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La colisión contra el supervelero: del exceso de confianza al error de cálculo

Un velero daña el megayate del magnate ruso por acercarse demasiado

Un velero daña el megayate del magnate ruso por acercarse demasiado R.V.

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Un velero daña el megayate del magnate ruso por acercarse demasiado A. Otero

La investigación abierta por Capitanía Marítima de Vigo sobre la colisión de una pequeña embarcación contra el supervelero “A” en aguas interiores de la ría ha desencadenado una interminable lista de comentarios en redes sociales, en su mayoría, críticos con el patrón recreativo. Que "adónde iba con esa chalupa”; “Ya le vale ir hacia un mastodonte de 143 metros y cargado con tres personas más”; “La que le va a caer por espabilado”…

Para mayor infortunio del aludido, cualquiera se cree con autoridad para opinar sobre el incidente con solo visualizar uno de los numerosos vídeos donde sale la embestida de David contra Goliat. Sin embargo, hasta quienes se encargarán de investigar lo sucedido tras la denuncia presentada por el consignatario, saben bien el porqué de la colisión. Hasta tienen la certeza de que la maniobra ejecutada por el velerito pudo haber acabado sin provocar ningún rasguño al buque propiedad del magnate ruso Andrey Milichenko. Solo que en este caso, el patrón arriesgó más de la cuenta, acercándose tanto y a vela.

“Ningún patrón, aunque sea poco experimentado, va directo contra otro barco a posta. Es como imaginar a un conductor circulando directo hacia otro. Salvo que quiera embestirlo a propósito”, ejemplifican expertos consultados por este periódico. Partiendo de esta primera decisión imprudente de aproximarse demasiado a la mole de tres mástiles de 90 metros de alto, los expertos apuntan otro “exceso”, el de confianza.

Como se aprecia en uno de los vídeos, el patrón enfila directo hacia el costado de babor del titán mientras su proel iza el foque (vela de proa). En todo momento parece convencido de su maniobra, totalmente seguro de tener tiempo de sobra para virar antes de tocar al otro. Pero aquí es cuando comete otro error: el de cálculo. Tras analizar la secuencia del vídeo, los expertos aprecian que desde el principio de su maniobra al patrón le faltó el control sobre el barco. Todos sus esfuerzos por ganar velocidad para recuperar el gobierno, como ampliando el velamen, fueron inútiles. Pero aun si dispusiese de todas las velas desplegadas, de nada le hubiera servido. No contó con que la imponente superestructura que tenía en frente anularía por completo la ligera brisa que soplaba a esa hora. De hecho solo logró dominar el casco a base de golpes fuertes de caña (timón), del todo insuficientes para cambiar una trayectoria que lo llevó directo contra el “Goliat”.

Los expertos recalcan: “Ningún patrón, aunque sea poco experimentado, va directo contra otro barco a posta. Es como imaginar a un conductor circulando directo hacia otro"

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La reacción esperada, la única posible

Su reacción tras la embestida fue la esperada, la única posible: arrancar el motor auxiliar. Solo que durante el rato que tardó en encender el fueraborda causó un “rayón” -como consta en la denuncia efectuada por el consignatario Joaquín Davila&Cia- sobre unos diez metros del costado de babor del “A”. Y será el coste de la reparación de estos rascazos lo que más abultará la factura que bien el responsable o su seguro deberán apoquinar. Por sorprendente que parezca, la pintura que luce este coloso en su exterior sale de una mezcla de componentes exclusivos fruto de un pormenorizado estudio de quien diseñó la enorme criatura, el reputado Philippe Stark.

Al margen de estos daños, el patrón recreativo se expone a una sanción mínima de 500 euros por colisión. Fuentes consignatarias aseguran que Capitanía Marítima ya lo tiene identificado. En cambio, “del barco no existe matrícula”, añaden, sin aclarar si el folio no consta pintado en el casco o el que figura aquí no coincide con ningún registro oficial. Y hasta que no resuelvan esta contradicción tampoco se podrá determinar otras posibles infracciones, empezando por si cuenta con el seguro correspondiente en regla. De carecer de esta póliza, las multas en total podrían superar los 3.000 euros.

Las citadas fuentes asumen que también cabe la posibilidad de que la investigación de este incidente "acabe en nada". Un extremo al que restan importancia tal vez solidarizándose con la malta suerte del patrón, un abuelo entusiasmado por mostrarle a su familia el fabuloso superyate en una tarde de domingo primaveral.

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