Parecía una noche tranquila de domingo en la parroquia de San Paio de Navia. Faltaba media hora para que empezase el toque de queda cuando una unidad de la Policía Local de Vigo se encontraron de frente con un conductor a los mandos de una minimoto. Al tratar de darle el alto, la situación se descontroló tan rápidamente que el piloto terminó la noche en el calabozo, detenido por un supuesto delito contra la seguridad vial y por un atentado a agentes de la autoridad.

Los policías, que se encontraban en la calle Lourido para atender un servicio de tráfico, intentaron darle el alto al conducir un vehículo no autorizado. El funcionario que se encontraba más cerca procedió a darle el alto, pero el conductor, lejos de frenar, trató de embestir al agente que tuvo que apartarse para no ser arrollado. La secuencia se repitió cuando llegó hasta donde se encontraba el segundo policía, que tuvo que saltar hacia un lado para que no le atropellase.

Cuando se disponían a emprender la persecución, los agentes se percataron de que el individuo sufría una caída unos 60 metros más adelante, traspiés que trataron de aprovechar los funcionarios para alcanzarle. Cuando llegaron a su altura, el hombre ya se había recompuesto, dio media vuelta y aceleró otra vez en dirección a sus perseguidores, esta vez alcanzando a uno de ellos en la muñeca izquierda con el manillar de la moto. El piloto siguió su huida por una zona cebreada (peatonal) por la que paseaba un grupo de cinco peatones que también tuvieron que apartarse para evitar el impacto.

"¡Abre la puerta, ábrela!"

La ruta del fugado le llevó hasta un callejón sin salida. Allí, a viva voz, empezó a gritarle a alguien: "¡Abre la puerta, ábrela!". Y una puerta se abrió al tiempo que los agentes daban alcance al motorista. Por ella apareció una mujer de 30 años que resultó ser la esposa del hombre. Gracias a ella, el piloto se calmó y permitió que los policías le invitasen a someterse a la prueba de alcoholemia.

Pero durante el trayecto hacia el furgón de atestados y sin previo aviso, el varón se paró en seco y soltó un puñetazo a uno de los policías entre la mandíbula y la oreja izquierda para tratar de volver a escapar, esta vez a pie. Los funcionarios tuvieron que emplearse a fondo para reducirlo nuevamente y esta vez le pusieron las esposas por si se le ocurría agredir otra vez a alguien.

Una vez en las dependencias policiales, el test de alcoholemia dio un resultado positivo de 1,04 y 0,98 mg/l de alcohol por aire expirado, lo que excede el límite penal establecido. También se constató que el hombre, un vecino de Vigo de 26 años, carecía de permiso de conducir. En atención a estos hechos se procedió a su detención por un supuesto delito contra la seguridad vial (en atención a la conducta mostrada en la conducción ), y por atentado a agentes de la autoridad. Adicionalmente, se dio cuenta a la autoridad judicial competente por conducir un vehículo a motor careciendo de permiso administrativo correspondiente, y por el resultado positivo en la prueba de alcoholemia, que excedió del límite penal establecido.