Salvan cinco pisos de desnivel. Son lúgubres y "rompepiernas". Son, en definitiva, unas de las peores escaleras del casco urbano vigués. La complicada orografía olívica supone importantes diferencias de cota entre calles vecinas, con pendientes casi imposibles de suavizar. Una de las peores se halla oculta entre las calles Aragón y Travesía, por detrás de la iglesia Santo Cura de Ars.
De hecho, en una nueva apuesta por el Vigo Vertical, el Concello prevé instalar un ascensor que facilite la movilidad y permita a los vecinos más mayores acudir a ese templo, que habían abandonado por el de Fátima debido al esfuerzo que les suponía llegar hasta él.
Esta intervención rondará el millón de euros y beneficiará a una de las áreas con mayor población de la ciudad, con unos 20.000 residentes.
La escalinata no es visible desde ninguna de las dos vías principales, sino que se accede a ella a través de unos callejones. Desde Aragón hay que dirigirse al parque de Bailén. Ahí, en una esquina, arranca la bajada. Es estrecha, apenas caben dos personas, lúgubre y empinada. Su más de medio centenar de peldaños se complica si el trayecto es el inverso, desde la Travesía, a la altura del número 160.
Son unas escaleras "rompepiernas" por el esfuerzo que supone salvar cinco pisos de altura en tan reducido espacio. Esto hace que sean poco transitadas, por lo que los vecinos esperan como agua de mayo la llegada del ascensor del Vigo Vertical.