundo que de lo primero. Se conserva su fachada, con arcos y líneas refinadas; pero irónicamente en 2021 la elegancia que destilaba durante las primeras décadas del XX se ha esfumado. Al contrario. Los vecinos del entorno la ponen en su radar con más recelo que admiración. “Hay que sacarla del abandono. Los vecinos no podemos estar expuestos a la caída de cascotes”, apunta Mercedes García, presidenta de la asociación Fonte do Galo. Sus quejas llegan poco después de que el desprendimiento de piezas de la fachada obligase a la Policía Local a precintar parte de la fachada y de la propia acera, lo que obliga a los peatones, a su vez, a bajar a la carretera –donde se han instalado vallas– para caminar varios metros. García recuerda el incidente que ocurrió a comienzos de año en el Arenal, donde se cayó parte de un edificio abandonado, y pide a las administraciones que actúen para evitar casos similares. “Ocurre lo mismo que con el Arenal. Algo deberían sacar, el Concello debería tener una determinación al respecto. Hablamos del centro de la ciudad”, zanja. Uno de los expedientes que se tramita en la oficina de Conservación de la Gerencia de Urbanismo apunta precisamente a la imagen que la construcción proyecta ahora mismo, sucia, abandonada, tapiada y cubierta en parte con precinto policial. Sobre el futuro del solar García desliza las posibilidades que tendría un espacio para actividades culturales.


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