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Gaviota de lluvia, gaviota de sal.

Fernando Franco

Gaviota de lluvia, gaviota de sal

“Son las gaviotas, amor./ Las altas, lentas gaviotas./ Algo gritan, en lo alto/ que tú no escuchas, absorta”, escribió el poeta Ángel González, y otro poema de autor desconocido dice: “Vuela gaviota, sigue tu mar, toma tu tiempo, vientos vendrán. Bebe la lluvia, muele la sal, canta en silencio, olas vendrán”. Son esas gaviotas que nuestra fotógrafa Marta G. Brea captó con su cámara, refugiadas por el temporal en A Xunqueira y desembocadura del río Miñor (entre A Ramallosa de Nigrán y Sabarís de Baiona).

Adolfo Rego, a por los cien

¡Casi cien tacos y no para! Acabo de hablar por teléfono con el ourensano Adolfo Rego Pérez, que vive en Nigrán. Me llamó para aclarar una confusión suya respecto a Gerardo González Martín y Gerardo Rodríguez pero acabamos dándole a la lengua y supe que hace dos meses le habían renovado su permiso de conducir. ¡Carafio, si cumple 100 este año! Es que este mozuelo de 99, con tres hijos en Ourense y una en Vigo, bancario de origen en la Ciudad de las Burgas, tiene su mente ágil y su memoria presta. Bibliómano más que bibliófilo, en cuatro habitaciones de su casa se amontonan entre ocho y nueve mil libros o documentos, unos 700 librillos de novenarios (es el que más sabe de vírgenes y santos en la Galicia toda), incluido uno dedicado al Glorioso Alzamiento Nacional, una enorme colección de diccionarios... Hablamos también de Nemesio Barxa, ourensano como él y abogado como su hijo, del que me dijo que hace 50 años presentó allí la Cena das Candelas. Pero es que Adolfo tiene un título que le envidio: Caballero de la Legitimidad Proscrita, que recibió en Madrid de manos de Carlos Hugo de Borbón-Parma, pretendiente al trono carlista, que para algo en 1934, aún niño, se metió sin saber dónde en la Agrupación Escolar Tradicionalista. Y sigue hablador, sabiendo de muchas cosas, riéndose de no pocas... Una memoria viva.

Pena, caro Antonio Romero

Nuestro Adolfo Rego está a punto de llegar a los cien años pero al ex juez decano de Vigo Antonio Romero Lorenzo se lo llevó el COVID a los 90, y el colectivo de Vigueses Distinguidos tiene razones para haberle tenido especial afecto. Y es que el exjuez no se conformó con ser presidente sino que le dio vida. Las tertulias estables a la hora del café que organizaba como responsable máximo de la Fundación Vigueses Distinguidos, de las que yo era moderador y por eso sé de qué hablo, tuvieron amplio eco por las personas que pasaron allí como invitados ponentes, y sirvieron para reforzar lazos afectivos entre los Distinguidos que asistían a ellas, muy concurridas. Tengo la última foto que hizo con la Junta Directiva de este colectivo en la comida de despedida tras haber cumplido su mandato, en el hotel Coia, a la que asistió ya en silla de ruedas Juan Carlos Padín, expresidente de nuestras Peñas Recreativas y fallecido poco después, en septiembre de 2020. Allí están con él Franco Cobas, Ana Mejías, María Eugenia Ayala, César Abellán, Mary Quintero, Chechu Currás, Carlos Pérez, Ana Canoa, J.M. Rodríguez Lago... Querido y admirado, ya no podremos repetir ese cálido aperitivo que un día antes de cada tertulia tomábamos en el Grettel para prepararla Franco Cobas, Ramón Villot, también fallecido, y este que escribe. Perdemos nuestro paisaje afectivo.

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