La pandemia ha servido un cóctel de circunstancias que están saturando las agendas de las Unidades de Fisioterapia de Atención Primaria. Al parón de actividad durante el confinamiento, se suma ahora la limitación de acciones grupales, los dolores que afloran tras meses de escaso ejercicio físico o el agravamiento de la situación económica, entre otros, han doblado la demora de las primeras consultas.

Durante los tres primeros meses del primer estado de alarma, estas unidades estuvieron cerradas. Luego, algunos pacientes también tenían miedo de acudir a instalaciones sanitarias y lo postergaban. “Ahora nos está llegando el aluvión de lo no atendido”, señala el supervisor del área de Fisioterapia del Área Sanitaria de Vigo, Tirso Docampo. Una primera consulta ha pasado de resolverse en una media de un mes a dos.

Al goteo continuo de pacientes con patologías típicas, se le está sumando también la entrada de aquellos que no recibieron tratamiento en tiempo y forma. Como los mayores con patologías crónicas que, una vez vacunados, retoman contactos.

Además, el mayor uso de la consulta telefónica en Medicina de Familia hace que les lleguen más casos para valoración que antes se descartaban en este primer filtro. “Es un cribaje que no está mal que lo haga el fisioterapeuta, pero es una tarea más en un contexto de recursos limitados”, explica Docampo.

También están percibiendo más afluencia por los problemas laborales y económicos que la pandemia está provocando en los hogares. Ven que gente que antes estaba más dispuesta a sufragar este servicio en la privada para evitar la demora, pide ahora que le atienda el centro de salud.

La reducción de la práctica de ejercicio en general entre la población y la consecuente pérdida de capacidad muscular y elasticidad, unido a la recuperación de la actividad física ahora, está provocando dolores que aumentan la demanda de estas once unidades de fisioterapia de los centros de salud del área.

“La gente tiene una musculatura fuerte en las piernas porque camina, sube escaleras... Si dejas de hacerlo tres meses, hay una atrofia y empiezan a dolerte las rodillas y vas por eso al médico, pero no porque tengas una atrofia de cuádriceps”, ejemplifica el supervisor.

“La gente mayor no salía de casa por miedo y vienen con más dolores persistentes, dolores crónicos a nivel articular y muscular por la falta de activación”, describe Docampo. Resalta que la suspensión de las actividades físicas que desarrollaban diferentes instituciones para este colectivo, además de en el dolor persistente, también ha tenido importante repercusión en enfermedades metabólicas, oncofragilidad y salud mental.

Uno de los recursos que utilizaban para poder llegar a un mayor número de pacientes eran las actividades grupales, en las que daban pautas a varias personas a la vez. Por las medidas de prevención frente al COVID, estas están ahora muy limitadas.

Pese a la sobrecarga de trabajo, los profesionales de las once UFAP hicieron el esfuerzo de preparar un programa de seguimiento a pacientes COVID que habían estado ingresados en el hospital, donde ya los atendieron. Fueron alrededor de 300, con una media de tres a cuatro sesiones para abordar posibles miopatías o dolores musculares. “Fuimos dándoles pautas y fueron evolucionando bien, porque le hicimos un acompañamiento”, cuenta Docampo.

Hospital

La sobrecarga de Fisioterapia en los hospitales también ha aumentado, entre otras cosas, por la reducción de los aforos de sus gimnasios que les lleva a atender a menos pacientes por jornada.

Un profesional por cada 24.000 cartillas en la ciudad

La plantilla de las once unidades de fisioterapia de los centros de salud del área cuenta con 29 profesionales y el Sergas la reforzará con tres más este año. Dos irán a la ciudad de Vigo, que tiene tres UFAP: Lavadores, con cuatro fisioterapeutas en la actualidad; Nicolás Peña, con tres; y Navia, con cuatro.

Pese a este incremento, la ratio de fisioterapeutas del servicio público por cartillas en Vigo es peor que la media gallega. Al atender también a los usuarios de Porriño y Mos en las unidades de la ciudad, son alrededor de 314.000 habitantes, lo que arroja una tasa de uno por cada 24.000 tarjetas, cuando la media de Galicia ronda uno por cada 17.000 y el objetivo del Sergas era situarla en uno por cada 11.000.