Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Un “joven” universitario de 61 años

Gerardo Fonseca Fariña, estudiante de 61 años de Filología y Traducción Pablo Hernández

De mentalidad positiva y un carácter marcado por “la raza guanche” heredada de su padre y el ímpetu gallego de su madre, ambos emigrantes en Venezuela, Gerardo Fonseca Fariña, de 61 años, fue capaz de transformar un acontecimiento traumático que puso en trance su vida en el impulso que necesitaba para hacer cambios y retomar la “materia pendiente” de estudiar en la Universidad.

Gerardo Fonseca ha iniciado la carrera de Traducción: ”Soy un enamorado de la vida. Pretendo graduarme y trabajar. Cuando quieres seguir creciendo no hay límite de edad”

“Me interceptaron cuatro señores armados en Maracay y salí herido de bala. Pasé un año de operaciones y postrado en la cama. No podía moverme. Pedí a dios y a los espíritus de los míos vivir y estar bien y las cosas se me dieron. Soy un milagro andante”

decoration

Porque si algo lo distingue es su jovialidad y su optimismo y confía en que su historia inspire a otros “jóvenes de espíritu” como él a iniciar una carrera universitaria: “Soy un enamorado de la vida. Pretendo graduarme y trabajar como traductor. Cuando quieres seguir creciendo no hay un límite de edad. No hay mejor medicina que utilizar el cerebro para aprender. Supone un sacrificio, pero recompensa mucho”.

Gerardo trabajó en el sector de la construcción en EE UU y en 2002 se estableció en Carballiño, donde reside parte de su familia. Pero, a raíz de la crisis inmobiliaria, regresó a Venezuela junto a su mujer, otra hija de emigrantes italianos. Allí gestionaban varios negocios y su patrimonio hasta que el asalto sufrido le hizo replanteárselo todo y volvió a establecerse en la localidad ourensana junto a su hijo pequeño –”Es un guerrero. Mi fotocopia de 21 años”– para disfrutar más tiempo junto a su madre, una profesora universitaria que todavía vivía por entonces, su hijo mayor y sus tres nietos, así como de sus hermanos y sobrinos.

Gerardo, con sus compañeros de clase de Filología y Traducción Pablo Hernández Gamarra

Fue precisamente su sobrina Elisa la que le dio el empuje definitivo. “El bicho ya lo tenía, pero ella fue mi inspiración. Nació con un parálisis cerebral pero es una mujer muy luchadora y estudió en la Universidad de Santiago, adonde yo la llevaba. Fue una simbiosis, somos una familia de buenos rollos”, celebra.

Así que Gerardo acabó matriculándose en Traducción, en la especialidad de Galego-Inglés. “En la de Español-Inglés ya no quedaban plazas, pero así me fuerzo a aprender galego. Non falo máis por vergoña pero escribir escribo ben. Dicen que loro viejo no aprende a hablar, pero en mi caso sí”, bromea.

“No es fácil retomar los estudios, requiere disciplina y el primer cuatrimestre me moría del estrés"

decoration

"Me quedó algo para junio. Pero ya me organizo mejor y estoy disfrutando de esta etapa estudiantil. Soy una esponja, aprendo muchísimo y el año que viene me quiero ir de “erasmus” a Lisboa. El portugués me encanta y la ciudad es encantadora y romántica. Y algún día, si llega la inspiración, quizá escriba algo”, planea.

Gerardo Fonseca Fariña, con sus compañeros de clase en Filología y Traducción Pablo Hernández Gamarra

A Gerardo también le gustaría ser “fuente de inspiración” para sus jóvenes compañeros de clase y asegura que los profesores le han puesto “una alfombra roja” en su estreno universitario.

“Me siento superatendido y están haciendo un esfuerzo excepcional para dar clases presenciales"

decoration

"Todos tenemos una carga emocional por la pandemia, pero he pasado tantas dificultades que lo llevo con tranquilidad. Lo malo es que la parte social se ve afectada, porque la Universidad también es la relación con los colegas y los profesores. Y que aprender un idioma con mascarilla, solo a través de los sonidos y la expresión de los ojos, es más complicado. A la parte informática me he acostumbrado. Tengo un portátil bien guapo ¡y no me apartes de él que me muero!”, asegura divertido.

"Mi médico me tiene como un Ferrari del 70, viejito pero marchando bien"

decoration

Gerardo Fonseca, en el campus vigúes. Pablo Hernández Gamarra

Gerardo, que se desplaza a diario en su vehículo desde Carballiño hasta el campus de As Lagoas-Marcosende, rechaza los estereotipos que rodean a la jubilación: “La mentalidad en Venezuela y EE UU es muy diferente porque no hay un gobierno paternalista. Aquí el criterio es comprarte una tierrecita y ponerte a sembrar papas y a jugar la partida todos los días en el bar. ¡Yo no me veo haciendo eso! Tenemos la mejor Seguridad Social y la mejor atención. Mi médico me tiene como un Ferrari del 70, viejito pero marchando bien”.

Cuenta con el respaldo de su familia en esta nueva etapa –”No es que me apoyen, es que flipan. Todos están entusiasmados y me preguntan”– y también de muchos vecinos que conocen su historia.

Y recuerda que no es el único universitario veterano: “No soy un Superman, en mi clase hay otra compañera de 52 años y un policía. Soy solo una persona luchadora, que se queda con las experiencias bonitas de la vida. Como fui constructor, me planteó esto como una casa que voy levantando, escalando pisos y superando dificultades. Nunca es tarde para tener metas”.

Compartir el artículo

stats