Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Los centros de buceo vigueses recargan sus botellas

Aficionados al submarinismo y personal de formación, antes de partir para hacer inmersiones Pablo Hernández

Con el verano a la vuelta de la esquina, el buen tiempo ya asomando en el cielo y los termómetros, y las restricciones para frenar el avance del coronavirus aliviadas, el submarinismo vuelve a coger fuerza en la ciudad olívica. Da fe de ello Iñaki Ferreiro, responsable de la empresa Buceo Islas Cíes. Recientemente, ha retomado los cursos y las salidas. La actividad que se registra es “bastante elevada” y las previsiones apuntan a un escenario favorable, “similar al del verano pasado”.

“Nos adaptamos a la normativa estableciendo grupo de cuatro personas para las inmersiones. Algunos alumnos acaban ahora el curso porque no pudieron en febrero debido a los temporales o los cierres perimetrales, pero se desarrollan a lo largo de todo el año. Es cierto que, al acercarse el verano, la gente se anima más. También hay aficionados que lo practican en cuanto pueden”, explica Ferreiro.

Los cursos se prolongan durante una semana: ofrecen teoría, prácticas en la piscina –donde se hacen ejercicios para aprender a solucionar problemas que puedan surgir bajo el mar– y cuatro inmersiones. El precio ronda los 400 euros. Superarlo es necesario para bucear: una vez acabado, se recibe un carné o certificado.

Un grupo de buzos y personal del centro Buceo Islas Cíes Pablo Hernández

El perfil de los participantes en los cursos, según concreta Ferreiro, es variado. Destacan hombres y mujeres de entre 20 y 40 años: “Hay gente joven que busca hacer deporte e interaccionar con la naturaleza, pero también mayores que siempre tuvieron ganas de bucear y de comprobar en primera persona lo que aprendían en los documentales que veían cuando eran pequeños. En ocasiones, tenemos a alumnos que están preparando oposiciones y deciden sacarse el curso porque les da puntos”.

La fórmula que dibuja el éxito de los cursos de buceo deja buenas cifras en los centros que abren durante todo el año y permite la reactivación de los que han estado en cese de actividad. Es el caso de Capitán Diver, que vuelve a encender sus motores tras casi cinco meses en el dique seco. Uno de sus responsables, Pablo Ubeira, destaca que retoman ahora los cursos y las salidas. Prevé que haya una demanda elevada, sobre todo, a partir de mayo, siempre que la pandemia del coronavirus dé su permiso: “Las expectativas son buenas. El año pasado, la gente se decantó por este tipo de ocio porque es seguro, se escapa de los planes en los que puede haber masificaciones”.

Buzos, antes de su inmersión Buceo Islas Cíes

¿Y qué valoran más los amantes del submarinismo?

Alejandro Suárez subraya la tranquilidad que le aporta esta actividad, que, a su vez, le permite desconectar y recuperar fuerzas anímicamente. “Mi trabajo es algo estresante, bucear me relaja mucho. Estoy a 25 metros de profundidad, sin ruido, en suspensión, es decir, como si estuviera flotando, observo el fondo marino… Me encanta la sensación de calma y flotabilidad”, apunta antes de señalar que, en tiempos de COVID, es un hobby “seguro”.

Suárez decidió sacarse el carné en octubre de 2017. “Tengo el nivel básico. Era el paso siguiente después de 15 o 20 años practicando pesca submarina. Lo veo como ocio, aunque me gustaría ir subiendo de nivel poco a poco. Ahora, buceo una o dos veces a la semana, depende de la disponibilidad que tenga en función del trabajo”, expone, a la vez que recomienda a todo el mundo probar esta experiencia: “En Galicia, somos privilegiados por tener mar. Si te gusta, bucear es gratificante. Es como volar, como hacer paracaidismo. Mientras estás buceando, no existe nada más que lo que tienes a tan solo un metro por debajo”, apunta.

Idéntica reflexión ofrece David Táboas, que logró el carné y bucea desde 2017. “Es un mundo de experiencias distintas, una actividad relajante que te permite aislarte de todas las tareas diarias. Es estar en otro ambiente completamente diferente, en el que hay flotabilidad y silencio absoluto. Bajo el mar, conoces la sensación de ingravidez y puedes observar la flora marina y las interacciones entre los chocos, ver de cerca cómo se mueven los peces o los pulpos, o comprobar en qué se traduce el hundimiento de un barco”, comenta. “Intento bucear todos los días posibles”, apostilla.

Sergio Súarez es otro amante del buceo. Empezó en octubre de 2019, momento en el que se sacó el carné. Además de trazar una radiografía similar a la de los anteriores buzos, pone en valor la actividad física que se ejerce bajo el mar. “Me aporta tranquilidad y libertad y hace que desconecte del trabajo: puedo liberar la mente, estoy en mi propia burbuja. También me permite mantenerme activo. Vengo cuando puedo, ya sea de lunes a viernes o los fines de semana”, relata. Otro punto a favor que señala es su “seguridad” en pandemia. Precisamente, denuncia que, en el fondo marino, se ven “mogollón” de mascarillas, así como plásticos y redes.

Compartir el artículo

stats