Y económicas, porque el resto de factorías de automóviles del país, incluidas las otras dos de Stellantis en España (Zaragoza y Madrid), pagan menos por la electricidad que Vigo (el grupo estima que podría ahorrar un millón de euros al año enganchada a una red de 220 o 400 kV).
La inversión superaba los 70 millones de euros y recibió, al menos públicamente, el respaldo de todos los ejecutivos que han gobernado en Moncloa desde 2015, aunque ninguno dio el paso definitivo para desbloquearla: la declaración de “excepcionalidad” del proyecto. La puesta en marcha de una conexión de estas características exige un consumo intensivo de electricidad que el polígono vigués no alcanza, por lo que sin el OK del Gobierno, y pese a estar recogido en el plan de REE, el proyecto no llegó a ver la luz.
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Una obra aprobada ya por Red Eléctrica
El proyecto, que tendría un coste estimado de 70 millones, ya se incluyó en el anterior programa plurianual inversor de Red Eléctrica. Incluía una nueva subestación en Balaídos bautizada como Nuevo Vigo 2020. No se llegó a realizar porque exigía una aprobación de excepcionalidad por parte de los sucesivos Gobiernos desde 2013 que nunca llegó pese al compromiso político.
La infraestructura, como han reconocido expertos en redes eléctricas de la Universidad de Vigo, beneficiaría no solo a la planta de Balaídos, sino a toda la ciudad, ya que una red de 220 o 400 kV es mucho más fiable y sufre menos apagones y caídas de tensión. De hecho, Vigo es la única ciudad española de más de 250.000 habitantes que sigue conectada a la red de 132 kV. El resto opera a 220 o 400 kilovoltios.
Ahora, la planificación de REE, en fase de información pública, ya ni incluye esta demanda de la industria del automóvil y de las administraciones gallegas, defendida tanto por la Xunta –Feijóo requirió personalmente esa inversión a la ministra Teresa Ribera– como por el Concello –el alcalde, Abel Caballero, llegó a mediar en Moncloa con la Secretaría General de Energía– y la Zona Franca. Y la única opción que hay para rescatar in extremis este proyecto estratégico para la primera fábrica de coches de España por volumen de producción el año pasado –y por extensión, para su panel de proveedores de componentes, compuesto por más de un centenar de fábricas– es solicitarlo en las alegaciones al plan en el plazo de un mes.
Vista general del polígono de Balídos Ricardo Grobas
Inexplicable para París
Para el centro vigués de Stellantis es crucial y muy difícil de explicar a la cúpula de la multinacional, que no entiende por qué Balaídos tiene que sufrir pérdidas de producción por un tendido eléctrico de segunda división o por qué tiene que pagar más por la electricidad que otras plantas de su propiedad dentro del territorio español. El propio director del centro, Ignacio Bueno, se encargó de recordarlo en su primera comparecencia pública tras su llegada a Vigo. Un ejemplo: solo en 2019 la factoría dejó de fabricar más de 600 automóviles por caídas de tensión de la red eléctrica.
El coste de la energía, un factor cada vez más relevante a la hora de adjudicarse un vehículo
La energía es un factor competitivo crucial para la industria gallega. No solo para las grandes consumidoras, como las plantas de aluminio primario; también para la automoción, uno de los sectores que –por ahora– ha logrado esquivar el impacto de la crisis económica post-COVID e incluso está generando puestos de empleo en un contexto de clara recesión. El primer grito de auxilio de la planta de Vigo del Grupo Stellantis se oficializó en 2013, aunque en Balaídos llevan décadas con inversiones internas para no ser tan dependientes de las inclemencias del tiempo y su efecto en las líneas de producción (paradas, averías de software y hardware, etc.). Y año tras año, los distintos directores de la fábrica han reiterado la necesidad del motor de la automoción gallega de engancharse a la red de Muy Alta Tensión (MAT) de Porriño, por fiabilidad del suministro y, también, por coste (se ahorraría un millón de euros al año de media en la factura). Perder el tren de la MAT sitúa a Vigo en clara desventaja frente a otras plantas competidoras (sin ir más lejos, Zaragoza) a la hora de pelear por más lanzamientos, una posición que el centro gallego tendrá que compensar apretando a las otras variables que influyen en toda adjudicación (resto de costes fijos, flexibilidad y mano de obra).