El Gobierno luso lo tiene claro: conectar Oporto y Vigo con un tren de alta velocidad tiene más prioridad que el enlace entre Lisboa y la capital madrileña. Lo aseguró esta semana el Ministro de Infraestructuras de Portugal, Pedro Nuno Santos, ante la comisión de Transportes de la Unión Europea (UE).

En el Programa Nacional de Inversiones (PNI) 2030, la hoja de ruta que se ha marcado el país para la próxima década y que se nutrirá en gran medida de fondos europeos estructurales e inversión comunitaria –lo que garantizaría, además de recursos, un compromiso de ejecución–, figuran ya las primeras claves de la nueva red de ferrocarril. Tres, en concreto. La primera, crucial, es cómo se propone el Ejecutivo luso dar forma a la infraestructura. La segunda consiste en el trazado que seguirá el ferrocarril. Y la tercera, y última, en una aproximación del dinero que tendrá que poner sobre la mesa para hacerla realidad. Desde el Ministerio de Infraestructuras portugués se garantiza que para el equipo de António Costa es “prioritario que en 2030 sea una realidad el AVE Lisboa-Oporto-Vigo”.

El objetivo de Portugal con su nueva línea de alta velocidad (LAV) es ambicioso: viajar de Vigo a Oporto en 55 minutos, como reconocía hace poco el propio ministro Nuno Santos.