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El cambio global “asfixia” al tiburón azul

Gonzalo Mucientes, durante el marcaje de un ejemplar de tiburón azul en el Atlántico G. M.

Gonzalo Mucientes, del IIM, partiicipa en un estudio que constata que la creciente pérdida de oxígeno aumenta su vulnerabilidad al obligarlos a nadar en aguas más superficiales

La creciente pérdida de oxígeno en los océanos provocada por la emergencia global comprime el hábitat de los tiburones azules y aumenta su vulnerabilidad porque les obliga a nadar en aguas más superficiales y, por tanto, con mayor riesgo de ser capturados por pesqueros. Gonzalo Mucientes, experto del Instituto de Investigaciones Marinas-CSIC, participa en un estudio internacional cuyos resultados acaban de ser publicados en la revista eLife y durante el que se marcaron para su seguimiento un total de 55 ejemplares en aguas del Atlántico norte.

Las zonas con déficit de oxígeno (ZMO) se están expandiendo horizontal y verticalmente a causa del cambio climático y este equipo integrado por expertos de varias instituciones de Portugal y Reino Unido, liderados por Nuno Queiroz y David W. Sims, ha determinado por primera vez cómo este fenómeno puede interactuar con las pesquerías y afectar a los tiburones pelágicos amenazados.

La investigación se desarrolló en una ZMO del Atlántico tropical oriental, al sur de Cabo Verde y frente al continente africano, donde la desoxigenación es particularmente intensa. “Concluimos que los tiburones hacen inmersiones a menor profundidad que aquellos que se encuentran fuera. Esto es debido a que adentrarse en estas zonas poco oxigenadas les causa un estrés fisiológico. Además, en un contexto de cambio climático, se predice que estas zonas se expandirán, lo que obligará a los tiburones a nadar en aguas más superficiales y, por tanto, ser más susceptibles a la pesca por parte de palangreros”, explica Mucientes, que durante el desarrollo de la investigación también formaba parte del Centro de Investigación en Biodiversidad y Recursos Genéticos (Cibio) de Oporto.

Detalle del dispositivo en la aleta dorsal G.M.

El tiburón azul o tintorera (Prionace glauca) es una especie altamente migratoria y el tiburón pelágico más capturado en todo el mundo. La Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la naturaleza la cataloga como “casi amenazada” a nivel global.

Los 55 ejemplares del estudio fueron capturados con palangre en distintas ubicaciones oceánicas y marcados con transmisores satelitales para conocer sus movimientos dentro y fuera de las zonas ZMO entre los años 2009 y 2017.

 Los científicos también recurrieron a los datos de seguimiento oficiales de 322 palangreros españoles y portugueses que operaron en el Atlántico desde enero de 2003 hasta diciembre de 2011 para conocer el esfuerzo y la intensidad de pesca. Y también tuvieron en cuenta los datos de captura de tiburón azul de los cuadernos de la flota española.

A día de hoy, Galicia lidera la pesca de esta especie entre las flotas europeas y la mayoría de los 120 buques se concentran en los puertos de Vigo y A Guarda.

El rastreo GPS de los palangreros demostró que había más actividad pesquera sobre las ZMO que en las zonas adyacentes y que los tiburones azules se trasladaban a aguas superficiales para evitar el déficit de oxígeno. Si la profundidad máxima de inmersión en las zonas adyacentes era de 500-1.400 metros, en las ZMO los ejemplares marcados no pasaban de los 200-520 metros. Y el 91% del tiempo permanecían entre los 250 metros y la superficie.

A la vista de esta comprensión de su hábitat y teniendo en cuenta que la tintorera representa el 90% de las capturas totales notificadas de tiburones pelágicos en el Atlántico, los autores defienden la toma de medidas de gestión y protección. Por ejemplo, la definición de grandes áreas marinas protegidas en alta mar alrededor de las ZMO, así como medidas de control de capturas más efectivas para conservar las poblaciones de esta especie.

“Es posible que otros tiburones pelágicos puedan mostrar un comportamiento similar, aunque también depende de su respuesta fisiológica ante la falta de oxígeno. En el caso del marrajo, que tiene un metabolismo diferente a la tintorera manteniendo una temperatura interna superior a la del medio que lo rodea, estamos trabajando con nuevos datos en zonas ZMO y esperamos tener resultados muy pronto”, revela Mucientes, que también comenta la necesidad de hacer estudios específicos de marcado vía satélite con otros especies como jaquetones, tiburones martillo y zorros, “muchos de ellos regulados o protegidos pero vulnerables frente a la pesca accidental”.

La conservación del marrajo precisa de medidas adicionales

Gonzalo Mucientes, David W. Sims, de la Universidad de Southampton, y Nuno Queiroz, del Cibio, firman un artículo conjunto en el número de enero de Science, en la sección de Letters, sobre la situación del marrajo (Isurus oxyrinchus) a raíz de las medidas tomadas por el ICAT, la organización internacional encargada de regular las pesquerías de las especies migratorias en aguas internacionales del Atlántico.

"Una mortalidad anual de 1.100 toneladas, ya muy superada en 2019, ofrece solo un 8% de posibilidades de recuperación para 2070”

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España es el país con más capturas dentro de la UE seguido de Portugal. “La última evaluación de stock estimó que la población del Atlántico Norte podría recuperarse para 2070 con un 60% de probabilidad si la captura permitida era inferior a 300 toneladas. Sin embargo, las capturas en el último año seguían siendo muy altas, multiplicando por 6 esa cifra. Una mortalidad anual de 1.100 toneladas, ya muy superada en 2019, ofrece solo un 8% de posibilidades de recuperación para 2070”, resume Mucientes.

En 2019, los marrajos fueron incluidos en el Apéndice II del CITES (Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres), regulando el comercio de la especie.

 “Pero en nuestra carta apuntamos que son necesarias medidas adicionales como áreas marinas protegidas en alta mar que puedan conservar puntos calientes para estos tiburones. Ya que, incluso sin retención, reducir la captura y la mortalidad posterior a la liberación es importante”, apunta Mucientes.

“La realidad es que las medidas llegan tarde para el Atlántico. Si se hubieran llevado a cabo regulaciones de la actividad pesquera (limitaciones de captura espacio-temporales, protección de áreas de inmaduros y/o hembras preñadas, tallas mínimas, etcétera) en cuanto se observaron los primeros indicios de posible sobrepesca, estas medidas podrían haber sido mucho menos drásticas y efectivas. Se hubiese llegado a asegurar la sostenibilidad a largo plazo y evitado, probablemente, que el marrajo fuese incluido en el CITES”, añade.

Mucientes también recuerda que la flota gallega ha puesto en marcha un proyecto de mejora (FIP Blues) para la certificación futura de la pesquería.

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