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“Será enriquecedor para Leonor”

Santiago Fidalgo estudió en el UWC Atlantic College, el internado en el que la princesa cursará sus dos años de bachillerato internacional

Santiago Fidalgo Lorenzo, en un aula del O Castro British School, donde imparte clases. | // RICARDO GROBAS

Una experiencia vital y educativa “maravillosa”. Es el resumen que hace Santiago Fidalgo Lorenzo (Vigo, 21 de abril de 1989) de su paso por el UWC Atlantic College, en Gales, el internado donde la princesa Leonor estudiará sus dos años de bachillerato internacional, los mismos que cursó este vigués en el país británico entre 2005 y 2007 tras formarse en Carmelitas. Disfrutó de este viaje académico gracias a una beca que le concedió la Fundación Comité Español de los Colegios del Mundo Unido.

“Recuerdo esa etapa con mucho cariño. Me encantó el método educativo: no solo se busca que los alumnos saquen las mejores notas, sino también que se desarrollen íntegramente, su superación personal; y no se centra tanto en memorizar, sino en entender y relacionar la materia con aspectos de la vida real; además, se imparten asignaturas de varios campos y disfrutas de actividades extraescolares variadas, como ayudar en centros de mayores o colegios, hacer senderismo o colaborar en las tareas administrativas”, destaca en un descanso de su jornada laboral: es profesor en O Castro British School, donde comunica sus enseñanzas aprendidas en la carrera de Química, cursada en Southampton, y tras impartir clases en Reino Unido y China.

Para este vigués, formar parte de este prestigioso centro le permitió conocer culturas de todo el mundo. “Hasta ese momento, solo había ido a Portugal e Inglaterra a pasar unos días. Al llegar, comprobé que todo era muy distinto, parecía una película de Harry Potter. El colegio es un castillo impresionante del siglo XII que está a nada de la costa y apartado, el pueblo más cercano se sitúa a unos 3 o 4 kilómetros, por lo que se generaba un efecto burbuja: hacíamos vida allí. Y había estudiantes de 80 nacionalidades. Cada semana se dedicaba a una cultura: se organizaban actos, se preparaba comida típica, se tocaban instrumentos característicos o se leía poesía de autores de esos países. Era fantástico”, comenta antes de señalar que, además, se organizaban debates de temas “muy interesantes”. “Hablaban alumnos israelíes con los de la franja de Gaza. Poder escuchar a los dos lados y ver que acercaban posturas es una realidad muy complicada de ver fuera del centro”, manifiesta.

Fidalgo confiesa que le sorprende “mucho” que se relacione el UWC Atlantic College con el elitismo, ya que, cuando él estaba allí, había gente de todos los niveles socioeconómicos y una de las máximas del colegio era transmitir el mensaje de que todos somos iguales. En su opinión, la Casa Real ha tomado una decisión correcta: “Es un sitio privilegiado con profesores excepcionales. Estudiar allí es bueno para cualquier persona, ya que la formación que se obtiene es transversal. Es de valorar que elijan este centro y no otro en el que la princesa solo estuviera rodeada de personas con mucho dinero. Va a ser muy enriquecedor para ella compartir experiencias con alumnos que vienen de países con diferentes condiciones sociales y económicas. Es interesante para una persona que puede tener un rol importante en España”.

“No es un centro pijo. Podías tener un teléfono móvil personal, pero solo para uso privado, es decir, te dejaban sacarlo en la habitación o en una visita al pueblo el fin de semana. No te permitían enseñarlo en el colegio porque no todo el mundo lo tenía. No querían que ostentásemos riqueza para ayudar a la integración de todos”, explica antes de poner en valor el enfoque “global” del colegio: “El objetivo no es que saques un 10 en todo, como sí ocurre en otros casos, sino maximizar el potencial del alumno. Por ello, aparte de las asignaturas más comunes, imparten clases para desarrollar el pensamiento crítico y hay actividades deportivas (quieren que sepas nadar, por ejemplo), creativas y sociales que debes realizar e ir variando para no centrarte siempre en las mismas tareas”.

En su opinión, la Casa Real ha tomado una decisión correcta: “Es un sitio privilegiado con profesores excepcionales. Estudiar allí es bueno para cualquier persona, ya que la formación que se obtiene es transversal. Es de valorar que elijan este centro y no otro en el que la princesa solo estuviera rodeada de personas con mucho dinero. Va a ser muy enriquecedor para ella compartir experiencias con alumnos que vienen de países con diferentes condiciones sociales y económicas. Es interesante para una persona que puede tener un rol importante en España”.

Mención aparte, las normas: “Supervisaban que la gente estuviera en casa a una hora determinada, sobre las 10 de la noche, y, a partir de las 11 y media, querían que ya estuviésemos en la habitación si había clase al día siguiente. Normalmente, íbamos al colegio por las mañanas, siempre de lunes a viernes, pero alguna materia se impartía a la tarde. Empezábamos a las 8 y estábamos hasta la 1 o así. A esa hora, comíamos. Durante el resto del día, hacíamos actividades y nos daban tiempo para estudiar, hablar con la familia o estar con los compañeros. Solíamos cenar a las 6 de la tarde”.

Un comienzo “duro”

Santiago Fidalgo apunta que fue “duro” el comienzo de su aventura a cientos de kilómetros del que había sido su hogar durante tantos años. “Hubo momentos difíciles. Allí, tenías que hacer más tareas: lavar la ropa, secarla y doblarla, hacer la cama, compartir habitación con tres personas... y el inglés. Sacaba notas altas en esa asignatura, pero mi nivel no era tan bueno como para entender lo que me decían mis compañeros de cuarto, que, curiosamente, eran los tres del segundo año de bachillerato cuando lo habitual es que sean dos del primer año y dos del segundo.  

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