El caso Déborah busca respuestas en su último paseo antes de la desaparición

La “curva del matadero”, en Alcabre, es clave ya que allí se le pierda la pista a Déborah. | // J. LORES / m. fontán

El último paseo que dio Déborah en Vigo el 30 de abril de 2002 esconde algunos de los principales enigmas del caso. ¿Con quién se encontró en ese trayecto? ¿Qué ocurrió para que 10 días después su cadáver apareciese desnudo y rodeado de pistas falsas a 40 kilómetros de distancia? Ayer, en el Juzgado de Instrucción número 2 de Tui, compareció una de las últimas personas que vio a la joven antes de su desaparición. Un vigués que declaró que aquella tarde la vio hasta tres veces: en dos ocasiones cuando la víctima iba en dirección a la playa de Samil y una tercera cuando regresaba a su casa de Alcabre, en la recta donde está el arenal de la Fuente antes de enfilar la “curva del matadero”, que es donde según el sumario policial se le pierde la pista. El testigo no vio nada raro que le llamase la atención.
Déborah salió entre las 19.00 y las 19.30 horas del 30 de abril de su piso de la avenida de Atlántida de Alcabre para ir a correr a Samil. Vestía mayas azules, sudadera verde y zapatillas. Este testigo –que ya había declarado ante la Policía Nacional días después de esta desaparición ocurrida hace casi 19 años– compareció ayer en el juzgado y relató que en el trayecto de la joven hacia Samil la vio dos veces, y no una sola como recordó en su momento.
Él iba en coche en dirección a su casa de Coruxo y la vio caminando junto a un lavadero de coches de Alcabre y después en la zona del paseo de Samil –hizo una parada entre ambos momentos–. En una de esas ocasiones fue cuando la vio hablar con un chico que en 2002 describió como “moreno” y “más alto” que ella. Ayer, dado el paso del tiempo y que los había visto desde el coche, aclaró que no podía dar datos sobre ese varón. Lo que sí recuerda es que le pareció una conversación normal.
Un momento clave, las 20.45 horas
Déborah siguió caminando y se encontró con una prima, con la que estuvo hablando antes de regresar a su casa. Y el testigo, que volvió a coger el coche, la vio de nuevo. Déborah caminaba por la recta antes de la “curva del matadero”. Ayer no se acordaba de la hora, pero en 2002 dijo que serían sobre las 20.45, a la misma a la que otro hombre que hacía deporte sobrepasó a la chica en dicha curva.
Ahí es donde se pierde la pista de Déborah. La sospecha es que en ese punto del camino se encontró con alguien. En 2019 dos nuevos testigos aseguraron que aquel 30 de abril la vieron algo más tarde a kilómetros de allí, en un videoclub de Coruxo, si bien estas personas, localizadas por la familia de la joven, no han llegado a ser citadas, al menos por el momento, en sede judicial.
El testigo de ayer contó que en su día la Policía Nacional le tomó declaración varias veces–en el sumario solo consta una–. Y que en aquel momento se decía que más gente había visto a Déborah en ese último trayecto. Pero, al ser preguntado por la jueza, aclaró que no sabía quién y que en todo caso eran comentarios que había escuchado.
Una investigación en torno al ADN
Y mientras el equipo legal que representa a la familia de Déborah sigue también con su propia investigación en busca de pistas. Pronto entregarán en el juzgado un informe pericial para acreditar la muerte homicida –y descartar que la joven falleció por causas naturales– y ahora se están asesorando con expertos sobre la posibilidad de revisar las muestras de ADN con nuevas técnicas que no había en 2002. No se centrarán en el ADN de la vagina de la víctima, al tener la convicción de que es una pista falsa. Harán un listado de los otros restos genéticos que se hallaron por ejemplo en el pelo, las ramas o en un cordón verde del lugar donde se halló el cadáver. Los abogados quieren saber si ese ADN se conserva y si sería posible analizarlo con técnicas avanzadas existentes en este ámbito.
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