El año 2020 supuso un enorme desafío para toda la sociedad. Y, para un dispositivo que atiende a uno de los colectivos de mayor exclusión social, el de las personas sin hogar, se convirtió en uno de los mayores retos sanitarios, logísticos y de organización a los que se ha enfrentado. El Centro Integral de Inclusión e Emerxencia Social de Vigo (CIIES) –más conocido como albergue municipal– se convirtió en el único recurso social de estas características –con duchas, lavandería y comedor– abierto los 365 días del año y las 24 horas del día en Galicia adaptando sus servicios al confinamiento y a la posterior vida en pandemia. Dejó de ser un recurso de pernocta temporal y se convirtió en uno residencial de media y larga estancia. Esa estabilidad le permitió 32 inserciones exitosas.

Para rebajar el riesgo de contagios, eliminó la rotación de los usuarios y el albergue de Marqués de Valterra se convirtió en servicio de residencia de media y larga estancia. Además, el centro gestionado por Cruz Roja tuvo que reservar una habitación para la cuarentena de usuarios que presentaran síntomas compatibles con el COVID. En estas circunstancias, el total de las pernoctaciones registradas no bajaron demasiado con respecto a 2019 –solo un 3% menos–, pero sí el de personas diferentes que hicieron uso de este servicio: cayó un 60% hasta las 281.

Si bien, el Concello de Vigo habilitó otros recursos para poder atender a todo aquel que necesitara un espacio en el que pernoctar. De ahí que instalara un albergue provisional en el pabellón de O Berbés –al que el CIIES prestó diverso apoyo, como el servicio de comedor– y que tenga una red de hostales y hostales para personas sin techo que no pudieran acceder al albergue –se derivó a 78 desde Marqués de Valterra–. Además, subvenciona el albergue de la Fundación Santa Cruz. Cruz Roja y los servicios municipales trabajaron en red para buscar, derivar y movilizar a las personas sin hogar. “En Vigo aplicamos la política social más avanzada de España”, destaca el alcalde de la ciudad, Abel Caballero.

Aunque llegara a menos gente, les ofreció más estabilidad, lo que permitió desarrollar intervenciones personalizadas más completas y a largo plazo para mejorar su situación económica y buscar alojamiento alternativo. En la memoria elaborada por Cruz Roja explica que “sobre todo la etapa de confinamiento facilitó la posibilidad de mejorar la situación (principalmente en el área de salud) de personas que antes eran reticentes a acudir a cualquier recurso o iniciar cualquier proceso de mejora”.

De los 32 planes personalizados de inserción que concluyeron con éxito, ocho entraron en el programa básico –proporciona estancia estable con asesoramiento y orientación y potencia el cambio a la vida autónoma–; dos accedieron a una residencia y otro a un centro de acogida de protección internacional; cuatro se insertaron laboralmente; tres volvieron al domicilio familiar o a la ciudad de origen; a once les encontraron una alternativa habitacional; y tres lograron una prestación.

En el albergue, minimizaron el riesgo de contagio, entre otras medidas, con un seguimiento diario del estado de salud. Durante 2020 no tuvieron ningún contagio, pero sí vivieron un brote a finales del pasado mes de febrero.

El porcentaje de ocupación fue del 90%. Llamó la atención el de las mujeres “notablemente incrementado” con respecto al año anterior. Las pernoctas subieron un 44%. “Esto pone de relieve la continuidad de las mismas mujeres en el servicio a lo largo de los meses debido, entre otros factores, a tener menos alternativas de vivienda –casa ocupadas infraviviendas...– dado que presentan mayor riesgo de sufrir agresiones”, explica la memoria. Ellas fueron el 19% de los usuarios, entre los que el 56% fueron españoles.

Pero el CIIES no es solo un albergue. De sus distintos servicios se beneficiaron más de un millar de personas en 2020 –1.053, un 27% menos que el año anterior–.

El equipo de calle amplió sus salidas para realizar dos al día de lunes a viernes. Cruz Roja destaca la labor de estos profesionales durante la pandemia en la detección y localización de personas en la calle durante el estado de alarma para el traslado al albergue provisional. Visitaron a un total de 194 personas, un 5% más que el año anterior. Además, triplicaron las entregas de bebidas –café, leche, zumo...– y de otros recursos como mascarillas. También les acercaban tápers de comida cocinada en el comedor social o ropa lavada.

Su servicio de lavandería también ha atendido las personas alojadas en siete hostales dos veces por semana. En total, a 255 externas al centro.

Sus duchas las usaron las 281 personas del albergue, pero también otras 255 de fuera, que pudieron acceder por una nueva entrada diferenciada.

Una cocinera en el comedor social del albergue. | // FDV

5.300 menús más cocinados en el comedor social

Durante la pandemia, el centro de Marqués de Valterra, el CIIES creó un servicio de comedor externo. Desde el confinamiento, al non poder servir comida en sus instalaciones más que a los usuarios del albergue, entregan tápers a sus habituales y a otras personas derivadas por los servicios municipales. Además, dio apoyo al albergue provisional del Berbés, aumentando en medio centenar el número de menús que preparaba, hasta los 120. En total, el año pasado cocinó 26.205, un 25% más que el año anterior. Llegaron a 658 personas. De ellas, 204 se inscribieron nuevas.