“Queremos saber la verdad”. Este es el objetivo que mueve a la familia de Déborah Fernández-Cervera. Y con este fin acaban de dar un paso firme en el procedimiento judicial abierto para esclarecer esta muerte criminal ocurrida hace casi 19 años: el de solicitar formalmente a la jueza la exhumación del cuerpo de la joven para que pueda ser examinado por los médicos forenses en busca de restos de ADN o de otros vestigios que permitan arrojar luz. “Es un trámite doloroso para los padres, hermanos y seres queridos de Déborah, pero necesario para intentar determinar la persona que acabó con su vida”, afirman. El equipo legal que asesora a la familia de la víctima venía sopesando la idoneidad de plantear la exhumación desde hacía meses y finalmente han decidido solicitarla en firme a raíz de los resultados de un informe pericial que acaban de presentar en el juzgado y que afianza la muerte homicida: el estudio determina, avanzan, que la joven falleció por asfixia y que además intentó defenderse de su agresor.
En un comunicado la familia informa de que el informe pericial que ya está en manos del juzgado fue realizado por un prestigioso especialista en medicina legal y forense y que en el mismo se concluye que la de Déborah “es una muerte violenta de etilogía homicida por anoxia anóxica probablemente por la obstrucción de los orificios respiratorios y al menos parcial compresión torácico-abdominal”.
La conclusión del experto consultado por la familia es, por un lado, que la joven fue asfixiada, descartando la muerte súbita. Y dicha pericial va más allá ya que también determina que en el cuerpo de Déborah había “diferentes lesiones traumáticas vitales”. Algo que denota que por parte de la joven “existió defensa ante la agresión que estaba sufriendo y que acabó con su vida”.